Cuando era adolescente siempre llamaron mi atención las asignaturas del bachillerato relacionadas con el ambiente: estudios de la naturaleza, biología, ciencias de la tierra. Particularmente recuerdo la oportunidad en la que la profesora de biología en octavo grado – en un liceo de Los Teques, mi ciudad natal – llevó los implementos necesarios con los cuales los alumnos diseccionamos una pequeña rana para entender algunos aspectos de esta especie, de las reglas básicas que rigen a los seres vivos en general y de los distintos mecanismos fisiológicos presentes en los integrantes del reino animal, que nos ayudaron a comprender la dinámica de la vida.
El ver tan de cerca e incluso participar en algunas tareas del proceso me hizo entender a temprana edad que no somos los humanos los únicos seres vivos que poblamos la tierra, y que hay allá afuera cientos y cientos de especies – mucho más vulnerables – también enfrentadas día a día a la supervivencia. De esta manera creo que adquirí las primeras nociones de conciencia ecológica y de respeto por el ambiente.
Pasó el tiempo, y si bien no me hice biólogo ni científico naturalista he mantenido mi afecto por la naturaleza y la diversidad biológica.
La aves: una oportunidad
En la escuela primaria me enteré – como todos lo hacemos en esa época de nuestra vida – que es el turpial el ave nacional, a pesar de que es un pajarito que no se ve tan seguido por allí. Luego supe que este animalito ataviado de un vistoso traje natural negro y amarillo recibe el nombre (a efectos de su clasificación en el mundo animal) de Icterus icterus. Más nunca se me olvidó, y por años fue el único nombre científico que manejé de alguna especie.
Tres décadas después – este 2017 – asistí a un taller de observación de aves en la Sociedad Conservacionista Audubon de Venezuela, en Caracas. De a poco ha aumentado en mí el interés por aprender de esta interesante actividad, con la cual he constatado que no es sólo en las zonas naturales (llanos y bosques) de Venezuela donde abundan las aves sino que la mayor parte de nuestros espacios urbanos son hábitat de numerosas especies (1).
Ahora he aprendido a mirar con otros ojos al entorno citadino, a tomar aún mayor conciencia de la necesidad de la vegetación en nuestras ciudades como lugar de residencia de estos vertebrados e incluso ahora he podido apreciar – posados en un árbol del centro de Los Teques, ciudad donde continúo viviendo – a especies tan interesantes como el gavilán sabanero (Milvago chimachima) o el loro guaro (Amazona amazonica) (2), realidad de la que no tenía conocimiento pues pensaba que éstas sólo se podían apreciar en estado silvestre en zonas del interior del país.
Una opción de aprendizaje ecológico
Conversaba recientemente, otra vez en Los Teques, con varios estudiantes de séptimo grado de bachillerato y me quedó la percepción que muy poco le hablan sus profesores de diversidad biológica o de la necesidad de preservar la naturaleza, más allá de lo que pueda estar reflejado en el correspondiente libro de texto, que quizá abordan en unas rápidas clases sin mayor profundidad.
Me surgió entonces la pregunta de qué tan efectiva es la promoción en nuestros escolares de un genuino aprecio y respeto por la naturaleza, como garantía de que el día de mañana sean hombres y mujeres comprometidos con la preservación del planeta ante las tantas amenazas que lo rodean.
¿Podría ser la actividad de observación de aves una adecuada estrategia a implementar en nuestros planteles educativos para promocionar una efectiva conciencia ambiental?
Sobre este tema, Pasquali, Acedo de Bueno y Ochoa (2011), investigadoras venezolanas, plantean que utilizar la actividad de observación de aves en el contexto educativo permitiría crear sensibilidad hacia las mismas como componente de nuestra biodiversidad, promoviendo actitudes que las valoricen en el contexto natural y en especial el urbano, y que promuevan una actitud reflexiva sobre el efecto de la urbanización en la naturaleza. (3)
Tras realizar una investigación en la ciudad de Caracas, en la que indagaron sobre el conocimiento que tienen sus habitantes acerca de la diversidad de la avifauna urbana, concluyeron que la observación de aves, como actividad pedagógica en el contexto curricular venezolano, se presenta como una alternativa integradora de las distintas áreas. Y por sus múltiples actividades didácticas puede ser incorporada a los diferentes ejes transversales, a los fines de promover aspectos positivos para la convivencia, tecnología, la conservación del ambiente y valores asociados con la valoración patria. Asimismo, facilita el desarrollo de los estudiantes en cuanto a sus competencias y sus estilos de aprendizaje. (4)
Por otro lado, Audubon de Venezuela desarrolla desde el año 2006 en varios estados su propuesta “Las aves entran en las escuelas”; iniciativa que incluso ya cuenta con una aplicación web de acceso público (http://www.descubrelasavesdevenezuela.org/) mediante la cual los docentes y estudiantes pueden conocer las principales y más comunes especies de la avifauna del país. (5)
Ahora bien. ¿será factible trasladar esta propuesta educativa al ámbito de la capital mirandina para lograr una mayor conciencia ecológica de la población en edad escolar?
