Desde hace muchÃsimos años se viene hablando de la crisis del campo. Los efectos de la misma son señalados constantemente: dependencia agroalimentaria, desabastecimiento, especulación, incremento de las importaciones, etc. Cuando se trata de señalar las causas de tales consecuencias se repiten las mismas de siempre, como las resume Polan Lacki: el colonialismo y el imperialismo; las polÃticas impuestas por el F.M.I y el Banco Mundial; el neoliberalismo, la globalización y la OMC; la falta de créditos abundantes y baratos; la no cancelación de las deudas; la falta de subsidios internos; falta de freno a las importaciones de alimentos; los subsidios a la agricultura por parte de los paÃses ricos, etc. A estos culpables se le añaden el latifundismo, la explotación despiadada de campesinos dependientes de la oligarquÃa criolla, etc.
Estas y otras razones tienen su parte de verdad pero, al mismo tiempo, esconden otras verdades que tienen que ver con nuestro patio interno. No se puede continuar con la polÃtica del avestruz. Los muy bajos rendimientos de muchos rubros, el monocultivo practicado por la mayorÃa de los pequeños productores, la dispersión o bajo nivel organizativo de los productores, la poca innovación en el campo tecnológico, etc. son factores determinantes.
Las causas internas deben tener respuestas internas, es decir en el propio campo, en las parcelas, en las fincas. Y esto tiene que ver con el modelo educativo aplicado en las escuelas primarias esparcidas por los campos, en los colegios de agrotécnicos y en las facultades de agronomÃa.
Polan Lacki hace una reflexión final: “ Mientras no se forme y no se capacite a un nuevo ciudadano rural con conocimientos y actitudes que le permitan hacerse cargo de la solución de sus propios problemas, de poco servirán los grandes volúmenes de crédito, subsidios, obras de infraestructura, tecnologÃas de punta e insumos de alto rendimiento que el estado intente ofrecerlesâ€.
Roque Carmona. Columna Reflexiones, Diario Últimas Noticias.