El maíz venezolano, otro cultivo amenazado por el cambio climático

Rosmina Suárez Piña | @sciencelover_rs

Cuando hablamos de maíz en Venezuela, probablemente se nos viene a la cabeza hablar de arepas, el plato principal de muchas mesas venezolanas, pues se trata de uno de los cultivos más importantes del mundo. 

Pero dos estudios recientes de la NASA -publicados en noviembre de 2021 y mayo de 2022, respectivamente- sugieren que el aumento de los eventos meteorológicos extremos, por el cambio climático, podría duplicar el riesgo de que las cosechas de maíz fracasen a partir de 2030.

Esto ya está pasando en los “graneros del mundo”: Norteamérica, Brasil, Suramérica, Asia Oriental y Asia Meridional, los cuales representan alrededor de 55 % de la producción mundial del maíz.

Calor e inundaciones extremos, igual a menos maíz

En el primer estudio, Climate impacts on global agriculture emerge earlier in new generation of climate and crop models, publicado en Nature Food, los científicos sugieren que el rendimiento de los cultivos de maíz en el mundo disminuya 24 % para el año 2030, debido a las altas emisiones de gases de efecto invernadero.

Y para 2100, de acuerdo con el estudio Increasing spatiotemporal proximity of heat and precipitation extremes in a warming world quantified by a large model ensemble, publicado en Environmental Research Letters, los fenómenos meteorológicos extremos -como inundaciones y olas de calor- “se agruparán cada vez más cerca en tiempo y espacio”, lo que duplicará el riesgo de malas cosechas de maíz en al menos tres de las principales regiones productoras de maíz mundiales en el mismo año.

¿Podría estar afectado el maíz venezolano? En efecto, sí. Porque Venezuela se ubica en una de las regiones consideradas “graneros del mundo”. Aunque el maíz se cultiva en todo el globo, se producen grandes cantidades en los países cercanos al ecuador.

Con rendimiento a la mitad en Venezuela

Estimaciones de la Confederación de Asociaciones de Productores Agropecuarios (Fedeagro), ofrecidas a la agencia de noticias EFE, prevén un aumento de 17,6 % o hasta el millón de toneladas en la producción para este 2022, comparadas con las 850.000 toneladas de 2021.

Ese aumento en la producción, destacó Fedeagro a EFE, responde a que “el Estado venezolano ha cedido permisos a ‘actores privados’ para importar las semillas, químicos y otros suministros esenciales para el cultivo”.

Si bien el número es visible y alentador para los productores, el país no ha logrado recuperar sus niveles de producción de la década de 2010, cuya cifra alcanzó poco más de dos millones de toneladas en 2008, según Fedeagro.

Pero cerca de esos esfuerzos y el cosechar con calidad, el maíz venezolano es uno de los cultivos cuyo rendimiento se verá reducido casi a la mitad (49,10 %) a medida que el aumento de temperatura vaya impactando al país, según las proyecciones ofrecidas por la Segunda Comunicación Nacional ante la Convención Marco de las Naciones Unidas.

Ese aumento de la temperatura, en concordancia con ambos estudios de la NASA, es lo que potencialmente hará disminuir el rendimiento y calidad del maíz. 

Según los modelos, los altos niveles de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera tienen un efecto positivo para la fotosíntesis y la retención de agua, pero a mayor temperatura, las plantas sufren estrés y crecen menos nutritivas.

Por otra parte, el inicio de las lluvias puede significar una buena noticia para el cultivo. Pero allí, los agricultores se enfrentan a otros retos para cosechar el maíz en un planeta que se calienta: las plagas y el tapizado de semillas

“Las lluvias y mucho sol significan año maicero, pero también plaguero. Lamentablemente, esas mismas condiciones con abundante lluvia y radiación solar también son condiciones para que se desate la plaga”, comentó Ramón Elías Bolotin, dirigente agrícola y miembro de Fedeagro, a través de una nota de prensa.

En el texto, reportaron “leves y moderados ataques del gusano barrenador” en zonas agrícolas de Portuguesa, donde la siembra de maíz al 31 de mayo alcanzaba un 60 % de 100.000 hectáreas del ciclo invierno 2022, cuya meta es de 220.000-230.000 hectáreas.

Para resolver el problema de plagas, pueden valerse de la fumigación, pero en Venezuela el combustible utilizado para la aviación agrícola es escaso.

“Desde hace dos años, no se consigue combustible AvGas 100-130 y los aviones están volando con gasolina automotriz, lo que representa riesgos y baja duración en los motores”, agregó Bolotin.

Las mismas lluvias con varios días de sol que describe Bolotin también traen consigo el tapizamiento, la formación de una costra que impide que la plántula de maíz pueda emerger.

Para los agricultores, eso representa, además de pérdidas, “incurrir en gastos adicionales para resembrarlas”.

Menos maíz, menos alimentos

Es prácticamente imposible imaginar un mundo sin maíz; es el segundo cultivo más importante y alimenta a millones de personas en el planeta, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO

El organismo internacional apunta que, solo con las sequías, la agricultura padece hasta 84 % de todos los impactos económicos. Entonces, al haber una reducción en la cosecha de maíz, los productores obtienen menos ingresos y, por tanto, el costo de los alimentos se eleva más para los consumidores.

Hay que hablar de agricultura climática inteligente

Esa es otra tarea pendiente en Venezuela. La agricultura es esencial para la alimentación de la población mundial, pero también contamina el aire, el agua, el suelo y la cadena alimentaria con el uso de plaguicidas, herbicidas, fertilizantes sintéticos y otras sustancias peligrosas.

En el caso del maíz, necesario además para la alimentación animal y el biocombustible de etanol, los fertilizantes y el uso del nitrógeno son los que más afectan el ecosistema. Al haber más retos para el cultivo, también habrá mayores consecuencias para el planeta. 

Por ello, es necesario hablar de “agricultura climática inteligente” (CSA, en inglés), un conjunto de prácticas -promovidas por la FAO y otras instituciones mundiales- que pueden ser aplicadas universalmente, sobre todo en la gestión y mejoramiento de los cultivos y ecosistemas.

Ejemplos de CSA incluyen análisis de suelo, el uso de más tecnología y compra de semillas certificadas, todo más allá de solo hablar de superficie y rendimiento, como describió Saúl Elías López, presidente de la Sociedad Venezolana de Ingenieros Agrónomos y Afines (Sviaa), en entrevista para Efecto Cocuyo.

La agricultura está frente a una nueva realidad climática: el sistema alimentario mundial está interconectado y, como describen los modelos de la NASA, los impactos en una sola región se sentirán, por mucho, en los platos todo el mundo.

Fuente: Efecto Cocuyo