Adaptarse a la nueva temperatura será el desafío
La temperatura del planeta aumenta y los efectos de este calentamiento global se empiezan a sentir sobre la Tierra. El pronóstico no pinta alentador y la comunidad científica internacional se prepara para la eminente adaptación a los irreversibles cambios que comienzan a mostrarse de manera preocupante y que seguirán apareciendo en las próximas décadas. Parece que aquellas teorías que cuestionaban la realidad del cambio climático o su directa relación con las acciones del ser humano se desinflan en su argumento hasta quedarse sin aire. Así lo garantiza el recientemente publicado V Informe de evaluación del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC en inglés). Dicho grupo internacional fue creado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente en 1998 con el objetivo de evaluar los cambios registrados en la atmósfera, producto de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), sus repercusiones y futuros riesgos. Un grupo de 1.217 científicos de 92 naciones, con el aval de 195 gobiernos del mundo formaron parte en la construcción de este informe.
¿Por qué se calienta la tierra?
El planeta no se congela porque “la atmósfera impide que la energía del sol que llega a la Tierra retorne tan rápido como llegó. Esta especie de cobija gaseosa que retiene el calor, se debe al vapor de agua y demás gases que la componen (dióxido de carbono CO2, metano CH4, óxido nitroso NH2, ozono O3, entre otros) que absorben la energía calórica que proviene de la superficie del planeta”. (Definición Guía de Educación Ambiental Carabobo). Esa cobija es lo que se conoce como el efecto invernadero y es el que mantiene el equilibrio entre la radiación del sol a la Tierra y la emitida desde el planeta. Esta armónica relación, creada por los gases de efecto invernadero (GEI), es lo que permite la vida sobre la Tierra. El calentamiento global es el incremento a largo plazo en la temperatura promedio de la atmósfera y se debe al exceso en la emisión de gases de efecto invernadero que se desprenden mayoritariamente de actividades humanas. Al haber un mayor índice de GEI retenido en la atmósfera, la temperatura del planeta aumenta generando una infinidad de variaciones en el comportamiento del clima.
¿Qué actividades humanas emiten la mayor cantidad de GEI?
Casi todas las actividades humanas emiten GEI, de manera directa e indirecta, las principales actividades son la quema de combustibles fósiles en los procesos de generación y uso de energías, procesos industriales y transporte. Otras acciones como el aumento de la población, los asentamientos humanos, la construcción, las deforestaciones, la basura, la agricultura, la ganadería suman emisiones a los inventarios de gases de efecto invernadero.
¿Quién emite más gases de efecto invernadero?
Según el IV informe del IPCC, publicado en 2007, los principales emisores de GEI, de mayor a menor, son: Estado Unidos China, Unión Europea, Rusia e India, seguidos de lejos por Japón, Alemania, Brasil Canadá y Reino Unido. El ingeniero ambiental, experto en gestión ambiental y cambio climático, Diego Enríquez, oriundo de Ecuador, comenta que las regiones y/o países más vulnerables a estos aumentos de temperatura y, por ende, cambios en el clima, no suelen ser aquellos que emiten las mayores cantidades de GEI –los países con mayores cuotas de GEI representan el 20% del planeta-; excusa que no los exonera en la responsabilidad de crear programas de adaptación a los impactos que se avecinan, e incluso tomar acciones en la mitigación de tales gases a la atmósfera. Irónicamente, aquellos países que generan las mayores cantidades de GEI –46% de la torta de emisiones en el mundo- son los que están mejor preparados para soportar los embates del cambio climático, asunto que tampoco los excusa en la mitigación -y adaptación de los GEI a la atmósfera. Y aunque hay evidencia de que se han tomado acciones para disminuir la cuota de GEI, por parte de algunos de los mayores emisores, una nueva contribución aparece proveniente de las economías emergentes, países como India, Brasil, México saltan a la ecuación, pero también lo hace Centroamérica y Suramérica gracias a las altas cuotas de deforestación de zonas verdes –que liberan altas dosis de dióxido de carbono CO2 a la atmósfera. Así lo explica la científica e investigadora, Alicia Villamizar, bióloga, magister en Ciencias Biológicas y actualmente doctorante en Desarrollo Sostenible, quien además formó parte en la discusión del quinto informe del IPCC.
¿Quiénes son los vulnerables?
