Llevando el carruaje de Poseidón. Ernesto Ron

Los comúnmente conocidos como “caballitos de mar” parecen haber heredado cada parte de sus cuerpos de especies diferentes, por lo que los primeros naturalistas se encontraron frente a un gran reto a la hora de ubicarlos, incluso en la mitología griega se describieron como poderosos monstruos marinos capaces de halar el carruaje del mismísimo dios de los mares

¿CABALLOS EN EL MAR?

Los caballitos de mar son peces teleósteos pertenecientes a la Clase Actynopterygii y son comúnmente agrupados dentro del Orden Gasterosteiformes, en la familia Syngnathidae, conjuntamente con los peces pipa, los caballos pipa y los dragones marinos; compartiendo el orden taxonómico con otros curiosos peces como los peces pipa fantasma (Solenostomidae), los peces trompeta (Aulostomidae), los peces corneta o boca de flauta (Fistularidae), entre otros, aunque las relaciones evolutivas entre ellos permanecen en estudio.

NOCIONES SOBRE SU TAXONOMIA

Los caballitos marinos son ubicados en un solo género (Hippocampus) y debido a la gran similitud de sus morfologías se les considera monomórficos, con un patrón corporal caracterizado por una cabeza en ángulo recto con el cuerpo erguido; ojos con movimiento independiente; una trompa tubular desprovista de dientes, la cual sirve para succión de los alimentos; un tracto digestivo sin un estomago diferenciado, piel sin escamas que la cubran y adherida a una serie de placas óseas visibles como anillos que rodean el tronco y una cola prensil. No poseen aletas pélvicas, ni caudal, y tienen solamente una aleta dorsal propulsora, dos pequeñas pectorales estabilizadoras, en ambos lados de la cabeza y una aleta anal reducida.

Dificultades en la identificación y clasificación de las especies del género Hippocampus, surgen por la gran similitud de los patrones morfológicos generales, conjuntamente con una gran variabilidad intraespecífica, en cuanto a patrones de coloración y el crecimiento de filamentos corporales que los ayudan a mimetizarse con su entorno, por lo que son considerados maestros del camuflaje dentro del mundo submarino. Esto se evidencia en la gran cantidad de nombres empleados para la designación de las especies, señalándose más de 133 designaciones nominales. Sin embargo, aun existe desconocimiento acerca de cuáles de ellas representan especies reales y cuales son simplemente sinonimias, identificaciones erróneas, incorrecto etiquetado en los museos o errores ortográficos de la nomenclatura. Por lo que no existe una posición homogénea entre los investigadores sobre el número válido de especies, las cuales oscilan alrededor de 50 especies a nivel mundial.

Para el Océano Atlántico se han señalado en total seis especies, Hippocampus hippocampus, Hippocampus guttulatus e Hippocampus algiricus, como las especies válidas del  Atlántico Centro Oriental. Mientras que para el Océano Atlántico Occidental han sido señaladas las especies Hippocampus zosterae, Hippocampus erectus e Hippocampus reidi. Las cuales se distribuyen entre los 40° latitud Norte  y los 35° de latitud Sur, asociadas a praderas de pastos marinos, raíces de manglar y arrecifes de coral, aunque pueden encontrarse, en ocasiones, nadando libremente sobre fondos arenosos. En las costas de Venezuela, hasta la fecha, se reconocen dos de las tres especies citadas para el Atlántico Occidental, Hippocampus erectus e Hippocampus reidi.

La dificultad para determinar la identidad taxonómica de las especies que conforman el género Hippocampus, conjuntamente con la falta de determinación de aspectos ecológicos como patrones de distribución, abundancia, viabilidad, etc.; así como la detección de las rutas de comercialización y el efecto que las extracciones voluntarias o incidentales puedan tener sobre las especies del género, impiden que acciones de manejo y conservación puedan ser tomadas, haciendo necesaria la estandarización de la nomenclatura para evitar confusiones y hacer más efectiva la comunicación entre los entes involucrados en su manejo y preservación.

ORIGEN Y DISTRIBUCIÓN

Muchas especies de Hippocampus presentan una distribución en las regiones tropicales y templadas de los cuatro océanos del mundo, lo que pudiese sugerir que el género se originó antes del cierre del Mar de Thetys, hace al menos 20 millones de años, lo que explicaría el gran nivel de especialización ecológica de sus especies, que se evidencia en la variedad de ambientes y nichos ecológicos utilizados por las diferentes especies para su subsistencia en el tiempo, aunque se cree que el origen de muchas de sus especies es mucho más reciente, como por ejemplo, el caso de Hippocampus reidi, cuyo origen se estima entre 0,5 y 1,3 millones de años.

