En 1994 Fundación Tierra Viva inició el proyecto de educación ambiental en la Cuenca del Lago de Valencia cuyo eje central de acción era promover la comprensión de la cuenca como sistema ya que ello contribuirá a romper la lectura puntual y focalizada de los problemas ayudando también al abordaje desde una perspectiva ciudadana y comunitaria.
Dicho de otra manera, nuestro trabajo consistió en hacer que los habitantes de la cuenca dejaran “de ver el problema del lago” y levantaran la mirada hacia las montañas pudiendo así diferenciar causas y consecuencias. Ocuparse del lago empezaba por ocuparse de su cuenca.
La reflexión surge cuando vemos la crisis del agua en Venezuela, tema que ha surgido con gran relevancia entre otras cosas por el tamaño de la afectación territorial y porque sus consecuencias han tocado al Área Metropolitana de Caracas, lo cual es emblemático en un país tan centralista.
Las investigaciones y opiniones, a través de especialistas, organizaciones ambientales y de derechos humanos y medios de comunicación han descrito muy bien muchas de las aristas a abordar: la fallas en la gestión del recurso, la inaccesibilidad al agua potable y su calidad, los “planes de racionamiento”, la situación de embalses y del sistema de distribución particularmente para el área metropolitana, las consecuencias en la calidad de vida por sus efectos en la salud, los servicios y en general en el “día a día” ciudadano. Fundación Tierra Viva junto a Coalición Clima 21 contribuyó con el análisis de una parte del problema cuando publicó un informe sobre la percepción de los ciudadanos sobre el servicio de agua en el Área Metropolitana de Caracas.
Sin embargo, así como en la historia del lago de Valencia, creemos que la visión sobre el problema se está quedando corta porque se ha centrado más en las consecuencias y en algunas causas evidentes, pero se ha olvidado lo relativo a la conservación de las cuencas que es un factor fundamental para poder tener acceso al agua.
Los años 2017 y 2018 han sido – en general – años “lluviosos”. Las lluvias han sido abundantes o por lo menos se han mantenido el promedio histórico de precipitación en casi todo el territorio, muy distinto a lo que ocurrió, por ejemplo, en 2010. Así que la falta de “agua cruda” no parece explicar el problema. Sin embargo, es bien conocido el papel de las áreas boscosas especialmente de los parques nacionales para garantizar el agua que alimenta los embalses: el 85% del agua potable que consumimos los venezolanos tiene su origen en parques nacionales.
Entonces la pregunta que nos hacemos es cuánto del problema de disponibilidad de agua es debido a los procesos de degradación de nuestras cuencas cuyos flujos de agua y sedimentos se han visto alterados no solo por la acción humana sino por la inacción gubernamental. Podríamos suponer que en un país que está entre los 10 primeros en deforestación de América Latina, donde la vigilancia y control sobre las áreas protegidas no ha mejorado, un alto porcentaje de la crisis del agua tiene su origen en la mala gestión de nuestras cuencas hidrográficas.
Por lo anterior, a la hora de pensar y planificar los programas para la solución de la crisis del agua (cosa que no parece estar haciendo el gobierno pero si calificados técnicos privados a los cuales estamos agradecidos) son necesarias propuestas que consideren la necesidad de trabajos de restauración de áreas degradadas, junto a acciones de vigilancia y control, especialmente dentro de nuestros parques nacionales y otras áreas protegidas que son los garantes de la existencia del agua que requieren los embalses.
Así, más allá de indicar cuál es el monto de inversión requerida para restablecer un suministro constante de agua a los venezolanos, o de la cantidad de embalses a intervenir o crear, es necesario invertir en el diagnóstico del estado de las principales cuencas para diseñar planes de recuperación que garanticen un adecuado flujo de agua a través de arroyos, quebradas y ríos que terminarán alimentando a los embalses desde donde se extraerá el agua a incorporar en los sistemas de distribución de agua potable.
La solución a la crisis del agua no es sólo de infraestructura y “tuberías”; no se puede dejar en el aire la pregunta “¿y las cuencas pa´ cuando?”.
Alejandro Luy
4 de octubre de 2018