Neutralidad de carbono en China en el año 2060: un posible punto de inflexión en la lucha contra el cambio climático. Josep Borrell

24-10-2020 – HR/VP blog – El mes pasado, el Presidente Xi Jinping prometió que China se convertiría en un país neutral en carbono para el 2060. Este anuncio podría representar un punto de inflexión en la lucha mundial contra el cambio climático. Una suma a los esfuerzos europeos en el campo de la diplomacia climática. 

Si bien en Europa nos enfrentamos actualmente a una “segunda ola” de la pandemia que se agrava rápidamente, no debemos perder de vista la crisis climática que amenaza a la humanidad. Recientemente, he sido testigo de los daños que ya está causando en África, así como las tormentas Alex y Bárbara que han golpeado a Europa y son otro recordatorio – si es quenecesitaramos algún recordatorio – del peligro al que nos enfrentamos.

La Unión Europea  lidera la lucha en materia de cambio climático

El Acuerdo Verde Europeo (“Green Deal”) es uno de los pilares del mandato de esta Comisión. Ya hemos decidido aspirar a la neutralidad climática en 2050 y actualmente estamos debatiendo para aumentar el nivel de nuestra ambición y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero para 2030. El plan de recuperación de la UE de la próxima generación (“Next Generation EU recovery plan”) también gira alrededor  de este eje prioritario.

“Sólo podemos hacer frente al cambio climático de manera eficaz con un enfoque global dentro de un marco multilateral”

Sin embargo, debemos ser conscientes de nuestros límites, ya que la Unión Europea es responsable de sólo el 7% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero. Sólo podemos hacer frente al cambio climático de manera eficaz con un enfoque global en un marco multilateral.

 El papel de los países en vías de desarrollo

Desde la Cumbre de Río de 1992, una de las principales dificultades para llegar a acuerdos mundiales ha sido la cuestión del papel que deben desempeñar los países en desarrollo, en particular China. Originalmente, los países en desarrollo consideraron, con cierta razón, que la principal responsabilidad del cambio climático correspondía a los países desarrollados y que, por lo tanto, eran estos últimos los debían hacer los esfuerzos necesarios. Sin embargo, esta exclusión de los países en desarrollo también llevó a los Estados Unidos a negarse a ratificar el Protocolo de Kyoto en 1997.

Las transformaciones económicas y los cambios mundiales de los últimos 30 años han modificado profundamente la situación. Debido al salto tecnológico de China (exploración espacial, tecnología militar de vanguardia, IA), su continua autodefinición como “país en desarrollo” parece cada vez más anacrónica y egoísta: China es un actor internacional preparado para asumir sus responsabilidades. Sin embargo, en 2014, China aceptó asumir compromisos sobre la limitación de sus emisiones de gases de efecto invernadero, allanando el camino para el Acuerdo de París en 2015.

El avance del Acuerdo de París

Si bien el Acuerdo de París fue un verdadero avance, los científicos tienen claro que, por el momento, los compromisos contraídos por los distintos países en virtud de ese acuerdo siguen siendo insuficientes para lograr el objetivo de mantener el aumento de la temperatura mundial por debajo de los 2°C para finales de siglo. Dado que China representa actualmente el 27% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero (mientras que los Estados Unidos emiten el 14%, y la UE-27 y la India el 7% cada uno), sus esfuerzos para reducir son absolutamente esenciales. Además, se espera que su economía siga creciendo y que China pueda desempeñar un papel de liderazgo frente a las economías emergentes y en vías de desarrollo. 

“Los compromisos realmente asumidos en el marco del Acuerdo de París son insuficientes para lograr el objetivo de mantener el aumento de la temperatura por debajo de 2ºC para finales de siglo”.

Durante su discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, el pasado 22 de septiembre, el Presidente chino Xi Jinping anunció dos elementos en la lucha contra el cambio climático: “Nuestro objetivo es que las emisiones de CO2 alcancen su nivel máximo antes de 2030 y que se logre la neutralidad de carbono antes de 2060”. El objetivo de “alcanzar un pico antes de 2030” ya había sido anunciado pero no la neutralidad de carbono antes de 2060: el anuncio fue hecho sin previo aviso. Conforme a las políticas actuales, el mundo sería unos 2,7 grados centígrados más cálido para el 2100 (ahora estamos a 1,1°C) según los modelos climáticos. Si China alcanzara su nuevo objetivo, se desviaría 0,3 grados de esa trayectoria. Este es un gran paso.

Este año, se espera que las partes en el Acuerdo de París emitan objetivos para mediados de siglo. Con este anuncio, China quiere posicionarse frente a los Estados Unidos como defensora del multilateralismo y de las normas mundiales. No obstante, la realidad es más compleja: en el pasado he hablado de “multilateralismo selectivo”. Está por ver si este anuncio fue diseñado para el consumo internacional o si la neutralidad de carbono se convierte realmente en un elemento clave del próximo Plan Quinquenal que se debatirá a finales de mes.”El simple hecho de que China reconozca la dramática amenaza del cambio climático y que necesitamos más acción es de suma importancia”.

