¿Qué hacer con las bolsas plásticas? Fernando Travieso

Durante el siglo XX, el plástico se adueñó del planeta. De una parte, es un material con usos muy valiosos que van desde instrumentos médicos hasta la fabricación de vehículos livianos y eficientes, pero por la otra, es una calamidad derivada de la aparentemente barata producción masiva de innumerables productos desechables que llenan los basureros, oscurecen los océanos, sofocan la vida silvestre y afean los paisajes, al tiempo que se asocian a una serie de problemas de salud, incluyendo algunos tipos de cáncer y de infertilidad.

Posiblemente ningún otro aspecto simboliza mejor los problemas de nuestra “cultura desechable” que la bolsa plástica que se usa una sola vez, a pesar de que puede ser usada y reciclada de manera inteligente. Según un estudio dado a conocer en mayo pasado por el Earth Policy Institute, de Washington, dos millones de bolsas plásticas desechables se usan cada minuto en el mundo, lo que significa la colosal cifra de un billón al año. Este producto de consumo masivo, hecho de gas natural o petróleo, se utiliza por lo general durante pocos minutos pero dura cientos de años en el ambiente, ya que aunque se convierte en partículas cada vez más pequeñas, nunca llega a biodegradarse completamente.

EUROPA DECIDIÓ REDUCIR SU USO
El consumo europeo de bolsas plásticas varía mucho entre unos y otros países, al punto de que oscila entre 4 bolsas por persona por año en Dinamarca y Finlandia, y la elevada cifra de 466 en Polonia, Portugal y Eslovaquia. Tan sólo en 2010 se sacaron al mercado de la Unión unos 96.600 millones de bolsas plásticas, lo que quiere decir que a cada europeo le corresponde una media de 198 al año, reutilizables o no.

No obstante, en razón de los múltiples problemas asociados con las bolsas plásticas, muchos países han venido implementando prohibiciones o impuestos dirigidos a reducir y eventualmente eliminar su uso. La primera regulación surgió en Dinamarca en 1993, y consistió en un impuesto a los fabricantes basado en el grosor de la bolsa, el cual fue transferido a los consumidores mediante su cobro directo o incluyéndolo en el precio de los productos. El efecto inicial de este sistema fue una impresionante reducción de un 60% en el uso de bolsas de plástico, el cual sirvió como modelo para que Irlanda, Bélgica, Bulgaria, Francia, Alemania, Letonia y Holanda, decidieran cobrarlas también.

La Unión Europea en su conjunto se comprometió este año a reducir la utilización de las bolsas plásticas de un sólo uso (las más comunes y contaminantes) en al menos un 50% para antes del 2017 y hasta el 80% para el 2019, tomando como base las cifras de consumo del 2010. Tal decisión fue impulsada en buena medida por la necesidad de atenuar la cantidad de plástico en el ambiente marino ya que, según señala la Comisión Europea en la Exposición de Motivos de la propuesta: “En el mar del Norte, los estómagos del 94% de todas las aves contienen plástico, así como la mayoría de las especies marinas en peligro de extinción.” La disposición obliga a todos los países a adoptar medidas para reducir el consumo de bolsas de plástico de un grosor inferior a las 50 micras, aplicando los medios que crean mejores.

OTROS PAÍSES COMIENZAN A ACTUAR
Sorprendentemente, la estrategia más estricta del mundo en contra del uso de bolsas plásticas está siendo implementada desde el año 2008 en Ruanda, África, al punto de que los pasajeros que arriban por avión desde el extranjero tienen que entregar sus bolsas de plástico para poder entrar al país. Además en África, otros 16 países han anunciado prohibiciones de algún tipo aunque con diferentes niveles de efectividad.

En China, donde la contaminación por este producto es enorme, en 2008 se aprobó una ley nacional prohibiendo las bolsas plásticas extra-delgadas y obligando a los comercios a cobrar por las bolsas más gruesas, la cual al parecer ha tenido algún resultado ya que hace poco el gobierno reportó que su uso cayó en más de dos tercios.

Por su parte, Estados Unidos y unos pocos países latinoamericanos como Chile, Argentina, Brasil y México se han sumado a las regulaciones, algunas de las cuales limitan e incluso prohíben el uso de bolsas plásticas, aunque lamentablemente constituyen esfuerzos aislados implantados en algunos estados o ciudades, y no como decisiones de carácter nacional. En Estados Unidos destacan Hawaii, donde está totalmente prohibido su uso desde hace tiempo, y California y Chicago donde se acaba de adoptar la medida.

CREAR COMBUSTIBLE LÍQUIDO A PARTIR DE BOLSAS PLÁSTICAS
A pesar de que reciclar las bolsas plásticas es posible, la proporción de ellas que se somete a reconversión es muy baja hoy día.

No obstante, la revista Fuel Processing Technology publicó recientemente una investigación realizada por científicos de la Universidad de Illinois (EEUU), quienes reportan haber obtenido diesel a partir de bolsas plásticas recicladas.

Mediante un proceso conocido como pirólisis, las bolsas son sometidas a altas temperaturas en una cámara sin oxígeno, lo que facilita su descomposición química y a partir de allí la obtención de diesel que puede mezclarse tanto con diesel convencional, como con diesel y biodiesel ultra bajos en azufre, sin que se produzcan problemas de compatibilidad.

La investigación reseñada por la revista ha ido más allá fraccionando el combustible obtenido en diferentes productos derivados del petróleo y probando esas fracciones de diesel para comprobar si cumplen las normas nacionales de los diesel y biodiesel.

Este descubrimiento significa una buena noticia por su impacto positivo sobre el ambiente, ya que permite la reutilización de un material que hasta la fecha se había topado con muchos problemas para su reciclaje.

*Trabajo realizado con la colaboración de Magaly Irady
traviesofernando97@gmail.com www.ecodesarrolloyhabitat.blogspot.com

Fuente:  Diario Tal Cual, Edición 4 de octubre