Cuando apareció la primera edición del muy famoso libro “A Guide to the Birds of Venezuela” (Una Guía de las Aves de Venezuela) de William H. Phelps Jr. y Rodolphe Meyer de Schauensee, editado en 1978 por Princeton University Press, lo que se sabía del gallito de las sierras (Rupicola peruviana) en Venezuela era bastante poco, contrario a lo que sucedía con el gallito de las rocas (Rupicola rupicola) ampliamente conocido y fotografiado en todo el territorio ubicado al Sur de río Orinoco.
En el mencionado libro, apenas se señalaba que el gallito de las sierras habitaba en el estado Táchira, en San Cristóbal. En 1982, la comunidad ornitológica conoció, gracias al libro de David Snow sobre las Cotingas, que en el Museo Británico de Historia Natural habían depositados dos machos de la especie provenientes de la localidad de “Mérida” capturados en el siglo 19.
Pero a finales de los años 80, observadores de aves, organizaciones no gubernamentales y el Ministerio del Ambiente, conjugaron conocimientos y esfuerzos para “reencontrar” y proteger al gallito de las sierras.
A finales de 1988, el Servicio Autónomo de Fauna (Profauna) del Ministerio del Ambiente y de los Recursos Naturales Renovables recibió de la Sociedad Conservacionista Audubon de Venezuela su preocupación por la deforestación en el Camino de San Isidro, en el estado Mérida, muy cerca del Parque Nacional Sierra Nevada, donde observadores de aves habían avistado ejemplares del gallito.
Por eso, el 14 y 15 de enero de 1989, Mary Lou Goodwin y Clemencia Rodner de Audubon, María Rosa Cuesta, de Bioandina, Deborah Bigio, Frank Espinoza y quien suscribe, de Profauna, junto a otros observadores, viajamos hasta la región para certificar los problemas señalados y la existencia del ave.
El gallito de las sierras junto con el gallito de las rocas, constituyen las dos únicas especies de la Familia Rupicolidae, aves que sólo habitan en Sur América. La primera especie habita en las áreas boscosas de la Cordillera de los Andes, desde Bolivia hasta Venezuela, mientras que el gallito de las rocas se encuentra al Sur del Orinoco en Venezuela, las Guyanas, Brasil y el este de Colombia. En ambas especies, los machos presentan colores muy llamativos, que van desde anaranjado intenso hasta rojizo, en algunas sub-especies del gallito de las sierras. En contraste, las hembras presentan plumajes marrones.
En el Camino de San Isidro, pudimos observar los efectos de la deforestación para el establecimiento de cultivos por parte de comunidades cercanas y ubicar a una pequeña población de gallito de las sierras. Con el fin de capturar y fotografiar a un ejemplar, colocamos una malla de neblina en un paso natural de aves. ¡El éxito fue casi inmediato!
Un macho fue capturado y durante su manipulación defecó, lo cual permitió un análisis posterior de las heces. Allí encontramos semillas de una sola planta identificada como Hedyosmun glabratum, de la familia de las Clorantáceas. En 1994, junto a Deborah Bigio publiqué una nota en la revista Ornitología Neotropical, donde destacamos este descubrimiento, el cual constituía el primer reporte de consumo de una especie de Clorantacea por parte del gallito de la sierra.
Así, a partir de 1989 y luego de un trabajo conjunto de conservacionistas y autoridades, se pudo reencontrar una de las especies de aves más hermosas presentes en el país, actuar para la conservación de su hábitat y aportar conocimientos sobre la ecología de la especie.
Alejandro Luy
Agosto 2010
Artículo publicado en la Revista Río Verde N° 3. 2010.