Pasemos el trago amargo de una vez: el balance ambiental de Venezuela en el 2014 no es bueno. La razón: los principales problemas ambientales del país se mantienen iguales o han empeorado si se comparan con el año anterior, y no se han identificado acciones significativas para la atención de los mismos.
Poco o nada se ha hecho para manejar adecuadamente las miles de toneladas de basura que diariamente se producen en todo nuestro territorio. No es exagerado decir que ninguna alcaldía tiene la capacidad técnicas ni financiera para hacer un adecuado manejo de los residuos y desechos. Además, un año más, la ideología partidista ha dominado a la acción técnica en la solución del problema.
Las plantas de tratamiento manejan, escasamente, el 30% de las aguas servidas, lo que significa que de cada 100 litros de aguas que salen de nuestros baños y fregaderos, 70 llegan contaminados a ríos, lagos y mares; la calidad del agua en la Cuenca del lago de Valencia sigue afectando a una parte importante de ciudadanos del país,
Los parques nacionales y otras áreas protegidas están amenazados por minería ilegal (que ya se asoma frente al Salto Ángel, emblema de Canaima y de nuestro país), invasiones y deforestaciones, a la par de una debilidad institucional del Instituto Nacional de Parques.
Ni siquiera el poder ejecutivo ha hecho lo que en béisbol se llamaría las “jugadas de rutina”, las básicas que permitan avanzar en las soluciones. Dos ejemplos concretos: no ha elaborado el Plan de Gestión Integral de Residuos y Desechos sólidos a pesar de que la Ley de Gestión Integral de la Basura, que daba un año para su redacción, cumple 4 años de aprobación el 30 de diciembre de 2014. Tampoco “ha habido tiempo” para la elaboración de la 2da comunicación de cambio climático, prometida desde al menos el año 2009 y que es necesaria para conocer cuáles son los lineamientos y prioridades del estado venezolano en la materia que permitan diseñar programas para la mitigación y la adaptación. Sin embargo, a nivel internacional nos mostrarnos como adalides de la acción en contra el cambio climático.
Para empeorar las cosas, en septiembre se produjo la desaparición del Ministerio del Ambiente, institución pionera en Latinoamérica con 37 años de existencia, al crearse el Ministerio de Ecosocialismo, Hábitat y Vivienda, rebajando a vice ministerios la gestión ambiental. Fueron múltiples y de variados sectores las opiniones en contra de esta decisión. Ex – ministros (incluyendo dos de los últimos quince años de gobierno), profesionales, ONG, gremios, universidades y políticos alertaron acerca de lo inadecuado y peligroso de esta medida en la conservación del ambiente, el desarrollo sustentable y la calidad de vida, y llamaron a revertir la decisión. Ninguna de las sugerencias o demandas fueron escuchadas, ni siquiera respondidas, lo cual se suma a los aspectos negativos de este balance ambiental: la poca valoración de las opiniones de la sociedad civil.
Ese menosprecio hacia el ciudadano preocupado por el ambiente y sus opiniones también se ha evidenciado en el accionar del Ministerio de Transporte Terrestre que ha trabajado para los vehículos en detrimento de los peatones y los árboles, particularmente en la ciudad de Caracas.
Un detalle nada despreciable fue el desalojo, por resolución conjunta del gobierno del Territorio Insular Francisco de Miranda y el Ministerio de Agricultura y Tierras, de la Fundación Científica Los Roques, institución creada hace 50 años que contribuyó a la creación Parque Nacional Archipiélago de Los Roques y la conservación de sus recursos, de la Estación Biológica de Dos Mosquises.
Ante este panorama vemos que la acción de muchas organizaciones no gubernamentales ambientales, comprometidas fundamentalmente con objetivos incluyentes para el beneficio de todos los venezolanos, no mediadas por intereses político partidistas, constituyen un oasis dentro de ésta especie de desierto de gestión ambiental.
A pesar de los pocos recursos y el entorno que no facilita la acción de la sociedad civil organizada, las ONG ambientales son espacios para asomarse para ver compromisos, alianzas y referentes de lo que positivamente está ocurriendo en el país.
Por todo lo anterior, Fundación Tierra Viva está preparando el documento “Nuestro Balance 2014”, la segunda edición de ésta iniciativa del Proyecto Redes Ambientales, que tiene como objetivo acopiar información de las principales acciones y logros de las ONG ambientales que permitan al ciudadano, los medios de comunicación y a las instituciones nacionales e internacionales conocer la labor que viene realizando el sector por la conservación del ambiente y la mejora de la calidad de vida.
Esperamos que en un año podamos contar con un mejor balance global, que incluya más organizaciones reportando su acción por el ambiente y la calidad de vida.