A medida que las ciudades van creciendo también aumentan los problemas vinculados a la concentración de tantas personas. Los barrios más populosos plantean desafÃos que tienen que ver con la satisfacción de las necesidades básicas, el confort, las costumbres y los gustos de la gente.
El mayor problema de vecindad es la contaminación sonora. Los ruidos molestos suelen estar a la orden del dÃa.
Las fuentes son diversas, como por ejemplo el uso de electrodomésticos o maquinaria motorizadas estridente, la música “a todo volumen†que prefiere mucha gente, los ladridos de perros -que suelen amplificarse en zona de propiedades horizontales-, las alarmas comerciales o de automóviles, la propaganda polÃtica durante los perÃodos preelectorales, algunas costumbres o estrategias comunicacionales de instituciones religiosas, y desde luego el funcionamiento de locales bailables con aislamiento inadecuado, a lo que se le suma los ruidos molestos producido por grupos numerosos de jóvenes que suele instalarse en el frente de los locales nocturnos o en otros sitios de la vÃa pública, escogidos como sitios frecuentes de reunión.
Aunque muchas personas parecen haberlo olvidado, el derecho al silencio es básico para conservar la salud fÃsica y sÃquica de las personas. Como suele suceder tomamos conciencia de ello cuando ese derecho es violentado.
No es necesario aclarar que forma parte básica del sueño y, por lo tanto, del adecuado descanso sin el cual las personas enferman.
En términos generales se puede decir que para analizar los efectos del ruido hay que considerar diferentes situaciones. Por un lado está la presión sonora –medida en decibeles (dB)-, por otro el tiempo de exposición y las circunstancias en que ocurre.
No es lo mismo un bocinazo en el tránsito que la exposición a la misma cantidad de decibeles escuchando música con auriculares. Tampoco, sentir un ruido estridente durante el dÃa, que en la noche.
Hasta 55 decibeles el sonido es agradable. Entre 55 y 75 dB dificulta la conversación verbal. Cuando se ubica entre 75 y 100 dB sentimos una sensación molesta, puede provocar reacciones psÃquicas y generar alguna clase de lesión auditiva. Entre 100 y 130 dB experimentamos una sensación insoportable porque el ruido es capaz de lesionar las células nerviosas. Provoca dolor y trastornos graves. Por encima la agresión es total.
Según la Organización Mundial de la Salud no hay que exponerse a más de 70 dB, y en el ámbito laboral lo máximo permitido es de 85 dB.
El tiempo de exposición es clave porque resulta determinante desde el punto de vista fisiológico y anatómico. Las autoridades responsables de fiscalizar la contaminación sonora deberÃan ser muy estrictas en su trabajo.
Porque aunque existe la tendencia de considerar a los ruidos molestos casi como una consecuencia inevitable de la vida en centros poblados, son causantes de situaciones que afectan seriamente la calidad de vida de las personas y pueden poner en riesgo la salud pública.
También las personas deberÃan asumir la responsabilidad correspondiente, cumpliendo con las disposiciones vigentes en la materia y haciéndole caso a su sentido común, para no generar esta clase tan cotidiana de contaminación.
Hernán Sorhuet Gelós
EL PAIS; Montevideo, 17/6/09