Si bien no se localizan investigaciones desarrolladas en este ámbito territorial sobre el tema, sí se conoce por testimonios de residentes que la zona de Los Teques y el resto de parroquias del municipio Guaicaipuro cuentan con una buena cantidad de áreas con considerable presencia de aves, tales como el Parque Gustavo Knoop, los alrededores de la antigua vía férrea del Tren El Encanto, el Parque Sociocultural Villa Teola, las plazas Bolívar, Guaicaipuro y Miranda, las áreas verdes del Liceo San José, de Pdvsa-Intevep, y la zonas boscosa del eje Lagunetica – San Pedro de los Altos.
Otros testimonios recabados por quien suscribe estas líneas dan cuenta de la realización de avistamiento desde hace ya más de veinte años en algunos puntos de la región, pero de manera aislada e incluso con la venida al país – en los años 80 del siglo pasado – de turistas y aviobservadores norteamericanos y europeos a bosques de la subregión a practicar esta actividad.
Una búsqueda reciente en el sitio web ebird.org (web desarrollada por el Laboratorio de Ornitología de la Universidad de Cornell, EEUU, para recabar datos a escala global relacionados con la observación de aves) especificando la zona altomirandina muestra algunos registros de avistamiento realizados en esta subregión, sobre todo en áreas boscosas de San Pedro de los Altos y en el municipio Los Salias.
Llevar la práctica de la observación de aves a los planteles educativos del municipio Guaicaipuro es una tarea en la que creemos pueden involucrarse diversos entes gubernamentales municipales, regionales y nacionales de los ámbitos ecológico y educativo, los estudiantes universitarios del municipio que requieren efectuar servicio o trabajo comunitario, las agrupaciones ambientalistas de la sociedad civil y la directiva de cada plantel educativo, actores que podrían articular un gran movimiento de aviobservación escolar en la jurisdicción que puede incluso convertirse en referencia de formación con conciencia ecológica a escala nacional.
Y no solo la formación de estudiantes con sentido de conciencia ambiental sería el único resultado, sino que el empezar a abordar esos espacios naturales puede sentar las bases para que se inicie un trabajo de registro de especies que permita saber cuáles hacen vida en cada uno de nuestros hábitats altomirandinos, y servir de punto de partida para que investigadores científicos completen profesionalmente esta labor.
En fin, que con esta estrategia tampoco tendremos que esperar porque cada uno de nuestros estudiantes pueda tener su oportunidad de apreciar la disección de un ser vivo en el salón de clases – práctica incluso cuestionada ya en algunos países para el sistema educativo frente a la existencia de tantas herramientas tecnológicas multimedia (6) – para adquirir conciencia de la biodiversidad y el respeto por los seres vivos, sino que masivamente los involucramos en el tema desde el propio hábitat apreciando especies vivas y en su entorno natural.
REFERENCIAS:
1) Hilty et al. Birds of Venezuela. Second Edition. Princeton University Press. 2003
2) Verea, C., G. A. Rodríguez, D. Ascanio y A. Solórzano. Los Nombres Comunes de las Aves de Venezuela. Comité de Nomenclatura Común de las Aves de Venezuela, Unión Venezolana de Ornitólogos (UVO), Caracas.2012
3) Carlota Pasquali T., María de Lourdes Acedo de Bueno y Beatriz Ochoa P: Propuesta para una estrategia didáctica en Educación Ambiental: La observación de aves. Revista: Educere 2011. Disponible en http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=35622379011> ISSN 1316-4910
4) IDEM.
5) Programa Las Aves entran en las Escuelas. Audubon Venezuela. Disponible en http://www.audubonvenezuela.org/educacion/las-aves-en-las-escuelas/programa.html
6) Proyecto para “cortar” con las disecciones en los liceos. Anima Naturalis. Disponible en http://www.animanaturalis.org/n/proyecto-para-cortar-con-las-disecciones-en-los-liceos