Sin embargo, el simple hecho de que China reconozca la dramática amenaza del cambio climático y que necesitamos más acción es de suma importancia. Desde el punto de vista nacional, el conjunto de desafíos que hay que abordar en el ámbito climático y el medio ambiente es tal que existe un sentido de urgencia social dentro del país. A pesar de ello, alcanzar el nuevo objetivo será un desafío enorme: en China los combustibles fósiles representan el 90% de todos los suministros de energía y el carbón, el más intensivo en carbono, que genera dos tercios de la electricidad. En 2018, China liberó 590 kg de equivalente de CO2 por cada 1000 dólares de PIB, en comparación con 370 para los EE.UU. y 230 para la UE.

Dada la tradicional tendencia de China a la cautela en la adopción de compromisos internacionales, el anuncio también sugiere que los dirigentes confían en que el progreso tecnológico en materia de eficiencia energética y el costo de la energía renovable pueden hacer posible la neutralidad en materia de carbono, sin obstaculizar el desarrollo económico de China.

China quiere convertirse en un “electroestado”

También hay inmensas oportunidades vinculadas a las nuevas tecnologías verdes donde China ha asumido una posición de liderazgo. Hoy en día, las empresas chinas producen más del 70% de los módulos solares del mundo, el 69% de las baterías de iones de litio y el 45% de las turbinas eólicas. También controlan gran parte del refinado de minerales críticos para la energía limpia, como el cobalto y el litio. Un ambicioso objetivo a largo plazo proporcionará un nuevo estímulo para el desarrollo de estas tecnologías. En lugar de un “petro-estado”, la República Popular puede convertirse en un “electro-estado”. Esto tendrá enormes consecuencias geopolíticas.

“Establecer un objetivo ambicioso es importante. Sin embargo, lo que importa es obtener resultados y China no ha detallado hasta ahora cómo alcanzará su objetivo para 2060”.

Durante los últimos meses, la UE ha instado a China a intensificar su ambición climática y nos satisfaceanuncio chino en esta buena dirección. Establecer un objetivo ambicioso es importante. Sin embargo, lo que importa es obtener resultados y China no ha detallado hasta ahora cómo alcanzará su objetivo para 2060. El 14 de septiembre, en la última videoconferencia entre la UE y los dirigentes chinos, se acordó establecer un diálogo sobre el cambio climático y el medio ambiente para avanzar en este ámbito. Este diálogo podría centrarse en las vías para llegar a las emisiones netas cero. Los temas más importantes deberían ser la eliminación gradual del carbón, la cuestión relativa a la fijación de precios del carbono, el despliegue del hidrógeno. Además, el diálogo podría preparar el terreno para una  acción global sobre las emisiones de metano.

“China debería dejar de financiar el suministro de energía basada en combustibles fósiles en terceros países, empezando por el carbón”.

Tampoco se trata sólo de las opciones energéticas internas de China: El 44% del apoyo de China en el marco de la iniciativa de la Franja y la Ruta (“Belt and Road initiative”) atañe a la energía. Esto ha dado lugar a la construcción de muchas centrales eléctricas de combustibles fósiles. Para estar a la altura de sus aspiraciones internas, China debería dejar de financiar el suministro de energía basada en combustibles fósiles en terceros países, empezando por el carbón. Esta cuestión también debería ocupar un lugar prioritario en el programa del diálogo entre la UE y China y para nuestra preparación de la COP 26.

Necesidad de coaliciones con gran ambición

Buscamos coaliciones con gran ambición con países que compartan nuestra determinación de estar a la altura de los objetivos del Acuerdo de París. Siempre hemos dicho que necesitamos desplegar una diplomacia climática para compartir nuestros esfuerzos con el resto del mundo, especialmente con los grandes emisores y, naturalmente, queremos trabajar estrechamente con China en este ámbito. China podría ejercer una fuerte presión sobre otros emisores para que eleven sus ambiciones, en particular en Asia, un continente que representa más de la mitad de las emisiones mundiales, pero también en América. El año 2021 se podría convertir en un año decisivo para la acción climática, que culminará con la COP-26 en noviembre en Glasgow.

“Necesitamos desplegar una diplomacia climática para compartir nuestros esfuerzos con el resto del mundo especialmente y, naturalmente, queremos trabajar estrechamente con China en este ámbito.”

Es obvio que el prometedor anuncio de China sobre el cambio climático llega en un momento en el que también hay diferencias significativas y, de hecho, crecientes entre nosotros, ya sea la situación en Hong Kong, el tratamiento de la minoría uigur o la falta de reciprocidad en nuestras relaciones comerciales y de inversión. Esto nos recuerda la complejidad de nuestra relación con China: se trata, simultáneamente de un competidor económico y un rival sistémico, cuyo sistema político se basa en valores diferentes de los nuestros; pero también un socio para afrontar los grandes desafíos del siglo XXI en un marco multilateral.

“China es tanto un competidor económico como un rival sistémico y un socio esencial para afrontar los grandes desafíos del siglo XXI en un marco multilateral”.

He argumentado anteriormente que no podemos reducir las complejidades de la relación entre la UE y China a una elección binaria. Entre lo uno o lo otro. Podemos y debemos rebatir categóricamente a China allá donde su comportamiento vaya en contra de nuestros intereses o valores y desarrollar nuestra “autonomía estratégica”. Al mismo tiempo debemos trabajar en estrecha colaboración con China para hacer frente a los desafíos globales y en defensa de bienes públicos universales, siendo la lucha contra el cambio climático tal vez el ejemplo más claro de ello.