La Fundación para la Conservación de la Biodiversidad (PROBIODIVERSA), y el Instituto Nacional de Investigaciones Agrícolas (INIA-amazonas) como contraparte, han iniciado una prometedora iniciativa de gestión participativa en el marco del proyecto de “Gestión para el desarrollo Agroforestal en la comunidad Piaroa de Gavilán, estado Amazonas” cuya primera etapa se desarrolló en el periodo 2010-2011, bajo el Programa de Pequeñas Donaciones (PPD) del Fondo Mundial para el Ambiente (FMAM), y coordinado por comisionados del Programa de las Naciones Unidas en Venezuela (PNUD). Actualmente PROBIODIVERSA se encuentra en la segunda etapa del proyecto (2012-2013)
Desde comienzos del año 2009, las actividades del INIA-Amazonas han estado enmarcados en los principios de la Agroecología para garantizar un uso y manejo sostenible de los bosques secundarios y bienes de la biodiversidad. Con la implementación de métodos integrales de investigación participativa, ha sido posible generar información básica para analizar y comprender la dinámica de la agricultura y sus repercusiones sobre la seguridad alimentaria en los pueblos Piaroa de la cuenca del río Cataniapo. Por esta razón surge la iniciativa del proyecto de Gestión Agroforestal, ahora coordinado por PROBIODIVERSA y la participación activa de instituciones competentes como el INIA, Ministerio del Poder Popular para el Ambiente (MPPAMB), Universidad Nacional Experimental de Las Fuerzas Armadas (UNEFA). Sin embargo, se espera crear nuevas alianzas interinstitucionales y comunitarias a corto plazo para incrementar el impacto del proyecto integral abordando otras necesidades en la cuenca del río Cataniapo.
La cuenca del río Cataniapo está localizada en el municipio Atures, al noroeste del estado Amazonas, Venezuela, y al sureste de la ciudad de Puerto Ayacucho (5° 25’-5° 43’ N, 67° 05’ -67° 35’ W). Forma parte de la subcuenca del Orinoco medio y tiene un área de 1 585 km2. La longitud máxima del cauce principal del río Cataniapo es de 108 km, con un gasto promedio en el ámbito de desembocadura de 82.7 m3s-1 (Núñez, 1993). El clima de esta importante cuenca se puede considerar de tipo tropical monzónico, con una corta estación seca comprendida entre los meses de enero y marzo, y una precipitación promedio anual de 2847 mm en la comunidad de Gavilán (cuenca media). La precipitación y temperatura promedio anual son de 2.218 mm y 26°C respectivamente (Veillon, 1995; Esteves & Dumith 1997).
La cuenca del río Cataniapo es una de las más importantes fuentes de abastecimiento de agua de la región, particularmente por estar ubicada cerca de la ciudad de Puerto Ayacucho, capital del estado Amazonas, que tiene la mayor concentración poblacional con aproximadamente 80 % del total de la población del estado. Así mismo, es una de la cuencas con mayor densidad poblacional debido a la constante inmigración desde diferentes localidades del estado. Durante recorridos sucesivos en los últimos cuatro años a lo largo del eje carretero este (La Reforma-Gavilán), ha sido posible observar nuevos asentamientos humanos y viviendas rurales; que sin duda ha estado contribuyendo significativamente a que dicha cuenca sea considerada una de las más vulnerables de degradación ambiental en todo el estado Amazonas.
