Las Mayas: el botón de muestra. Alejandro Luy

Caracas, como ciudad capital de un estado centralizado, ha tenido históricamente más beneficios que el resto de ciudades y pueblos de nuestro país.  El asentamiento de los poderes así como el de los principales medios de comunicación, de alguna manera conlleva a que en los límites de Caracas los recursos técnicos y económicos no hayan sido -en general – una restricción y por ello servicios públicos como agua o electricidad son para la mayoría de la población más abundantes y constantes que en otras capitales de estado.
En los años 50, durante la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, las obras arquitectónicas de la ciudad de Caracas daban una sensación de riqueza y desarrollo a los que nos visitaban, sin saber que el resto del país era pobre y rural.  En los años más recientes, mientras que en todo el territorio las fallas en el sistema eléctrico y el racionamiento asociado es moneda común, en Caracas no ha habido planes de racionamiento (el único duró un día) o fallas constantes de electricidad.
Por lo anterior, el caso de la Planta de Transferencia de Las Mayas, resulta útil para proyectar la magnitud del problema de la basura.  La estructura está ubicada en una de las tres principales entradas a Caracas, visible desde la bajada de Tazón por donde diariamente transitan miles de carros provenientes de los estados centrales, llaneros y occidentales de Venezuela.  No se encuentra en un espacio lejano, inaccesible, oculto, sino en frente de los terrenos de Fuerte Tiuna, donde se construyen varios complejos habitacionales.
Las Mayas fue diseñada para tratar la basura producida por los 5 municipios del Área Metropolitana de Caracas, sin embargo, y por decisión político-partidista, allí sólo se “manejan” los residuos y desechos del Municipio Bolivariano Libertador, el cual a su vez es el encargado de la administración a través de la empresa pública Supra Caracas.
El Municipio Libertador ha sido gobernado los últimos 12 años por alcaldes de una sola tendencia política a fin al Gobierno Nacional, y en sus límites despacha el Presidente de la República y el Ministro del Ambiente, y funciona la Asamblea Nacional, donde se dictan las leyes que rigen a la nación.
A pesar de este contexto, que uno supondría favorable o condicionante para una correcta gestión, la Planta de Transferencia de Las Mayas es en esencia, desde hace años, un botadero de basura, donde toneladas de desperdicios llegan para descomponerse, generar malos olores, atraer ratas, moscas y otros insectos, convirtiéndose una amenaza a la calidad de vida de los trabajadores, las comunidades aledañas y en general para los habitantes de la ciudad de Caracas.
En las Mayas, al igual que en el país, no se recicla.  Menos del 10% de los residuos son reciclados en Venezuela, pero diariamente producimos 22 mil toneladas de basura.  Para decirlo de otra manera, cada día llevamos a botaderos de basura (porque tampoco tenemos muchos rellenos sanitarios) miles de toneladas de potencial materia prima que nos permitiría ahorra recursos, agua y energía, solo para contaminar suelos, aire y agua.
A todo lo anterior se suman las quejas de los trabajadores que reflejan otros problemas técnicos (pocos e inadecuados camiones para la recolección, falta de uniformes y equipos para el personal, entre otros) que a fin de cuenta explican en gran medida el grave problema del botadero de Las Mayas.
Y, repito, todo eso ocurre en Caracas.  A las vista de miles de personas, incluyendo importantes funcionarios públicos.  Y eso me hace pensar cómo será la situación en botaderos que por varias decenas se encuentran en país, muchos de ellos lo suficientemente lejanos de centros poblados como para que nadie note su presencia, y su amenaza pase desapercibida de los medios de comunicación.
El adagio popular dice que para muestra basta un botón.  La Planta de Transferencia de Las Mayas, o el botadero de Las Mayas, en el Municipio Libertador, en plena ciudad de Caracas, es el botón de muestra de lo que es la gestión de residuos sólidos en Venezuela; allí se ve lo que tenemos y no se ve bien.

Alejandro Luy

Magister en Gerencia Ambiental, Licenciado en Biología.

Gerente general de Fundación Tierra Viva