La vida de las tortugas está llena de peligros, su ciclo de vida es mucho más largo que el nuestro. Su travesía por los mares y océanos, se ha convertido en un maratón de obstáculos. Cada km nadado es un km sobrevivido. Su estrategia reproductiva se basa en una gran cantidad de huevos por nido. Desde la colonia y quizás antes, su carne y sus huevos han sido un alimento para muchas especies incluyéndonos. Sus caparazones fueron utilizados para hacer objetos decorativos. Su aceite fue combustibles para las lámparas. Por eso hoy están en peligro de extinción. La recuperación de sus poblaciones es un todo un reto a largo plazo que contempla la participación de muchas personas, organizaciones y gobiernos alrededor del mundo. En Venezuela una de las asociaciones civiles que ha decido encarar este reto es CITMAR el Centro de Investigaciones de Tortugas Marinas que trabaja en las playas de Paria, concretamente en Cipara desde 1999 y Querepare desde 2002. Hedelvy Guada bióloga egresada de la Universidad Central de Venezuela es quien coordina el trabajo para apoyar la vida de estas viajeras planetarias en sus primeros centímetros de vida
El leitmotiv de Hedelvy Guada
“Hace como 20 años conocí el trabajo que se estaba haciendo en Isla de Aves con estos animales. Me maravillé, me fasciné y mi vida cambió. Las tortugas se convirtieron en mi leitmotiv. Cuando ves a una tortuga que está segura y protegida en su ciclo de desove, hay una satisfacción muy grande. Cuando sabes que has contribuido a que personas se interesen en el tema es otra satisfacción y si logras motivarlos a que hagan buena conservación pues mejor. No es lo mismo hacer simplemente conservación, hay que hacerlo bien, tratamos de promover buena ciencia y buena conservación para tratar de recuperar algo de la poblaciones, porque sabemos que nunca vamos a llegar a los números de la colonia”.
Un pequeño nido sólido
A la pregunta de cuantas tortugas ha logrado salvar el trabajo de CITMAR, Hedelvy nos explica que hablar de logros en números es algo que aún no se puede hacer, aún es muy temprano para hacerlo porque la Tortuga Cardón (Dermochelys coriácea), especie con la que se fundamentalmente se distingue el trabajo de Citmar, es una de las que más tarda en crecer: “a las tortugas les toma de 20 a 25 años para llegar a la adultez. Lo que puedo decir es que con los años hemos incrementado el número de tortuguitas liberadas. Si sumamos todos estos años hemos liberado más 90.000 mil crías, que nos da mucha alegría; pero cuando tu sabes que sólo una de cada mil a diez mil, va a llegar a ser adulto ya no te alegras tanto. Nosotros protegemos las nidadas, hay un sitio de protección y anidación. Hemos marcado casi 1.100 hembras de tortugas cardón. Tenemos cerca de 100 personas capacitadas en el proyecto y más de una docena de trabajos entre pregrado y post grado y muchas pasantías. En las playas en que trabajamos ya no hay saqueos por parte de los lugareños porque ellos son parte del proyecto, cuando ocurre alguno lo hacen personas que no son de allí. Cada tortuga hembra, adulta, que llega a la playa es identificada por una placa metálica y los tortuguillos son liberados apenas nacen y tratamos de hacer la menor intervención posible. Es posible que nuestro trabajo sea como un pequeño nido y que en nuestro tiempo de vida no lleguemos a ver todos los frutos pero es sólido y la apuesta es a largo plazo como el ciclo de vida de las tortugas”.
Maratón de obstáculos
Las tortugas son animales muy sensibles. Transcurren décadas para que puedan reproducirse, pasan mucho tiempo en el agua donde se mueven con mayor facilidad, pero ese mar cada vez está más contaminado “Se han encontrado tortugas muertas sin una causa aparente y la necropsia muestra una bolsa de plástico que la tortuga confundió con una medusa, su principal alimento”. En la arena les cuesta mucho moverse y hacer el nido requiere de todo su esfuerzo. Los nidos son saqueados por animales y humanos. Las crías se orientan con las luces y si hay una profusión de luces, en vez de ser estimuladas por la luna, las estrellas y su luz reflejada en al agua, van a ir en sentido contrario al agua. Hay personas que se han llevado tortuguitas para sus casas y las tortugas marinas no son mascotas. Los rústicos o los vehículos en las playas son un problema grave pues aplastan los nidos y se han encontrado crías aplastadas. Las playas con troncos, basura u objetos cortantes son un verdadero peligro para las tortugas adultas. Pero hay dos puntos poco difundidos que Hedelvy agrega a la lista de riesgos: el aumento de temperatura en el planeta hace que el resultado de los nidos sea mayoritariamente de hembras, pero también este aumento de temperatura puede afectar las corrientes marinas que ellas aprovechan en sus viajes.
