La sombra de la extinción cubre a cuatro especies venezolanas
El sapito arlequín amarillo, el corroncho desnudo del lago de Valencia, el zorzal y la danta de montaña están amenazados.
Más de 200 animales están en peligro de desaparecer
ANDREA TABARE/ atabare@el-nacional.com
El biólogo Jon Paul Rodríguez, investigador del tema de la extinción de especies desde hace más de 40 años, alerta sobre la pérdida definitiva de cuatro especies en Venezuela: el sapito arlequín amarillo de Maracay, el corroncho desnudo del lago de Valencia, el zorzal (ave de las islas en la costa venezolana) y la danta de montaña, propia de Los Andes.
Rodríguez, quien condujo la tertulia científica Especies de la Fauna Venezolana Amenazadas de Extinción, organizada por la Asociación Fulbright de Venezuela, ha participado en el trabajo de clasificación de los animales autóctonos para retratar su riesgo en desaparecer. El experto intervino en la elaboración del Libro Rojo, un catálogo que recoge parte de esta información, en el que se enumeran las especies que están bajo mayor amenaza.
Entre las más de 200 especies catalogadas se encuentran el pájaro cardenalito, la tortuga arrau del Orinoco, el oso frontino, el caimán del Orinoco, el sapito rayado, el yaguar, la ballena jorobada y el paují copete de piedra.
“Estos animales están a punto de desaparecer, principalmente por la destrucción de su hábitat, que ha sido utilizado en agricultura y urbanismo”, indicó Rodríguez. Esto significa un cambio importante, porque hace 50 o 100 años las especies estaban afectadas por la cacería, que ahora ha pasado a un segundo lugar.
Añade que en ese tema Venezuela pareciera que se dividiera en dos países distintos, uno al sur, con áreas muy grandes de poca población, donde los ecosistemas están prácticamente intactos; y otro al norte, de situación muy distinta porque los únicos ambientes naturales son las áreas protegidas, principalmente los parques nacionales.
Citó como ejemplo de ello al Ávila en Caracas, donde la vegetación de hoy en día es en gran parte regenerada o secundaria, lo que significa que no es la original del bosque.
Al comparar la fauna del Ávila con la del parque Henri Pittier, ecosistemas muy parecidos, se entiende que este último acoge mayor cantidad de animales porque ha sido conservado por mucho más tiempo y no ha sido urbanizado.
Rodríguez considera imposible que las personas puedan por sí mismas detener la destrucción del hábitat porque se trata de un problema de grandes dimensiones y por lo tanto es imposible responsabilizar a alguien en particular o a un grupo. Sin embargo, señala que hay acciones que sí se pueden realizar individualmente, como tomar conciencia de la ilegalidad de comprar animales silvestres a la orilla de las carreteras y en restaurantes. –
EL NACIONAL – Lunes 19 de Octubre de 2009 Ciencia y Ambiente/