El Retorno de la Caguama. Soledad Santamarina

Hace unas semanas estábamos instalando en Choroní la segunda valla informativa sobre conservación de tortugas marinas. La comunidad nos recibió, los visitantes se acercaron; policías, pescadores y comerciantes nos echaron sus cuentos. Después de un sábado de trabajo duro el atardecer nos encontró sobre la arena mágica de Playa Grande.

Hay pocas cosas más hermosas que el vaivén de esas olas que se visten de plata caer el sol. El mar de la Costa de Aragua no es tímido, se estrella con pasión contra la arena y al que se anima a entrar en su juego le limpia el alma entre espuma y reflejos.

Caminamos la playa de noche deseando que alguna tortuga amiga nos regalara un encuentro mágico. No fue así, ni rastro ni tortuga nos recibieron, tampoco al amanecer siguiente cuando tempranito aparecimos por la playa armados de bolsas y muchas ganar de dejar la playa limpia para que las tortugas lleguen a anidar.

Confesamos que nos quedamos con las ganas de que un rastro de tortuga nos diera los buenos días como pasó en Cuyagua, pero la Caguama de Choroní tenía otros planes.

En cada lugar que vamos buscamos siempre el contacto con la gente de la zona, nos interesan sus historias, son ellos los que nos pueden dar razón de las idas y venidas de nuestras consentidas. Las tortugas marinas comparten esa costa con pescadores, artesanos, comerciantes, posaderos, llevan la misma sal en sus venas.

Ese domingo temprano nos cruzamos con un toldero incrédulo. El señor nos miró con desconfianza y nos aseguró que allí ya no llegaban tortugas. Que eso eran vainas nuestras. Que en 2014 llegó la última. En ese momento deseamos con todas nuestras fuerzas que una tortuga,  -cualquiera, así fuera una chiquitica- hubiera decidido pasar a saludar. Pero no, no nos quedó más que asegurarle al señor que si venían… Que a veces se demoran… Que a veces se van por unos años y luego vuelven a llegar. Explicándole que por eso trabajamos, para que su ausencia no sea eterna.

Nos fuimos con ese peso en el corazón, sabiendo que había un toldero en esa playa que sentía que las tortugas habían abandonado Choroní para no volver.

Yo creo que la Caguama estaba entre esas olas, que oyó nuestra conversación y decidió que no éramos nosotros quienes necesitamos ver su rastro. Nosotros ya creíamos en ella.

El 13 de Junio llegó la noticia que más nos emociona: había rastros de anidación, una tortuga había visitado Choroní. Empezaron a llegar fotos de la comunidad trabajando, de la demarcación del nido. La gente de la costa estaba feliz y alborotada por el retorno de las tortugas. Cruzamos información y se descubrió que posiblemente una Caguama fue la que dejó su tesoro enterrado bajo la arena tibia de Playa Grande. En menos de dos meses, en una explosión repentina, un lote de nuevos tortuguillos “Hechos En Choroní” se lanzarán al mar a la aventura más grande de sus vidas.

¿Y nuestro toldero? Creemos que está feliz. Creemos que la incredulidad venía de la desesperanza. Sabemos que cada mañana cuando llega a la playa y mira ese pedacito de arena protegido por cuatro estacas y el amor de los pobladores, debe sonreír y sentirse tranquilo.

Las tortugas son fieles a su tierra, a sus raíces. Viajan por el mundo y conocen otras costas, pero regresan a casa. Cumplen su promesa y depositan en nuestra arena su carga más valiosa.

No nos olvidamos que cada día son menos. La actividad del hombre es mortal para ellas. Por eso trabajamos para procurar hacerles un lugar en el futuro, que la arena de Playa Grande siga recibiendo por muchos años más la visita de esas Aragueñas embajadoras de nuestras costas.

Queremos agradecer y felicitar a toda la comunidad de Choroní por luchar por la conservación de su ambiente. Trabajando organizados pueden lograr ese justo balance entre sus intereses y el ecosistema que es su hogar. La única forma de crecimiento posible es el desarrollo sustentable.

Un abrazo a nuestros amigos de siempre, a Julian Mora, Marcos Caputo, Jesús Roldán. Gracias por su apoyo, por su trabajo y por proteger ese paraíso Biodiverso que es Choroní.