Hay suficientes evidencias para invocar el principio de precaución y declararlo como arma química
La afección va más allá de la irritación de las mucosas, puede ser cancerígeno y mutagénico
Las evidencias apuntan a que el gas del bueno es realmente tóxico, tan tóxico que según algunos debería estar bajo la Convención de Armas Químicas y el Protocolo de Ginebra para limitar y eventualmente prohibir su uso en la población civil. Faltan estudios epidemiológicos a largo plazo que no consiguen financiamiento, porque obviamente los hallazgos afectarían el beneficio económico de la industria armamentista. Aún así, existe suficiente evidencia para entender los riesgos de la contaminación por gas lacrimógeno que permite invocar el principio de precaución.
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