Los resultados de proyectos de investigación y gestión realizados durante los últimos años en la cuenca del Cataniapo, han permitido demostrar que el uso de la biodiversidad depende en buena medida de las estrategias de vida de cada grupo indígena, siendo la agricultura la principal actividad para la producción de alimentos. La agricultura de la región se ha caracterizado por ser itinerante, por sus típicas prácticas de tala, tumba y quema del bosque como parte de la preparación del terreno antes de la siembra; así como por su corto período de uso (3-5 años) debido a la pérdida paulatina de la fertilidad de los suelos (Villareal et. al 2003). Esta agricultura ha sido practicada por distintos grupos indígenas a lo largo de generaciones, cuyas técnicas de manejo de los agroecosistemas y métodos de siembra, forman parte de su acervo cultural (Zent, 1995; Huber & Zent, 1995). En particular, el pueblo Piaroa se ha caracterizado por ser grupo muy dedicado a la agricultura y recolección de alimentos en el bosque, y recientemente se ha demostrado que la dinámica en el uso de la tierra es muy variable (Villa et al, 2012)
Sin embargo, los bienes y servicios de la biodiversidad, enfrentan distintos tipos de amenazas sin precedentes, particularmente por la continua sobreexplotación y cambios en el uso de la tierra (Esteves & Dumith, 1997; Llambí & Llambí, 2002). Según análisis estadísticos, se presume que una de las principales razones ha sido la sedentarización y el crecimiento poblacional de las comunidades indígenas, ocurriendo mayor presión sobre los bosques primarios con el propósito de ampliar la frontera agrícola e incrementar la producción de alimentos para la abastecer las necesidades familiares; y en algunos casos para la demanda de los mercados locales. Por esta razón, de mantenerse esta tendencia sin planificación y ordenación ambiental, no sería arriesgado concluir que la intensificación de estos procesos socioambientales repercutirían significativamente sobre la calidad ambiental de los ecosistemas y cuenca hidrográfica.
Frente a esta situación actual, el equipo de PROBIODIVERSA, comunidad de Gavilán y aliados institucionales se proponen promover la gestión participativa para el desarrollo de sistemas agroforestales como alternativa agroecológica de producción que contribuya con la seguridad alimentaria, el uso sostenible y conservación de la biodiversidad a escala local, como una posible experiencia piloto a nivel regional. Así mismo, como aspecto más relevante de esta iniciativa se propuso fortalecer las capacidades técnicas individuales y colectivas, a través de un programa integral de capacitación inclusiva orientadas al manejo de los bosques secundarios como medio de vida sostenible para las familias involucradas.
Al mismo tiempo, con los sistemas agroforestales se puede garantizar la diversificación de cultivos y producción de alimentos por largos periodos de tiempo para contribuir con la seguridad alimentaria de los pobladores locales, conservar los reservorios de agua y cobertura vegetal, recuperar áreas degradadas, disminuir el efecto erosivo de los suelos, mejorar la fertilidad de los suelos, conservar la agrobiodiversidad (ej. cultivos autóctonos), y proporcionar medios de vida a largo plazo a través de la comercialización de productos agrícolas en mercados locales.
Entre los resultados más resaltantes obtenidos durante la ejecución de la primera etapa del proyecto, se destaca la adopción de 15 parcelas agroforestales como modelo agrícola sostenible para el manejo y conservación de la biodiversidad (Cuenca de Cataniapo, Bosques, y alimentos) a través de la recuperación de 12 ha de áreas degradadas y previamente afectadas (ruderales), para la siembra aproximada de 13 especies autóctonas, alcanzando un promedio de 4000 plantas establecidas por parcela familiar entre especies anuales, bianuales y perennes. Así mismo se adoptaron 15 viveros agroforestales, para la germinación y mantenimiento de especies frutales perennes durante periodos de sequía, para adelantar trabajo antes de la siembra durante el periodo lluvioso. Entre los 15 viveros familiares se produjeron aproximadamente 10000 plantas distribuidas en cinco especies perennes durante el primer año de gestión comunitaria.
