Sólo queda 3,2% del hielo que coronaba a los picos Bolívar, Humboldt y Bonpland.
Un estudio realizado en la Universidad de Los Andes revela que el cambio climático en Mérida está¡ incidiendo en la pérdida del paisaje tradicional
Las misteriosas aves revoloteaban por encima de las crestas desnudas de la cordillera, y se asentaron al fin, cada una sobre un risco, clavando sus garras en la viva roca
Tulio Febres Cordero
Las Cinco Águilas Blancas
Los escaladores venezolanos ya se despidieron de ellos. La gente joven de Mérida no voltea a verlos para inspirarse. Los poetas no los tienen de referencia. Son parte de un paisaje visual pasado, de una Venezuela que se vendía al exterior con todos los climas posibles. Son los dos últimos glaciares de Mérida, el del Pico Bolívar y el situado entre los picos Humboldt y Bonpland, que desaparecerán en los próximos años.
Al glaciar del Pico Bolívar le queda corta vida: en año y medio desaparecerá completamente (para el 2011). Al glaciar situado entre los picos Humboldt y Bonpland, llamado popularmente La Corona, le resta una década a lo sumo, pues su muerte ocurrirá entre 2018 y 2019.
Así¬ lo concluyó un estudio de Richard Barroeta, geógrafo de la Universidad de Los Andes, quien implementó técnicas nuevas –cociente de bandas- para la medición esos glaciares merideños. Los resultados arrojan datos de mayor precisión que el sistema tradicional de estudio, que es el análisis de fotografías aéreas o satelitales.
Barroeta utilizó los valores de reflectancia de bandas de las imágenes satelitales para calcular cuánto han disminuido los glaciares desde 1910. Usó datos y mapas de otros autores de 1972, 2000, 2004 y 2000. Luego proceso y comparó imágenes satelitales desde 1988 a 2008.
“Quedan sólo dos glaciares”, explica. Él del Humboldt y Bonpland, que está¡ al sureste de la cordillera de los Andes y no se ve desde la ciudad de Mérida porque lo tapa la cresta del Pico Bolívar. Es el de mayor extensión, con 16 hectáreas. Tiene una tasa de retroceso de 1,8 hectáreas al año. El otro es el del Pico Bolívar. La parte frontal, que da hacia la ciudad, sólo mide una hectárea, y tiene una tasa de retroceso de 0,5 hectáreas al año.
Las partes posteriores de los glaciares disminuyen a una tasa menor que las anteriores debido a que, dada la orientación del pico y su pendiente, la radiación solar inciden menos, dice.
La próxima desaparición de estos glaciares se suma a la de los picos Toro y Espejo, ocurrida a finales de 1920 y entre 1940 y 1950, respectivamente. Unidos, formaban el Único sistema de glaciares de Venezuela, que inspiró la leyenda indígena de las Cinco Águilas Blancas, que recopiló el escritor merideño Tulio Febres Cordero.
Barroeta también evaluó el cambio climático en Mérida y concluyó que es una de las causas de la desaparición de los glaciares. A partir de los datos de 30 estaciones hidrometereológicas del estado andino, determinó que la temperatura aumenta casi un grado centígrado (0,8) cada 100 años. “Por ello, si en 1950 habían 300 hectáreas de glaciar, el próximo año habrá menos de 15”, dice.
“El aumento de la temperatura del aire y las alteraciones en las lluvias, sea bien por escasez o abundancia, han ocasionado un retroceso acelerado de los glaciares”, indica en su estudio.
Los impactos ya se sienten, señala Barroeta. En primer lugar, está¡ el socioeconómico, pues incidirá en la industria de turismo de la zona. “Si ya no hay glaciar, disminuirá el atractivo de la zona”, afirma.
En el pasado, Mérida era centro de atracción de escaladores de nieve. Ya no. “En el 2000 todavía había nieve en el Pico Bolívar. Ya no queda casi nada, sólo roca desnuda. Nada más queda glaciar en el Bonpland, donde hay que subir con herramientas especiales”. Por otra parte, el cierre del teleférico también ha hecho que se pierda interés en los picos y este deporte.
Otro efecto de la desaparición de los glaciares se verá en el sistema hidrológico. Existen lagunas de origen glaciar que son alimentadas directamente por ellos, así¬ como varios afluentes que alimentan el río Chama, el principal de la zona.
“Al disminuir los glaciares, las lagunas se pueden secar. Lo más seguro es que queden sin agua y muchos cauces se llenen sólo en época de lluvia”, dice Barroeta. Sufrirán algunas poblaciones, como Mucurután, que se alimentan de esta agua.
Otra consecuencia es la sucesión ecológica, algo que ya se está¡ viendo en los alrededores de ambos glaciares. “Cuando desaparece el glaciar, nuevas especies vegetales, como musgos y líquenes, colonizan la zona. Surge una nueva clase de vida que era de más baja altitud”, explica.
Adiós regional
El retroceso de los hielos venezolanos no es un fenómeno aislado. También ocurre en los de Perú, Bolivia y Colombia, a una velocidad mayor. Se trata de los glaciares tropicales, que cubren una superficie de 2.500 kilómetros cuadrados y están ubicados en su mayoría en la Cordillera de Los Andes, repartidos así¬: 71% en Perú, 20% en Bolivia, 4% en Ecuador, 4% en Colombia y 0,1 en Venezuela.
Según el Panel de la ONU sobre Cambio Climático, estos glaciares desaparecerán completamente en 20 a 30 años.
En Bolivia, por ejemplo, hay 14 glaciares que también se están derritiendo. Han disminuido sus superficie en un tercio entre 1983 y 2006. En Perú existen 18 glaciares que en los años 70 cubrían un Área de 2.041 kilómetros cuadrados. Para 1997 se habían reducido en 21,8%.
En Colombia, el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales, proyecto que dentro de 16 años desaparecerán sus glaciares. Al Nevado del Ruiz, uno de los más famosos, le quedan menos de diez kilómetros de glaciar, y el Cocuy sólo tiene 17 kilómetros de nieve. Una situación similar estarán viviendo el Nevado de Santa Isabel y Tolima.
FABIOLA ZERPA
fzerpa@el-nacional.com
Artículo publicado en El Nacional y cedido por la periodista para el portal.