La sombra. Carlos Peláez

El trópico es luz. El trópico es energía, calor, radiación. Son lluvias torrenciales motorizadas por la evaporación solar de millones y millones de litros de agua y es una región llena de biodiversidad, en parte, gracias a la enorme cantidad de energía que recibe de él.

Pero si sólo hubiera luz, si solo recibiéramos radiación, seríamos un desierto. La vida en el trópico es posible, como todo, gracias a la contraparte: la sombra. Y la sombra en el trópico la ponen los árboles.

Ha sido una batalla evolutiva contra la aridez, que ha ganado la selva. Durante millones de años, desde la primera alga unicelular capaz de aguantar períodos de desecación hasta los gigantescos samanes que protegen nuestros suelos actuales.

Un árbol no sólo proyecta sombra, como lo haría un techo de zinc o una sombrilla. Un árbol hace dos sombras: hacia abajo la que deja la luz interceptada por sus hojas, y hacia arriba la que implica el hecho de que el árbol (cualquier planta, en general), toma la energía solar y la secuestra, la convierte en hojas, ramas, frutas y la retira de circulación. No la rebota, no la transforma en calor (como lo hace la tierra desnuda).

Uno de nuestros trabajos en Provita es analizar esta “sombra hacia arriba” mediante imágenes de satélite. Los puntos de minería al Sur del Orinoco, por ejemplo, son interpretados por un satélite como una isla de luz reflejada en ese océano de sombra que es el bosque amazónico, donde billones de árboles captan la radiación solar y motorizan con ella el ecosistema más biodiverso del mundo, refrescan la atmósfera con implicaciones para el clima de todo el planeta y llenan el continente Americano de agua, ya que su sombra fresca permite la condensación de millones de toneladas de agua en un contexto tropical que es caluroso y radiante. Agua que no solo bebemos, sino que también usamos para producir alimento y electricidad.

Todos los animales del trópico dependemos de las sombras de un árbol. Vivir bajo el sol tropical es muy costoso. Te quema la piel, te deshidrata, te calienta. No te permite funcionar. Las ciudades tropicales que han perdido sus árboles son ciudades muertas, que queman todo su capital en energía costosa para prender aires acondicionados. La agricultura tropical de sombra genera los cafés y cacaos más exquisitos del mundo porque protege los aromas, mientras que el bosque que los protege alberga la vida de miles de especies de plantas, aves, insectos, mamíferos, organismos acuáticos, hongos y bacterias que habitan al amparo de la sombra de los árboles.

La luz es vida, pero en el trópico solo da vida si hay sombra. La pérdida de sombra en nuestras latitudes el un síntoma de muerte. La deforestación de la Amazonía es la muerte de un proceso de millones de años de evolución tropical. Los incendios que consumen los bosques secos y montanos son la muerte de las fuentes de agua del trópico. Las calles y avenidas sin arborización son la muerte de las ciudades tropicales. En el trópico, nada puede esconderse en una sombra que sea peor que su ausencia. La sombra de los árboles tropicales es movimiento, es actividad, es flujo de materia y energía. La sombra es vida.