El cambio climático es un hecho.
Se trata, de acuerdo con la página cambioclimaticoglobal.com, de una modificación “estable y durable” en los patrones del clima, especialmente causado por la actividad humana. Abarca los efectos de los gases de efecto invernadero (GEI) y el calentamiento global.
Sus resultados son visibles en el día a día: el progresivo deshielo de las masas glaciares, los fenómenos meteorológicos extremos (sequías, huracanes, tormentas…), los daños en cosechas y la proliferación de enfermedades como el dengue y la malaria.
De hecho, la Organización de Naciones Unidas (ONU) atribuyó la magnitud de la reciente tragedia en la ciudad colombiana de Macoa, en la que un alud de barro acabó con la vida de más de 300 personas, así como a las lluvias en Perú y Ecuador, a los efectos del cambio climático.
Es por ello que el organismo internacional, en su Cumbre de París de 2015 (COP21), llegó a un acuerdo para luchar contra el fenómeno. Cada 22 de abril desde 1990 se celebra el Día de la Tierra en todo el mundo para crear conciencia sobre la naturaleza.
Acuerdo de París
Desde que pusieron sus signaturas, diversos países de la ONU se han ido comprometiendo a realizar acciones concretas para alcanzar la meta del acuerdo: limitar, a 1,5ºC, el aumento de la temperatura producto de los GEI. ¿Qué quiere decir esto?Antes que nada, los gases de efecto invernadero son aquellos que absorben la luz del sol y los devuelven a la superficie, lo que ayuda a generar más calor. Los más comunes son el vapor de agua, el dióxido de carbono y el metano.
Ahora bien, según proyecciones científicas, con la trayectoria que tienen actualmente, para finales de siglo la temperatura en la tierra podría aumentar hasta 4ºC. Sin embargo, solo hace falta un aumento de 2º para que lleguen efectos irreversibles como la disminución de la productividad agrícola o la extinción de especies. Esto afectaría especialmente a países que dependen de sus actividades petroleras.
Mucha tarea
Estados Unidos, China, la Unión Europea y demás países desarrollados, en el marco del acuerdo de París, tienen tarea por hacer. La principal es aportar fondos cercanos a los 100 mil millones de dólares para ayudar a naciones en vías de desarrollo a combatir el cambio climático a partir de 2020.
Aunque Venezuela apoyó el acuerdo y la Asamblea Nacional (AN) trabaja en un Proyecto de Ley de Cambio Climático, lo cierto es que la República aún no ha firmado su participación oficial. Alejandro Luy, gerente general de la Fundación Tierra Viva, resalta que la nación debe tener en cuenta dos puntos importantes si desea contribuir al acuerdo:
- Disminuir el impacto de los GEI al controlar la deforestación, las emisiones de las industrias de hidrocarburos y las emisiones automovilísticas.
- Reconocer que es inevitable los efectos del cambio climático y apostar por nuevos cultivos que puedan sembrarse en zonas más tolerantes a las variaciones de temperatura.
“La protección del ambiente, del entorno, de la tierra, no lo estamos haciendo solo por los pajaritos y las matitas”, manifiesta Luy. “La conservación del ambiente implica la necesaria atención de la calidad de vida de los ciudadanos. Si no tenemos ciudades limpias, si no tenemos mares limpios, afecta no solo a los peces y a las plantas, sino también al ciudadano común. La conservación del ambiente, bajo un modelo de desarrollo sustentable, está enfocado a garantizar una mejor calidad de vida”.
Además, no deja de mencionar otros aspectos en los que Venezuela debe poner el ojo: la gestión de residuos sólidos, pues asegura que no existe un plan nacional que se encargue de los mismos; y la disponibilidad y calidad del agua. “De cada 10 litros de aguas residuales apenas 2,5 son tratados”, asegura.
Situación en Guayana
Sobre los puntos anteriores coinciden Pastora Medina, del Movimiento Ecológico de Venezuela (Movev), y la profesora Ana Jorge, especialista en ciencias ambientales de la Universidad Nacional Experimental de Guayana (Uneg).
Medina pone el ejemplo de los ríos Orinoco y Caroní, especialmente este último, donde denuncia caen “17 descargas de aguas servidas solo en Guayana”, además de desechos minerales desde las Empresas Básicas. “El Día de la Tierra nos agarra con los ríos muy contaminados”, lamenta.
Con respecto a los residuos sólidos, ambas resaltan la falta de gestión y la carencia de un vertedero óptimo. Sin embargo, Jorge hace la salvedad de que, sin bien no hay suficiente información sobre el proyecto del relleno sanitario Cañaveral, el problema reside en que no existe control de desechos y no se promueve su clasificación. Esto significa que cuando la basura -sin clasificar- se deja a cielo abierto no solo se desperdicia material para reciclaje, sino que además se da un proceso químico que genera metano.
De hacer la clasificación de desechos, Pastora Medina asegura que cerca del 70 % de los mismos podría reutilizarse. Recomienda hacer la separación por: residuos orgánicos, plástico, vidrio y papel/cartón.
¿Qué puedes hacer?
Desde casa es muy sencillo promover la lucha contra el cambio climático. Primero que nada,
- cuida el agua: cuando te bañes, cuando te cepilles los dientes, cuando laves la ropa o los platos, trata de utilizar la menor cantidad de líquido.
- Clasifica la basura: la orgánica la puedes usar para abono. Los plásticos, vidrios y papeles para proyectos de reciclaje.
- Reduce el consumo energético: apaga las luces, desenchufa los cargadores y los aparatos electrónicos si no los estás usando.
- Otra estrategia es, cuando cocines, poner las tapas a las ollas para que la comida se haga más rápido. También puedes apagar la hornilla un poco antes y aprovechar el calor residual.