Los bosques son como una esponja. Imagine el siguiente experimento: Sobre una rampa, vacíe un tobo de agua y véala fluir. Notará tres cosas importantes: 1) El agua baja con mucha velocidad al no tener resistencia, 2) se hace un charco al final de la rampa porque toda el agua llegó al fin de su recorrido al mismo tiempo y 3) Todo acaba en pocos segundos.
Si trasladamos eso a escala geográfica, la rampa viene siendo una cuenca hidrográfica y el tobo de agua es un aguacero torrencial. El agua bajando rápidamente es un deslave, el charco al final es una inundación y el hecho de que pocos segundos después de aguacero el flujo de agua se detiene, se llama sequía.
Ahora, mentalmente, cubra la misma rampa con una capa de esponjas. El agua fluirá mucho más lentamente a través la matriz permeable de las esponjas, pero no sobre su superficie. Llegará al final de la rampa con mucha menos velocidad, ya que las esponjas absorben el exceso de agua y lo escurren poco a poco, incluso durante minutos después de que usted se aburrió de ver el experimento.
Eso es lo que hacen los bosques con los ríos, regular su caudal. Mantenerlo fluyendo mientras no llueve y evitar que rebasen sus cauces cuando cae el chaparrón.
Claro que el bosque no funciona exactamente como una esponja. La permeabilidad no la dan burbujas de poliuretano, la dan las raíces que cruzan el terreno. Y el exceso de agua no se guarda en estas burbujas, sino en los tejidos de los árboles, en los pozos subterráneos que ellos ayudan a estabilizar o en el aire que los circunda, mediante un ciclo constante de evapotranspiración y condensación motorizado por la fotosíntesis.
Este efecto es suficientemente importante como para que en Holanda, país constantemente en alerta de inundación, empiecen a reemplazar lozas de sus bulevares con sistemas vegetados, para aumentar la permeabilidad del suelo y reducir la vulnerabilidad de sus ciudades a las anegaciones.
Las recientes inundaciones al sur del Orinoco se deben en principio a una pluviosidad por encima de la media. Pero Amazonas y Bolívar son dos estados cubiertos por una Selva Amazónica que se está perdiendo a un ritmo acelerado, el más alto de Latinoamérica. ¿Cuánta agua habría retenido el bosque perdido durante estos últimos años de crecimiento exponencial de la minería ilegal? La degradación ambiental cobra vidas y cuesta caro a las comunidades humanas.