Licencia social para operar. Diana Medina

Este término es común para aquellos que trabajan en empresas del sector de la energía (petróleo, gas, electricidad) o en el sector minero. Cuando se habla de licencia social para operar por lo general se piensa en empresas de alto impacto ambiental–comunitario. Sin embargo, es un tema que puede ser extrapolable a cualquier organización e industria, porque se constituye en una de las fuentes de construcción de activos intangibles.

El Instituto Frasier, organización dedicada a la investigación y educación en políticas públicas, en Canadá, señala: “La licencia social para operar (LSO) se refiere a la aceptación de las compañías mineras y de sus proyectos dentro de las comunidades locales. Para obtener una LSO, es necesario desarrollar buenas relaciones con todas las partes interesadas. La credibilidad de las compañías mineras se basa en el respeto mutuo, la honestidad, el diálogo abierto, la transparencia, el ofrecimiento de respuestas oportunas a las inquietudes de la comunidad, la divulgación de información y la constancia y el carácter predecible del comportamiento ético de las compañías”. (http://www.miningfacts.org/Comunidades/Que-es-la-licencia-social-para-op…).

Aunque ellos hacen énfasis en la actividad minera, esto es aplicable a un sinnúmero de industrias que requieren negociar los términos de su operación con aquellos que pueden verse afectados. ¿Cómo se obtiene una LSO? No hay una metodología única, de hecho, en América Latina no existe una licencia de tipo. Es decir, se aplica de manera informal y se construye sobre la base de la comunicación permanente, franca y abierta, entre la empresa y las comunidades.

Así, la construcción de buenas relaciones tiene como base el respeto mutuo, la inclusión de todos los involucrados, la honestidad, la divulgación total de información y la transparencia de los procesos. Por eso, es necesario que las compañías sean sensibles a las normas culturales del lugar, fijen expectativas realistas, sean consistentes con su comportamiento ético e inicien procesos de involucramiento con la comunidad.

En mi opinión, cualquier acción dirigida a construir y alcanzar una LSO debe partir del principio de “valor compartido”, concepto creado por Michael Porter y Mark Kramer. La premisa central de la creación de valor compartido es que la competitividad empresarial así como el bienestar comunitario son mutuamente dependientes. Valor compartido no es filantropía, es reconocer que, conjugando las capacidades instaladas en las comunidades y su conocimiento del negocio, se pueden articular procesos productivos que redunden en bienestar para la sociedad, y en crecimiento y reputación para la empresa.

En definitiva, la LSO es una demostración tangible de lo que, en mi opinión, debe ser la filosofía de actuación de cualquier compañía comprometida con la ética y la transparencia. Este compromiso se inicia desde la raíz de la organización, a través de la aplicación de las normas de buen gobierno corporativo, para luego permear a toda la organización hasta los temas operacionales.

Diana Medina

Fuente Diario La Prensa

DIANA MEDINA

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