ALGO DE HISTORIA SOBRE UN PASADO REMOTO

La palabra Hippocampus (hippos = caballo y campus = monstruo marino) fue utilizada por los poetas griegos ancestrales como el nombre de una mítica criatura, con la cabeza de un caballo, una cola prensil como en los monos, un saco para proteger las crías como en los canguros y ojos de movimiento independiente como en los camaleones, por lo que no es de extrañar que los primeros naturalistas mostraran su confusión al ubicarlos dentro de grupos tan dispares como los insectos, los moluscos o los anfibios. Interpretaciones gráficas de los caballos de mar aparecen en la mitología griega donde se les describe halando el carruaje de Poseidón, el Dios de los Mares y en monedas de la Grecia antigua, así como en algunas vasijas de origen Etrusco, donde son representados como poderosos monstruos marinos, más que como animales reales. Desde entonces, muchos investigadores, ictiólogos y naturalistas han descrito muchas especies y han tratado, en mayor o menor grado, de establecer las bases para la clasificación e incrementar el conocimiento biológico y ecológico de sus especies.

UNA HISTORIA DE VIDA MUY PARTICULAR

Gran parte del atractivo de los caballitos de mar se debe al especializado cuidado parental y al estructurado patrón de apareamiento que exhiben estos organismos, ya que son los únicos peces en los que el macho es el que queda “embarazado”, siendo éste el responsable del cuidado y alimentación de las crías hasta su nacimiento, como individuos juveniles muy parecidos a los adultos, que miden entre 6 y 12 milímetros. Además, la mayoría de las especies de caballitos de mar estudiadas hasta ahora parecen ser monógamas, formando parejas que duran al menos toda la temporada de cría. Aunque, en algunas especies, el vínculo de la pareja se extiende durante varias temporadas consecutivas. En estos organismos la monogamia es reforzada por contactos diarios y conductas complejas que se convierten en una especie de cortejo que dura todo el período del embarazo.

El ciclo de vida de los caballitos de mar puede ser de uno a tres años dependiendo de la especie, durante los cuales se alimentan continuamente de una amplia variedad de organismos microscópicos, vegetales y animales que forman parte tanto del fitoplancton como del zooplancton. Sin embargo, son pocos los predadores naturales que ponen en riesgo la vida de los caballitos de mar en estado adulto, probablemente debido a su capacidad para esconderse, su apacible inmovilidad y a las placas óseas que cubren su cuerpo, que los hacen desagradables al paladar de muchas especies. Aunque existen registros documentados de daños corporales ocasionados por cangrejos y su presencia en el contenido estomacal de algunos peces como Pargos (Lutjanidae), Dorados (Coryphaenidae), Atunes (Scombridae) y Peces Rana (Antenaridae).

ESTATUS DE CONSERVACION

Los caballitos de mar son particularmente vulnerables a la declinación poblacional como producto de su distintiva historia de vida, comportamiento y ecología, habiéndose detectado una marcada disminución en las cifras de abundancia de las poblaciones de muchas de las especies del género, derivada de la combinación de diversos factores, entre los que destacan la pérdida y fragmentación de sus hábitats naturales, la captura intencional para su comercialización como “supuestos” recursos medicinales, peces ornamentales y la fabricación de curiosidades artesanales; así como por las capturas accidentales por aparejos de pesca no selectivos, por lo que a nivel  mundial las poblaciones de caballitos de mar apuntan a un considerable problema de supervivencia.

Con base en lo anterior, nueve especies del género han sido catalogadas como “Vulnerables” en la Lista Roja de la IUCN, incluyéndose entre estas a Hippocampus erectus, presente en las costas de Venezuela. Una especie africana (Hippocampus capensis) está incluida en la categoría de “En Peligro” y las especies restantes  se encuentran catalogadas como de “Información Deficiente”, dentro de las cuales se encuentra Hippocampus reidi, también registrada para las costas de Venezuela. Además, todo el género ha sido incluido en el Apéndice II del CITES, lo que implica que los 165 países miembros de esta Convención, entre los que se encuentra Venezuela, deben llevar a cabo el monitoreo sobre el comercio internacional de los caballitos de mar y generar el conocimiento necesario sobre las poblaciones silvestres, de manera que se pueda contar con la información suficiente para evaluar y determinar los impactos que sobre estas se ejercen.

Aunque en Venezuela no se tiene indicios de que exista un comercio nacional o internacional que estimule el desarrollo de actividades de captura para el abastecimiento mundial del mercado de especies del género Hippocampus, como en otros países vecinos, no se puede descartar el futuro desarrollo e incremento de actividades comerciales que involucren estas especies, dado su atractivo como peces ornamentales  y el incremento de las actividades de acuariofilia marina, por lo que la participación activa del colectivo ciudadano es necesaria para la preservación de estos maravillosos peces para las generaciones futuras.

QUE PUEDES HACER TÚ PARA CONSERVARLOS?

•    Cuéntale a tu familia y amigos acerca de los caballitos de mar y los problemas a los que se enfrentan.
•    Cuida y preserva los ambientes marinos como los corales, lagunas de manglar y praderas de pastos marinos.
•    Evita la manipulación y extracción de los caballitos de mar de su ambiente natural.
•    No compres caballitos de mar vivos que no certifiquen su origen de actividades de acuicultura.
•    No compres artesanías que incorporen caballitos de mar disecados, así evitamos que se incremente su comercialización.

Cortesía de Alberto Blanco Dávila // Revista Río Verde.
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