Improvisación estratégica. Alejandro Szilágyi

En Alemania, en cuanto a la planificación estratégica se refiere, el corto plazo es una dimensión entre 1 y 3 años; el mediano plazo unos 5 años, y el largo plazo se orienta a los 10 años.
En Japón la cosa va más allá: el corto plazo ronda los 3 años, el mediano, los 7 y el largo plazo se proyecta hacia los 15 años.
En algunos países de América Latina 6 meses es prácticamente “ciencia ficción”. La alta creatividad de algunos gobiernos hace que el marco jurídico (y las correspondientes reglas de juego) cambien a cada rato.
¿Cómo planificar en estas condiciones?
¿Qué tan útil es atenerse a los planes preestablecidos, cuando en el camino cambian constantemente las reglas de juego?
¿Qué sentido tiene cumplir con lo planificado?
¿Cuál es la vigencia de los planes finamente elaborados?
¿En qué debemos ser largoplacistas y en qué es mucho más útil ser cortoplacista?
¿En qué aspectos debemos estar alerta a no desviarnos y en qué otros debemos practicar la flexibilidad total?
Con esto no deseo decir que la planificación en nuestros países no sea útil. Para nada.
Lo que sí deseo decir, es que a la par de la tradicional planificación y alineación estratégica, debemos implantar la improvisación estratégica.
En un entorno cambiante el rígido no sobrevive.
No es fácil sobrevivir como empresario en un entorno doblemente cambiable: cambios en las tendencias mundiales y alta creatividad de nuestros gobiernos de turno.
La planificación estratégica es importante, pero no basta. Debemos añadir algo que en realidad nos encanta: improvisar. Ahora bien, la improvisación estratégica no es cualquier tipo de improvisación o desorden, sino la capacidad de adaptarse a las circunstancias del corto plazo sin perder de vista el norte estratégico.
Para ello una excelente metáfora es el cardumen.
Un cardumen tiene una razón de ser estratégica clara: sobrevivir. Para ello sus integrantes actúan en forma sincronizada con una flexibilidad y agilidad envidiable. Los integrantes de un cardumen no sólo cambian de dirección a una velocidad casi indetectable, sino que lo hacen al unísono. Las veces que haga falta. Se ordenan y se desordenan con la misma facilidad una y otra vez.
Después regresan a su posición original y siguen su norte compartido: sobrevivir y crecer. Tienen su objetivo siempre claro, aún en el más absoluto desorden. Con lo cual su flexibilidad a corto plazo es parte de su estrategia a largo plazo.
La improvisación estratégica y la flexibilidad inteligente, que ello conlleva, deben ser parte integral de nuestra planificación estratégica. La improvisación es parte del plan.
Ahora bien, ¿qué pertenece al largo plazo y qué pertenece al corto plazo o plazo inmediato?
Al largo plazo pertenecen, por ejemplo, la visión, los valores y los principios de funcionamiento.
Igualmente pertenece al largo plazo la esencia de nuestra razón de ser (RdS©) y la filosofía de nuestra empresa.
Al corto plazo pertenecen los aspectos de funcionamiento operativo, que cual carrera de obstáculos, el gobierno va cambiando de sitio constantemente mientras nos enfocamos en ser productivos.
Al largo plazo pertenecen el “hacia dónde” y el “qué”, mientras que al corto plazo pertenece principalmente el “cómo”.
Kit de destrezas básicas para una buena improvisación estratégica:
• poder imaginarnos ampliamente posibles acciones legales e ilegales (vestidas de legalidad) que puedan afectarnos
• estar preparados para cualquier eventualidad

• poder reaccionar rápido
• cubrir requisitos a corto plazo para cumplir la estrategia de largo plazo
• tener buenos vínculos (embajadores) para hacer el lobby adecuado (pre y post)
• “nadar hecho el muerto” = low profile, para no llamar la atención
• procurar un “blindaje legal” (= cumplir, aunque no estemos de acuerdo)
En este sentido, como ejercicio a nivel estratégico sugiero:
• Hacer un listado de posibles preguntas (sin descartar ninguna), tales como:
o ¿qué leyes nuevas van a inventar?
o ¿qué leyes es imposible que inventen, pero que de todas formas van a inventar?
o ¿cómo nos las venden?
o ¿cuál es la intención real detrás de ellas?
o ¿en qué nos pueden afectar si se ejecutan al pie de la letra?
o ¿qué posibles arbitrariedades se vuelven legales?
o ¿a quién le interesaría dañarnos para así ganar puntos con el que realmente ostenta el poder?

• Ordenar dichas preguntas (por temas, por influenciabilidad y por impacto)
• Definir los 4-5 FCE (factores críticos de éxito) para manejar este entorno
• Asignarle el % de energía que desean dedicarle a cada FCE (priorizar)
• Elaborar posibles respuestas o soluciones a los FCE
• Definir responsabilidades claras: quién se encarga de qué
• Preasignar recursos
• Activar embajadores
• Monitorear constantemente para anticipar

Para que no haya dudas: AMBOS son importantes.
Una planificación estratégica sin improvisación no es operativa, y una improvisación sin la guía de una planificación y visión más a largo plazo puede mantenernos ocupados, pero contribuye a que perdamos foco y que se nos “enrede el papagayo”.
Recuerda: la improvisación en un entorno cambiante es una práctica que no se puede dejar al azar, debe ser integrada en el plan estratégico y tiene que ser preparada. La mejor improvisación es la que se prepara. Hay que profesionalizar la improvisación como estrategia de supervivencia.
Lo paradójico es que tenemos que seguir haciendo buenos planes, para que en momento dado, tengamos la sabiduría de no cumplirlos.

Alejandro Szilágyi
International Business Consultant
2SP Consulting Team

Artículo publicado en la revista Contactos de la
Cámara Venezolano-Alemana de Comercio e Industria