Decreto del Arco Minero viola derechos y es una amenaza para la economía del país

Si bien es cierto que la economía de un país depende de recursos propios y diversos trabajos, parece ser que muchas veces –y sobre todo en países en desarrollo, a diferencia de en los países altamente desarrollados –el recurso principal se centra en la minería. La extracción y comercialización de materias primas como la bauxita, cobre, diamante u oro, se lleva a cabo frecuentemente sin un estudio adecuado de la zona, lo que se traduce en daños profundos. Frecuentemente prima la visión a corto plazo a la búsqueda de divisas, que compromete el futuro incluso cercano, puesto que destruye medios de subsistencia y otros recursos económicos.

Este parece ser el caso de la Zona de Desarrollo Estratégico Nacional Arco Minero del Orinoco (AMO). Se trata de una extensión de terreno de aproximadamente 112 mil Km2 (12,2% del territorio nacional, el equivalente al tamaño de toda Honduras y mucho más grande que Portugal o Panamá) ubicada al margen sur del mencionado río, cedida a grandes trasnacionales para su explotación. La ingeniera Yezenia Frontado, activista de la organización no gubernamental VITALIS, señala que en este caso en particular “no existe evidencia de la realización de estudios de impacto ambiental o sociocultural en la zona”.

Un respiro para la economía que podría salir muy caro

La directora de investigación y desarrollo de Provita, Tina Oliveira señala que la explotación del AMO, en los términos que están planteados, tiene terribles implicaciones debido a su gran extensión, pues lleva consigo cambios en la cobertura vegetal, es decir, deforestación y eliminación de otros ecosistemas no boscosos, cambios en el curso de los ríos, así como en su calidad del agua, aumento de las emisiones de contaminantes para la atmósfera, el agua, el suelo y el subsuelo, contaminación de las especies y su extinción. Todo ello repercutirá negativamente en la economía y recursos del país, que ya ha vivido las graves consecuencias de la sequía –traducida en falta de agua y dramáticos cortes eléctricos –, fenómeno que se acrecienta con la deforestación y que por tanto puede llegar a tener dimensiones catastróficas.

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