Formación y participación
Afortunadamente aquí en Venezuela tenemos una veda y somos signatarios del convenio internacional para la protección de las tortugas marinas, es decir hay protección legal para todas las especies de tortugas marinas, pero los mecanismos sancionatorios no son todo lo eficiente que se necesitan y falta mucho por trabajar en la parte educativa e informativa. Esta educación y toma de conciencia pasa por decir no cuando en cualquier restaurant le ofrezcan carne de tortuga y además de decir no, haga la denuncia correspondiente a favor de una especie que puede desaparecer del planeta. “Muchas veces la gente no denuncia por temor a que la denuncia se vuelva en contra de ellos y en otras ocasiones cuando la denuncia se hace y se atrapa a la persona a la semana está libre como paso hace poco en Margarita que se logro atrapar a la persona que mato a machetazos a una tortuga. Hay personas que saquean los nidos por los lados de Carúpano y Río Caribe y los venden. Estas personas descartan el riesgo que supone una multa o una pena en prisión que es lo que contempla la Ley Penal del Ambiente en estos casos. Hay que decir que en distintas playas del país se saquen los nidos, en el parque nacional Morrocoy, en La Sabana, en Ocumare de la Costa,en Margarita, en La Blanquilla y en muchas otras playas. Contra esto lo único que funciona es el control social y la educación porque las personas informadas se convierten en aliados. Nuestro proyecto apunta a la formación y a la participación de la comunidad que ve beneficios: además de la formación a los guardianes se les paga unos honorarios durante la temporada de anidación, la casa donde nos quedamos se le alquila a su dueña por todo el año y allí el proyecto hace su contribución con la reducción de la pobreza y con la preservación de la diversidad biológica que señalan los Objetivos del Milenio.
De 7 tenemos 5
De las 7 especies de tortugas marinas del mundo hay 5 en Venezuela, La verde o blanca Chelonia mydas, la cebezona o caguama Caretta caretta, la carey o parape Eretmochelys imbricatta, la guaraguá o maní Kepidochelys olivácea y la cardón Dermochelys coriácea.
Adopta una tortuguita
Dentro de los planes de CITMAR está el establecimiento de un eco-museo en Querepare y continuar trabajando en este proyecto de largo aliento. Una forma de ayudar es el programa de adopción de un tortuguillo o un nido www.tortuadopción.com es una forma muy sencilla y fácil de colaborar en este proyecto y permitir que continúe en el tiempo que es lo que más se necesita. Son apenas Bs 190 anuales que pueden ser la diferencia para salvar una tortuguita. Además ese tortu papá o mamá también ayuda a que otras personas conozcan el problema crítico que enfrentan estas tortugas, estas viajeras de los océanos.
El Eco museo
Pronto en Querepare se va a abrir un eco-museo de tortugas marinas, producto de un convenio ente el Ministerio del ambiente, la agencia de cooperación española y el municipio Arismendi, solo faltan unos detalles. Lo bonito es que todo el trabajo fue hecho por la comunidad. Antes de su inauguración ya trajo beneficios que se relacionan directamente con las tortugas y su protección. Esperemos que luego de su apertura los beneficios continúen para todos.
La CIT
A finales del mes de junio terminó la VI conferencias de las partes de La Convención Interamericana para la Protección y Conservación de las Tortugas Marinas (“CIT”) en el parque nacional Galápagos en Ecuador. Es un tratado intergubernamental que busca proteger a estas viajeras oceánicas. Brinda un piso legal, de carácter vinculante, para que estas especies sean protegidas en todo el continente americano. Venezuela lo ratificó y las acciones deben incluir actividades tanto en las playas de anidamiento como en los mares territoriales de los países firmantes. Nos señala Hedelvy que para todos los que trabajan en el área esta convención es de mucha importancia y que esta reunión que acaba de terminar uno de los puntos a tratar eran la ayuda financiera para apoyar los proyectos. Lamenta que Venezuela no haya asistido, aunque eso no la libra de la obligatoriedad de cumplir sus acuerdos.