En este sentido, el desarrollo de este proyecto de gestión desde un enfoque de medios de vida sostenible, sin duda la agroforestería además de tener un impacto ambiental positivo sobre los ecosistemas, también ha tenido un impacto socioeconómico sobre pobladores locales a través de la comercialización de los productos cosechados, principalmente de especies anuales (maíz, yuca, batata, ñame, ocumo, mapuey) y bianuales (piña, lechosa, túpiro, plátano) entre 2000 y 5000 Kg/ha por familia involucrada. Durante un lapso aproximado de tres a cinco meses de cosecha (según área de la parcela) de rubros anuales de las parcelas agroforestales se han generado ingresos semanales que oscilan entre 1000 y 3000 Bs por familia, dependiendo de los rubros y cantidad cosechada llevada al mercado de Puerto Ayacucho.
Sin embargo, los dos rubros mas cultivados, y en consecuencia más productivos durante la primera fase de desarrollo de las parcelas agroforestales son la yuca y piña. A partir del primer año después de la siembra, la yuca es cosechada en un lapso de tiempo promedio de tres meses, donde cada familia beneficiada logró producir un promedio de 30 tortas de casabe (producto transformado de la yuca con valor agregado) cada semana para comercializar en el mercado por un valor de 15 Bs por torta. Durante este periodo se estimó un ingreso promedio semanal de 450 Bs por familia, representando casi un 20 % del ingreso total derivado de la venta semanal de todos los productos agrícolas cosechados. Así mismo, desde el comienzo de la cosecha de la piña, cada familia puede comercializar cerca de 10 unidades semanales por un valor de 15 Bs/unidad durante un lapso de tres meses del periodo seco cuando es más productivo este cultivo.
Es importante destacar, que la mayor producción será alcanzada a partir del cuarto año de desarrollo de las parcelas agroforestales con las especies de frutales perennes (copoazú, cacao, pijiguao, anon, seje, manaca). El copoazú representa un cultivo promisorio dentro de estos sistemas, alcanzando un promedio de 200 plantas por hectárea, y la producción promedio por planta durante tres meses de cosecha (periodo lluvioso) de 15 mazorcas. Cada mazorca pesa un promedio de 400 g (40 % del peso fruto representa la pulpa). Se estima que la producción por hectárea oscile entre 1500 y 2000 Kg/ha. Cada fruta de copoazú puede ser comercializada entre 10 y 15 Bs según su tamaño y peso.
Sin embargo, según criterios del equipo de trabajo, el resultado más relevante ha sido producto de las actividades de intercambio de saberes para la sensibilización ambiental y fortalecimiento de capacidades orientadas al manejo y conservación de los bosques en la Cuenca hidrográfica más importante de la región. En este sentido, fue posible sensibilizar a cerca de 128 personas distribuidas en 15 familias nucleares sobre el manejo sostenible de la tierra para garantizar un ambiente sano para las generaciones futuras, y el equipo de PROBIODIVERSA se ha encargado de recopilar y sistematizar los testimonios hablados de las familias beneficiadas con esta iniciativa piloto, como parte de las evidencias de los impactos del proyecto, a través de entrevistas a las mujeres quienes dedican cerca del 80 % del tiempo a las actividades agrícolas en comparación a los hombres; es decir principalmente son quienes manejan la biodiversidad de estos sistemas. A continuación se indican las historias habladas de algunos de los beneficiarios directos del proyecto:
