Ectopistes migratorius. Jeannette Nouel

Es el nombre científico de la paloma migratoria o paloma pasajera. Este año se cumplen cien años de muerto del último individuo de su especie. Murió en un zoológico, solo, de vejez… a los 29 años de edad. Era una hembra que nunca puso un huevo.

A la llegada de los europeos a América se estima que la población era de tres mil a cinco mil millones de individuos (quizá el ave más abundante del planeta).
El cielo se oscurecía durante horas cuando pasaban las bandadas sobre los pueblos. El ruido era como de un ejército de caballos cargados de cascabeles, según lo describió un testigo presencial. A llegar a los valles se lanzaban en picada como ensordecedoras e inmensas cascadas de aves.
Se movían en grandísimas bandadas y migraban por todo el este de los Estados Unidos.

Cuando llegaban, los colonos veían… comida. La forma en que fueron cazadas y finalmente exterminadas da escalofríos.

Para 1871 se calculaba que aún quedaban unos 136 millones de individuos… pero la matanza continuaba. Un día de 1896 se produjo el asalto a la última gran colonia de cría matándose 250 mil ejemplares en un día. Irónicamente no llegaron a ninguna cocina porque el tren que las llevaba se descarriló y se pudrieron esparcidas en la tierra.

La última paloma migratoria salvaje murió de un tiro en 1900. La mató un niño.

¿No se daban cuenta los seres humanos a medida que pasaban los años que el ritmo de desaparición de las palomas era alarmante y que podrían acabarse? ¿Que las bandadas se iban haciendo más y más pequeñas cada año?

Es una historia tan triste, tan impactante, que casi parece increíble. La extinción se produjo por una cacería implacable, constante, rápida y por pérdida de hábitat: todo provocado por el ser humano.

En el editorial de la revista Audubon de May-Jun 2014 hay un comentario que asusta. Hay masas de gente hoy en día que no se da cuenta de que el impacto que causamos en el ambiente y en el clima también tendrán un punto de no retorno. No aceptan que los cambios climáticos son producto de la intervención humana. ¿Sufren la misma ceguera de aquellos colonos?

Lo que pareció imposible para aquellos colonos a ver la inmensidad de las bandadas de palomas también parece imposible para muchísimos seres humanos y seguimos viviendo sin un ápice de consciencia sobre nuestra huella en el planeta.

Estamos destruyendo el planeta con cada árbol que cortamos, con cada incendio, con el uso indiscriminado de combustibles fósiles, con la destrucción de hábitats, con la tala de bosques, con el desperdicio de agua, con la generación de basura, con la caza, con cada cosa que botamos sin hacer el intento de regalarlo, reusarlo, repararlo o reciclarlo, con cada polluelo de ave marina que muere de desnutrición e intoxicación por ingerir pedacitos de plástico, con cada nido de tortuga saqueado, con cada araña que pisamos, con cada ave que enjaulamos.

Nosotros, como miembros de la Sociedad Conservacionista Audubon de Venezuela, debemos ir más allá que el común de la gente en nuestros actos, debemos modificar acciones y actitudes para que sean más cónsonas con el ambiente y debemos transmitir a otros todo lo que podamos en pro de las aves, que, a fin de cuentas, es en pro del ambiente, de nuestros seres queridos y del planeta.

Para mayor información los invito a leer

http://es.wikipedia.org/wiki/Ectopistes_migratorius

http://www.abc.es/natural-biodiversidad/20140902/abci-paloma-americana-extincion-201409021231.html

También pueden googlear “paloma migratoria” o “passenger pigeon” y encontrarán muchos artículos.

Saludos,

Jeannette Nouel
Comisión de Excursiones
Sociedad Conservacionista Audubon de Venezuela