La cuenta regresiva. Beatriz Cisneros.

Beatriz Cisneros Alzuru

Desde su discurso de proclamación como candidato del partido Demócrata, pasando por sus respuestas en el segundo debate con John McCain, hasta las decisiones adoptadas recientemente para la conformación de su gabinete ministerial, el mensaje del presidente electo de los Estados Unidos, Barack Obama, ha sido claro, firme e inspirador, propio de un líder de visión clara: ” For the sake of our eco- nomy, our security, and the future of our planet, I will set a clear goal as president: In ten years, we will finally end our dependence on oil”. (Por el bien de nuestra economía, de nuestra seguridad y el futuro de nuestro planeta, me estableceré una clara meta como Presidente: en diez años terminaremos finalmente con nuestra dependencia del petróleo).
En este contexto, ha hecho expresa referencia a Venezuela, además de Irán y Rusia, como países que se han beneficiado de los altos precios petroleros de los últimos años.
En efecto, Obama está claramente decidido a impulsar innovaciones en los Estados Unidos ¬principal cliente petrolero de Venezuela ¬ dirigiendo las inversiones de su gobierno (quince mil millones de dólares por año, durante diez años) a la creación de nuevas fuentes de energía y a la implementación de una nueva economía energética que permita crear cinco millones de puestos de trabajo. El nuevo presidente estadounidense ha propuesto a su nación que, además de enfrentar sus requerimientos energéticos, también confronte la crisis climática, promoviendo alternativas que sustituyan y/o complementen el uso de combustibles fósiles que inciden en el calentamiento global y la seguridad nacional. Se propone “trabajar con el sector privado para financiar un tipo de innovación que se pueda exportar”. Nos recuerda así que el futuro de Estados Unidos y del planeta depende de su capacidad para innovar.
Para enfrentar los desafíos de su propuesta, no es casual que Obama haya designado como secretario de energía a Steven Chu, un investigador premio Nobel de Física, reconocido defensor del Medio Ambiente.
No es azar que la primera potencia mundial seleccionara un nuevo liderazgo. En un contexto de crisis a escala planetaria ¬financiera, energética, climática, social¬ tampoco es casual que haya calado un slogan desafiante como ” we can change” (podemos cambiar), reto propio de quien tiene actitud para innovar Partiendo de lo anterior, era lógico que quien con tanta efectividad desafía a los estadounidenses a cambiar, generando enormes expectativas en el mundo entero, hubiera sido elegido por la revista Time como “Persona del año”, describiéndolo como el hombre que reubicó la política de su país y que “ha hecho trizas décadas de sabiduría convencional.” La innovación requiere de condiciones como las que se resaltan de aquel que busca “ponerle el cascabel al gato”, al consumo energético mundial.
Escribe Daniel Innerarity, profesor de Filosofía en la Universidad de Zaragoza, que “la innovación consiste, de entrada, en la capacidad de distanciarse de las propias rutinas, de lo sabido, de los estereotipos y tener la capacidad de no contentarse con lo adquirido”.
En Venezuela hemos perdido años conformándonos con lo que hemos recibido del petróleo, al punto de que, en el año 2008, 93% de los ingresos en divisas fueron generados por la venta de hidrocarburos. Nos hemos conformado en sostener la economía venezolana con ese solo recurso, lo que nos ha hecho aún más de
-pendientes del gobierno, permitiendo que los ingresos de Pdvsa se consolidaran como la columna vertebral de todas las instituciones, programas y proyectos de la nación.
No tenemos más tiempo que perder. Con la toma de posesión del nuevo mandatario estadounidense, el próximo 20 de enero comienza la cuenta regresiva. Para no continuar hundiendo la vida de Venezuela en el “excremento del diablo”, asumamos la meta del presidente Barack Obama como un gran reto de la humanidad y, ¿por qué no? como la concesión de diez años de gracia para despertar, innovar y diversificar nuestra economía.
Son diez años que tenemos para invertir en Investigación y Desarrollo, para promover una cultura de innovación en la sociedad venezolana y abrirla al aprendizaje constante. Diez años para hacer que Venezuela sea capaz de desafiar y cuestionar la “sabiduría convencional”. Solamente lo haremos posible con la institucionalización de la innovación, bajo un régimen de plenas libertades que facilite el cultivo y debate de las ideas.
Son diez años para lograr una alianza entre Gobierno, sector privado y universidades que permita incrementar la competitividad de nuestras empresas, de las instituciones y del país en general, a través de la materialización de inversiones en proyectos de innovación, explotando el potencial de nuevas ideas en diversas áreas de desarrollo. Absoluta seguridad jurídica y una firme voluntad política que respete la pluralidad e inspire confianza, son condiciones esenciales para el éxito de las metas.
El siglo XXI se ha iniciado con un amplio consenso sobre la necesidad y relevancia de la innovación. Dave Francis, profesor del Centre for Research in Innovation Management (Centrim), Inglaterra, no duda en afirmar que esta necesidad continuará incrementándose debido a factores claves: globalización, desarrollo sustentable, cambios sociales, competitividad y desarrollo tecnológico.
Como dice el dicho: “Guerra avisada no mata a soldado”.

Publicado el Miércoles 14 de Enero de 2009 en el Diaro TalCual