La solidaridad social no es un asunto de modas: implica compromiso y articulación de esfuerzos colectivos. Eva Crisóstomo / El Universal
En primer lugar, ¿qué es la telemedicina? Puede entenderse de la manera más simple y poco recomendable: recetar a alguien vía telefónica al describirle ciertos síntomas a su médico. O puede entenderse, como ocurre hoy en día entre lugares de vanguardia, como la posibilidad de efectuar delicadas operaciones a distancia, vía Internet y con ayuda de la robótica. La Fundación Proyecto Maniapure no realiza operaciones a distancia, pero practica la línea media que soluciona problemas con efectividad. Esa línea media es la utilización de la tecnología para intercambiar información que facilite la prevención, diagnóstico y tratamiento de diversas enfermedades. Existen diferentes formas de realizar este trabajo, pero lo medular está en enviar imágenes, historias y datos desde un centro ubicado en una comunidad alejada a un lugar donde personal especializado emitirá una impresión diagnóstica.
La Fundación Proyecto Maniapure ha brindado a través de la telemedicina asistencia médica de primera, y hacerlo con éxito. Ha contribuido a aliviar de manera significativa las penurias de los indígenas y criollos que viven en zonas apartadas de la geografía nacional. Comenzó en La Milagrosa, en el municipio Cedeño, con una población que se distribuye en cuarenta caseríos, de los cuales 33 son criollos y siete son habitados por indígenas. Es allí donde ha incidido la labor de un contingente de médicos quienes, impulsados por una labor de hormiguita –entre las hormigas, Tomás Sanabria?, alivian sistemáticamente a los pobladores.
Hoy hay centros como el de La Milagrosa en lugares todavía más alejados: La Urbana, El Guarral, Kamarata, Urimán, Cunquén, Tumeremo, Los Guayos, Curiapo y Boca de Tigre. Y se desarrollan en Santa María del Erebato y en el Alto Caura (están previstos dos en esta última zona para antes del fin de 2008, pues ya está la infraestructura lista), uno de los sitios más complicados para llegar. En todos estos lugares el centro de telemedicina funciona dentro de los ambulatorios que ha puesto el Ministerio de Sanidad. El único caso diferente es el centro matriz.
En todo caso, la telemedicina ha llegado para minimizar las emergencias. Por allá ralea la malaria y acechan las oncocercosis (una enfermedad infecciosa, crónica, que ocasiona lesiones potencialmente severas en piel y ojos) y la leichmaniasis, entre otras enfermedades tropicales, muchas de las cuales se pueden detectar y tratar en la distancia.
Aprovechar la tecnología
En el año 2000, CANTV ofreció una conexión satelital para acceder a Internet en banda ancha. “Eso cambió la vida totalmente allí”, dice Sanabria. Hicieron una alianza: la CANTV presentó esta experiencia dentro de sus logros de responsabilidad social, en Suiza (2002), de donde salió una oferta de la Unión Internacional de Telecomunicaciones para instalar dos antenas más, en los puntos donde la gente de Sanabria determinase. “Ustedes saben dónde hacen falta”, les dijeron.
Sanabria traza en el mapa un área de mil 500 kilómetros cuadrados que arropa a ocho habitantes: todo el mundo dentro de esa zona iba al centro La Milagrosa. Por eso llegó a la conclusión de que a esas alturas la experiencia ya era replicable en otros lugares. Demasiado vasto el territorio para un solo punto de telemedicina. Probablemente lo más destacable de este caso sea el talento natural en Sanabria para establecer alianzas. Su clave está en llevar a quien quiere convencer de algo a Maniapure. Eso le ha funcionado. Quien va para allá, de alguna manera se queda prendado y, si no es proactivo, se vuelve proactivo a partir de entonces. La naturaleza y sus habitantes tienen un poder de convencimiento al parecer irrevocable.
Nota: Premio a la Excelencia otorgado por Venezuela Competitiva. Más información en www.venezuelacompetitiva.com