La señora María Pérez (único nombre y apellido), mujer Piaroa de 51 años de edad, madre de cinco hijos, nacida en Gavilán, casada con un reconocido chaman de la comunidad (Rafael Pérez), no sabe escribir ni hablar el español (ver documento de identidad), productora beneficiaria directa y representante familiar ante el proyecto de agroforestería nos relata sus impresiones durante jornada de trabajo. Estas fueron las palabras sistematizadas: “Cuando los criollos realizaron la primera reunión en la comunidad para presentar la idea de trabajo con agroforestería, muchos de nosotros no estábamos seguros de participar, pues pensábamos venían por la política, aprovecharse de nuestras tierras, o a buscar oro en las cabeceras del río. De todos modos, existía alguna confianza con uno de los coordinadores del proyecto, porque pertenecía a nuestra cultura, Norman Mota originario de otro pueblo Piaroa de la región, además tuvo la oportunidad de salir a conocer la cultura occidental y formarse como técnico forestal en una importante universidad de Venezuela, la Universidad de Los Andes, esto parece que le abrió otros horizontes y forma de ver la cosmovisión de nuestras raíces. Hoy día pensamos ha sido bueno para nuestra comunidad. Después entre todos decidimos darle la confianza al comienzo del proyecto, aunque no entendíamos que era la agroforestería y menos que íbamos a hacer, no entendíamos porque los criollos venían a nuestra comunidad a enseñarnos a sembrar yuca y piña, cuando forma parte de nuestra cultura ancestral en nuestros conucos tradicionales (Páttá, del Piaroa), de todos modos asistimos a los conversatorios con confianza para ir entendiendo poco a poco la idea de trabajo que iba a ser de mucho beneficio para nuestras familias. Pero mientras tanto teníamos mucha preocupación pensando que íbamos a utilizar cultivos criollos a los que nos estamos acostumbrados comer, pensamos que nos iban a prohibir practicar nuestra propia agricultura de tumba y quema. Con los días fuimos comprendiendo que la idea del proyecto no cambiaría nuestra cultura, porque la agroforestería ha sido practicada por nuestro pueblo desde hace mucho tiempo, nosotros lo conocemos como barbechos (Resábá, en Piaroa) donde tenemos especies que duran tiempo en producir después que abandonamos los conucos que duran dos a tres años. Nosotros lo llamamos barbecho de pijguao, barbecho de cocura, dependiendo del tipo de cultivo y cantidad de plantas que tengamos en el terreno. Con el tiempo entendimos que la agroforestería podía tener muchas más ventajas de la que nosotros podíamos pensar, por eso fue necesario la visita permanente de los criollos para darnos cuenta que utilizaríamos nuestros propios cultivos autóctonos pero para sembrar más cantidad que en los conucos tradicionales, pero esta vez tumbando los bosques secundarios (Dea Resábá, en Piaroa) o recuperando los arbustales ruderales (Resábá ahereaba, en Piaroa) donde se encuentran hierbas dañinas de los cultivos. Pensamos no se podía porque era tierra fea y vieja, pero después de dos años vemos el fruto de nuestro propio trabajo en el campo, y lo mejor es que comenzamos a ver que también tenemos que cuidar nuestros bosques y nuestros ríos. Ahora tenemos más de dos años que no tumbamos un bosque primario (Kiro Dea en Piaroa), porque ya hemos visto que podemos dejar estos bosques para el futuro de la comunidad pero igual producimos nuestros alimentos en otros terrenos, porque igual podemos llevar nuestras cosechas para vender en el pueblo, y con eso compramos otras cosas que necesitamos para nuestro hogar, lo veníamos haciendo así pero a veces y muy poquito, ahora es diferente porque también tenemos cultivos más valiosos como el copoazu y cacao, y hemos sembrado bastante en nuestra agroforestería. Sabemos que venderemos muchas frutas en los próximos años, sin abandonar nuestra cultura, porque son nuestros propios cultivos. Nuestros abuelos siempre decían que “los bosques son agua, y el agua es la comunidad”, ahora pedimos a los criollos del proyecto que nos sigan acompañando porque saben cosas buenas para nosotros, pero nosotros también tenemos cosas buenas para los criollos, nuestros alimentos, bosques y ríos. Nuestra familia entiende que cuando comenzamos a trabajar los criollos explicaban como otras culturas sufrían por el agua y los alimentos, ellos nos mostraron alguna fotos tristes para hacernos ver lo que tenemos en Gavilán. Ahora mi familia siente que podemos superarnos también en nuestra calidad de vida, sin depender de la política, sino de nuestro propio trabajo, aunque ha sido muy fuerte porque todavía necesitamos más ayuda para mejorar nuestra agroforestería.