“Sembrar el petróleo”, frase célebre del polímata Arturo Uslar Pietri, quien en 1936 ya veía la necesidad de dejar de depender de los combustibles fósiles para incentivar el desarrollo nacional; hoy más que nunca vuelve a tomar fuerza por la ineludible necesidad de descarbonizar la economía nacional lo antes posible.
La fósil-dependencia de Venezuela ha permitido por un lado, desarrollar la política económica del país con un auge sin precedentes a través de los años, sin embargo, la absoluta sumisión hacia el petróleo, carbón y gas han ido declinando sectores económicos de gran importancia para el desarrollo local como lo son las actividades agropecuarias, turísticas y en general, resilientes al clima, afectando a comunidades que dependen de ese tipo de actividades endógenas para su propia subsistencia.
Aunado a lo anterior, el declive de los precios mundiales del petróleo se ha sumado a la crisis sin precedentes que el país atraviesa, ocasionando una irremediable problemática socio-política, afectando de manera simultánea la producción nacional, las actividades económicas y el bienestar de la población; lo que permite identificar que no es posible depender de los combustibles fósiles para desarrollar una nación y que la economía global no es sostenible tal como la conocemos.
Frente al cambio climático, fenómeno global que indudablemente impacta directa e indirectamente a Venezuela, es necesario plantear un modelo de desarrollo bajo en carbono que permita por una parte, diversificar los motores de la economía para crear procesos innovadores de avances hacia un futuro sostenible.
En las recientes negociaciones de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, marco internacional que rige los procesos de interfaz ciencia-política en el tema, Venezuela presentó su Contribución Nacional después de haber finalizado las discusiones. En la misma, el país se comprometía a unas medidas para reducir las vulnerabilidades y mitigar los efectos del fenómeno, las cuales según muchos expertos no eran suficientes para el estado actual de degradación ambiental en la que el país se encuentra actualmente, así como también el modelo de desarrollo que la nación ha tenido en los últimos años.
Bajo este contexto, es necesario reinterpretar las condiciones económicas, sociales y políticas del país hacia una planificación territorial con un enfoque downscalling que incluya variables integrales que permitan beneficiar a las comunidades (reconociendo a las poblaciones indígenas, locales y vulnerables) e induciendo un desarrollo comunitario por medio de actividades con baja huella de carbono, así como también con una alta capacidad de resiliencia frente a los impactos climáticos.
Así mismo, el país necesita enfocar sus esfuerzos en crear capacidades nacionales que permitan el fortalecimiento institucional y la sistematización de los conocimientos generados para incentivar una interfaz ciencia-política que responda a las necesidades del país, así como a los retos que el país presentará en el futuro de acuerdo a los escenarios de cambio climático producidos en la Primera -y única- Comunicación Nacional de Cambio Climático.
En consecuencia de lo expresado con anterioridad, el país necesita articular esfuerzos de mainstreaming para desarrollar estrategias de adaptación y mitigación al cambio climático, que sean integrales, eficientes y equitativas, es decir vincular los principales sectores económicos de la población con la gestión ambiental nacional, incluyendo la de cambio climático, priorizando el fortalecimiento del trabajo local que las comunidades puedan desarrollar y “despolitizando” las líneas que hasta ahora se han desarrollado sobre cambio climático en el país.
Dicho lo anterior, Venezuela requiere de un nuevo horizonte económico, político y social que sea reflejo de una evidencia empírica (América Latina tiene muchísimos casos de éxito en la planificación del desarrollo frente a cambio climático) y que permita la sostenibilidad en el tiempo de los recursos con los cuales cuenta el país.
Tal y como lo afirmó Anthony Giddens, sociólogo reconocido por su teoría de la estructuración y su mirada holística de las sociedades modernas, “podemos entrar en una nueva era de obscuridad o una nueva era ilustrada”, es decir el cambio climático es nuestra decisión.
Maria Eugenia Rinaudo Mannucci
Analista Ambiental