Manorta: es un ejemplo adecuado de la disposición final de la basura. Marina Sandoval

El relleno de Manorta cumple con las normas técnicas y sanitarias.

Hasta hace diez años, aproximadamente, los municipios de la zona norte y de montaña tenían una característica muy particular, que cualquier visitante podía apreciar: un sinnúmero de basureros que generaban, además, contaminación por la quema de los desechos. Tenían problemas en la disposición final de los mismos. Pero esa realidad cambió con la puesta en funcionamiento del relleno sanitario de Manorta (Mancomunidad de municipios de la zona norte del estado Táchira).

En ese recinto de la zona industrial de La Fría (García de Hevia), doce municipios, con aproximadamente 190 mil habitantes, botan alrededor de 190 toneladas diarias. En 2003, cinco municipios empezaron a depositar la basura allí; hoy lo hacen García de Hevia, Panamericano, José María Vargas, Ayacucho, Antonio Rómulo Costa, Seboruco, Jáuregui, Simón Rodríguez, San Judas Tadeo, Samuel Darío Maldonado, Michelena y Lobatera.

A pesar del crecimiento exponencial en la recepción de basura, pues, dice el profesor Duilio Pérez, uno de los promotores de la mancomunidad -y su director gerente desde 1994, cuando se constituyó con aportes del Gobierno nacional, la Gobernación y las alcaldías-, empezaron recibiendo 10 mil toneladas por año y hoy reciben 60 mil toneladas al año, y con la organización y el manejo adecuado de los desechos, allí no se sienten malos olores, tampoco moscas y vectores; solamente zamuros, que, dijo Pérez, “es el mejor trabajador ecológico que hay, se come todo lo que genera mal olor, es un empleado que ayuda a sanear”. Solamente se vio a un ciudadano buscando material de desecho, mientras los maquinistas hacían su labor de compactar y tapar con tierra.

Incluso la comunidad Sagrado Corazón de Jesús, cuyos moradores invadieron el sector después de que se fundó Manorta, a doscientos cincuenta metros aproximadamente del relleno sanitario, es ajena a los problemas de contaminación que padecen los vecinos de otros rellenos.

De hecho, en las oficinas de la Mancomunidad, a cien metros aproximadamente de la segunda fosa, donde actualmente depositan la basura, tampoco se siente el mal olor. Más cerca están las lagunas de oxidación, que el ingeniero Nelson Zambrano, asesor técnico de Manorta, llama “laguna de estabilización facultativa”, porque no produce olor, y su propósito es captar todo el lixiviado de la primera y segunda fosas para que se evapore”.

Los alcaldes mancomunados recuerdan que, antes de la unión, se veían obligados a verter la basura en las cuencas que surten al Acueducto Regional del Táchira (ART), como los ríos Bobo o San Antonio, dijo Jordi Sánchez, de Francisco de Miranda. O como el municipio Simón Rodríguez, cuenta Carlos Apolinar, su burgomaestre, en el río Escalante y el botadero a cielo abierto en Coloncito. Fernando Andrade, de Michelena, dice que hasta 2009 tuvieron un vertedero a cielo abierto en su jurisdicción.

Afirman que hoy no tienen problemas de contaminación en sus comunidades, ni por recolección ni por la deposición final de los desechos, y coinciden en que la razón es que los doce alcaldes mancomunados, ajenos a la política partidista, se han preocupado por  sanear ese problema ambiental.

Por eso, afirman que Manorta es un ejemplo de lo que es el manejo adecuado de la disposición final de la basura. De hecho, se atreven a decir que tampoco tienen que envidiarle al relleno sanitario de El Guayabal, de Cúcuta, inaugurado en 2001, de unas 40 hectáreas aproximadamente y que, según estiman, tiene una vida útil de 80 años. Ese recinto atiende once municipios del Norte de Santander, que depositan diariamente unas 500 toneladas de basura. Allí hay restaurante y zoológico. Pero, a juicio de los alcaldes, “recibe bastante platica en la parte técnica”.

Marina Sandoval Villamizar

Fuente Diario La Nación http://www.lanacion.com.ve/regional/manorta-es-un-ejemplo-adecuado-de-la-disposicion-final-de-la-basura/