Las contribuciones de Venezuela a las INDC en el marco del acuerdo de París. Una oportunidad por ahora pérdida. A De Lisio

El gobierno Venezolano presentó en la COP 21 la propuesta “Contribuciones Previstas Nacionalmente de la República Bolivariana de Venezuela para la lucha contra el Cambio Climático y sus efectos”. Resulta interesante empezar por resaltar que la postura oficial de enfrentar las modificaciones de las variables climáticas, nos retrotrae a las superadas posiciones de más de dos décadas atrás. En este largo camino que nos condujo a París 2015, los gobiernos que han dedicado esfuerzos en la determinación de las consecuencias de las alteraciones climáticas en el planeta se han percatado que más que confrontar se trata de adaptar a las nuevas condiciones de temperatura y lluvia. Desde el año 2009 en el Sistema de Naciones Unidas, en lugar de mitigación de riesgos frente a amenazas se estimula la estrategia de descarbonización de las economías y de las sociedades, aceptando que el problema a resolver es de cómo reducir cuando no eliminar los combustibles fósiles. El Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC en inglés) órgano asesor de la ONU ha venido consolidando las cifras. Hoy sabemos por ejemplo que cada litro de gasolina produce 2,2 Kg de CO2 x litro, el diesel 2,4 Kg de CO2 x litro, el gasóleo 2,7 Kg de CO2 x Kg, coque 3,1 Kg de CO2 x Kg, carbón 2,3 Kg de CO2 x Kg, el gas natural 0,202 Kg de CO2 x KWh. En fin cada vez que usamos combustibles fósiles contribuimos con el Efecto Invernadero del planeta.
Entendemos que para un gobierno que ha profundizado el perfil petrolero de Venezuela, que ha exacerbado el modelo rentista, no le es fácil aceptar que la encrucijada climática por la que atraviesa la humanidad conduce inevitablemente hacia de los combustibles fósiles una matriz energética mundial alternativa, en la cual los combustibles fósiles participarían cada vez en menor proporción. La alta carga impositiva con la que se pecha el consumo del petróleo y sus derivados no solamente en los países desarrollados, sino inclusive en muchos de aquellos beneficiado por Petrocaribe, conllevan al estímulo del desarrollo de las fuentes circulantes de energía: sol, viento, mareas y de los aportes provenientes de las fuentes renovables como la biomasa. Se está en inicio de un cambio energo-civilizatorio . En el alto gobierno deberían recordar al jeque Yamani, cuando en su condición de Secretario General OPEP (1974-1975) advirtió que la edad de piedra no se terminó precisamente por falta de piedras. Los responsables de la conducción del país deberían asumir con mayor responsabilidad el reto que les ha tocado y evitar caer en posturas simplistas. No se puede seguir por ejemplo insistiendo en que la participación de Venezuela en GEI mundiales es bajo ya que “solo representan el 0,48% de las emisiones globales” (Documento presentado en París página 6). Esta cifra indica que tenemos mucho por lo quepreocuparnos ya que somos el país número 33 en el ranking mundial de GEI, con un per cápita preocupante, considerando que representamos el 0,042% de la población total del planeta, equivalente a un orden 10 veces menor al de las emisiones.
Esta falta de rigurosidad para comprender el impacto que podría tener la adaptación al cambio climático en el país petrolero se manifiesta en la manera como se asumen los distintos compromisos, así se pretende compensar las emisiones nacionales con los tímidos resultados de la Misión Árbol que hasta el presente ha logrado recuperar poco más de 14000 Ha en los 9 años transcurridos desde su creación, es decir 1556 ha por el año. Esta cifra es realmente desconcertante por ejemplo frente la deforestación anual de 3.000.000 de Ha que se estima en el país., equivalente de acuerdo a FAO al 0,6% de la superficie boscosa del país. De continuar con esta tasa de degradación corremos el riesgo de perder toda nuestra cubierta boscosa en menos de 200 años. El gobierno ha sido muy negligente en el aprovechamiento de las oportunidades de los Mecanismos de Desarrollo Limpio que se han negociado en las COP, somos junto a Paraguay los únicos países en Suramérica que no han concretado acuerdos del Programa ONU de Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación (REDD) de los bosques. En caso venezolano se utilizan argumentos ideológicos como que el programa beneficia al capitalismo mundial, que por lo visto no acompañan los restantes socios de la ALBA; todos han aplicado al programa, incluyendo Bolivia que mantuvo una posición muy crítica frente a REDD en la COP 16 de Cancún.
Resulta importante resaltar que Venezuela tiene en sus bosques una de las mejores oportunidades de llegar a un balance cero de carbono, es decir de compensar en un 100% las emisiones país estimadas en 180 millones de Tn de carbón que nos ubica puesto entre los 35 países más emisores .Como una de las causas de esta poco envidiable posición aparece la falta de medidas que propicien la eliminación total de la pérdida de gas por venteo, una paradoja mayor en un país en el que desde el año 2002 existe una Ley de Hidrocarburos Gaseosos. Este instrumento facilita un marco legal para la transición del país hacia un futuro energético más promisorio en respuesta a la adaptación climática dada la combustión más limpia del gas frente al petróleo y carbón. Sin embargo se ha preferido seguir manteniendo la herencia petrolera y se ha privilegiado los proyectos de extracción del petróleo pesado de la Faja Petrolera del Orinoco, asociados a altos niveles de impacto ambiental y elevados costos de producción y transporte.
En las emisiones GEI del país además de la producción petrolera hay que destacar los aspectos que tienen que ver con nuestro habitar, debiendo destacar en esta dimensión el alto consumo de electricidad de los venezolanos superior al promedio latinoamericano. Este derroche no se corrige solo con los bombillos ahorradores que el gobierno resalta como medida en sus contribuciones para reducir emisiones. Hay que destacar que la situación se ha agravado en los últimos años si se considera que se ha incrementado en 4,38% el aporte de las plantas termoeléctricas, reduciendo la fuente hidroeléctrica, considerada energía limpia. Se ha ido en contrasentido a los planes que permitieron la descarbonización en el país con la entrada en funcionamiento de la represa la represa de Guri en los años setenta que significó el ahorro de unos 700.000 barriles de diarios equivalentes de petróleo. Igualmente en la necesidad de disminuir la huella carbono de nuestro estilo de vida, en la propuesta que el gobierno presentó en París no plantea medidas efectivas para disminuir el alto consumo energético que implica el patrón de movilidad en el que se privilegia el uso del carro individual y el transporte público superficial compuesto por un parque automotor anticuado, ineficiente, mal mantenido
Como corolario de esta breve evaluación podemos decir que el gobierno nacional ha anunciado un conjunto de medidas muy pueriles frente al tamaño de las contribuciones que debería realizar. No podía ser de otra manera si se toma en consideración el retraso de la 2° Comunicación de Cambio Climático, compromiso que permitiría las estimaciones que ahora no tenemos y que seguramente explica el discurso difuso de nuestros altos funcionarios en la COP 21 impregnado por una anacrónica carga ideológica quizás para esconder la falta de un programa que precise el cuánto y el donde se reduce las emisiones GEI del país.