La crisis es una oportunidad. Anita Reyna y Alejandro Luy.

NOTA:  este artículo fue escrito en el 1er semestre de 2010, cuando ocurrió la crisis eléctrica.

El título de este artículo se ha convertido prácticamente en un lugar común en los cursos de gerencia:  la crisis es una oportunidad.  Y la mención que hoy hacemos está vinculada a la gerencia ambiental de Venezuela, especialmente relacionada con las crisis de energía y de agua que estamos viviendo.

En ambos casos los motivos del porqué estamos en la situación actual pueden ser atribuidos a tres factores:  los ambientales, los de gestión y el comportamiento ciudadano.  El efecto de El Niño, el derroche de agua y energía, la falta de mantenimiento e inversiones en ambos sectores, el incremento de la demanda en ambos servicios, la cantidad de electricidad que no se cobra y el bajo costo del agua potable, se han conjugado en el 2009 para llevarnos a acciones “queridas o no” que van a afectar al sector público y privado, y a cada uno de los habitantes de nuestro país.

Allí está dibujada, a grandes rasgos, la crisis, y detrás de ellas aparece la oportunidad para que el estado venezolano, incluyendo autoridades y ciudadanos, con las distintas formas de organización (gobierno nacional, regionales y locales, universidades, organizaciones no gubernamentales, grupos comunitarios y empresarios) acuerden una estrategia común y concertada para la atención de los problemas.

Si el objetivo es atender eficientemente las crisis de agua y electricidad, entonces es necesario pensar y actuar de manera sistémica e integral.  No es suficiente con amenazar o imponer restricciones, o establecer un plan de racionamiento, o hacer pública una campaña de educación ambiental destinada a parte de la población.  Tampoco sirve sentarse a diagnosticar el problema y regodearse en los posibles errores y negligencias atribuibles al gobierno.

Ninguna de esas estrategias funciona si lo que deseamos es recuperar dos servicios básicos para la calidad de vida del venezolano.

¿Qué hacer? La esencia es integrar esfuerzos pero no solamente poniendo la vista en resolver los problemas de ahorita, sino que sean sostenibles a mediano y largo plazo.  Dentro de esa estrategia, que juntos deberíamos ayudar a diseñar y ejecutar, hay acciones para ser ejecutadas a mediano y largo plazo:

  1. Se requiere desarrollar un proceso continuo y masivo de educación ambiental que promueva el uso racional del agua y la electricidad en la cual participen gobiernos, medios de comunicación, organizaciones no gubernamentales socio-ambientales y comunidades organizadas.
  2. Controlar y ajustar la temperatura el aire acondicionado de organizaciones públicas o privadas, para establecer un clima de 24 grados centígrados.  Junto a ello puede promoverse el uso de ropa fresca y la eliminación de la corbata en el vestir.  Esta iniciativa que suena poco importante o secundaria es parte de la política de empresas importantes en Europa para disminuir la producción de CO2, como la empresa de seguros española Groupama con presencia en 13 países de Europa, Asia y África. Además en junio pasado el gobierno japonés enfrentó el calor de la época no con más aire acondicionado sino quitándose la corbata y usando camisas de la temporada.
  3. Evitar el uso de secadoras de ropa.  La temperatura promedio de nuestro país tropical permite el secado al aire en pocas horas.
  4. El gobierno debe establecer un plan para el incremento gradual del costo del agua.  Quien más consume y más derrocha debe pagar más por un recurso muy valioso; y quien ahorre debe ser premiado y estimulado.  Lo mismo debe aplicarse al sector eléctrico.
  5. Unido a lo anterior, se debe trabajar para que los edificios cuenten con medidores individuales de consumo de agua por apartamento, a fin de acabar con la cuantificación y tarifa promedio del edificio, lo cual desestimula el ahorro.
  6. Fomentar en el país el uso de bombillas de bajo consumo, y para ello establecer un plan a mediano plazo ( 3 a 5 años) orientado a prohibir los focos incandescentes.
  7. Promover y apoyar la sustitución de calentadores eléctricos por calentadores a gas.  Esto podría estar asociado a planes de financiamiento por parte de la banca pública nacional.

Vinculado a todo lo anterior, necesitamos lograr sensibilizar a los individuos para generar compromisos y responsabilidad para contribuir a mejorar nuestra calidad de vida desde sus ámbitos de acción.

Las anteriores son unas muy pocas ideas para discutir y buscar consensos, aprovechando la oportunidad que nos da la crisis de agua y electricidad  para cambiar nuestro estilo de vida y hacer un mejor uso de los recursos de Venezuela.

Anita Reyna, Presidente, y Alejandro Luy, Gerente general.
Fundación Tierra Viva

Correo: alejandro@tierraviva.org