El IPCC define la vulnerabilidad como el grado en que un sistema natural o social podría resultar afectado por el cambio climático. La vulnerabilidad va en función de la sensibilidad de un sistema a los cambios del clima, y de su capacidad para adaptarse a ellos. Los sistemas vulnerables comprenden los recursos hídricos, la agricultura, la silvicultura, la pesca, los asentamientos humanos, la industria, la energía, los sistemas financieros, etc. Esto amenaza, entre otros, la seguridad alimentaria, la disponibilidad de agua, los ingresos, la salud humana, la infraestructura. (Definición de Bosques ProCarbono de la Universidad Austral de Chile). Es por esta razón que, afirma Villamizar, la adaptación es una especie de vestido a la medida para cada región del planeta. Cada país deberá tomar acciones según la vulnerabilidad al cambio climático, sus prioridades, principales riesgos y urgencias para enfrentar los impactos.
El cambio climático es asunto del desarrollo
Hay una relación directa entre el aumento del PIB (Producto Interno Bruto) de los países y el aumento de las emisiones de GEI, según los estudios del IPCC. Lo que quiere decir que, “el cambio climático es un problema del desarrollo que requiere la planificación y acción de políticas públicas, como con cualquier problema que atañe a la sociedad”, así lo asegura Villamizar. Sin embargo, tomando medidas sustentables que acompañen al desarrollo se puede equilibrar y mitigar los efectos de las emisiones de GEI. Existen claros ejemplos de esto en países desarrollados con altas tazas de emisiones. “El clima se está expresando de una forma que tiene efectos directos sobre la salud, la economía, la política. Ya muchos países así lo entendieron y no lo ven como un problema ambiental, porque no lo es. No es solo un problema de emisión de GEI que afecta la atmósfera y aumenta la temperatura promedio del planeta, es que dicho aumento altera y afecta todo lo demás y a todas las esferas de la vida de la sociedad”, concluye la ecóloga.
¿Qué nos espera?
Actualmente el promedio en el aumento de la temperatura del planeta está muy cercano a un grado centígrado, sin embargo, la tendencia va hacia arriba. De 350 ppm (partes por millón) de emisiones de GEI en los años 90´, actualmente se generan 450 ppm y sin haber alcanzado el grado centígrado, los impactos son evidentes, como la disminución en los glaciares, cambios en la periodicidad e intensidad de lluvias y sequías, lo que afecta a la agricultura y ganadería, aumento del nivel del mar –entre el año 90 al 2000 se registró un aumento de 3.5 cm, según el IV informe del IPCC-, desaparición de algunas especies de flora y fauna, etc. Una de las pruebas más recientes sobre los impactos del cambio climático, es la evidencia sobre el derretimiento irreversible de los glaciares de la Antártida. Los científicos del IPCC estiman, en términos generales y dependiendo de los esfuerzos que se hagan hoy en cuanto a mitigación y adaptación, que la temperatura pudiera estabilizarse alrededor de los 2 grados centígrados en aproximadamente 30 años. Pero, de no tomarse las medidas necesarias, se contempla que la temperatura pueda superar los 4 o 6 grados centígrados en décadas futuras.
A dos grados
Enríquez menciona varios de los impactos para los que hay que prepararse y adaptarse en Latinoamérica una vez alcanzados los dos grados centígrados, algunos de estos impactos son:
Aumento en el nivel del mar que amenazará las ciudades costeras. Degradación del suelo y desertificación. Reducción de tierras apropiadas para cultivar café. Perdida del 24% de especias de árboles. Aridez y escasez de recursos hídricos. Reducción de los glaciares de la Cordillera Andina y poca disponibilidad de agua. Desaparecimiento de manglares y una alta vulnerabilidad a eventos climáticos. Villamizar agrega el aumento de enfermedades transmitidas por vectores, ya que al subir la temperatura aumenta el rango de alcance de muchos organismos que pueden generar enfermedades. Algunas especies animales probablemente desaparecerán, especialmente las más vulnerables.
Más de 2 grados
Entre los 2 y 3 grados centígrados, algunos de los impactos a escala mundial, según informe del IPCC, serían: Deglaciación parcial e irreversible de manto de hielo en Groenlandia y Antártico Occidental. Reducción significativa de producción agrícola. Cientos de millones de personas afectadas por aumento de inundaciones costeras. Extinción de hasta 30% de especies. Mortalidad generalizada de corales. 1/6 de la población mundial afectada por inundaciones o sequías. Mayor morbilidad y mortalidad. Cambio de la distribución de vectores de enfermedades.
Más de 3 grados
Superar los 3 grados supone: Baja en productividad agrícola global, 550 millones bajo riesgo de hambruna y 1.300 millones desnutridos. Deglaciación de manto de hielo en Groenlandia y de Antártico Occidental y aumento en el nivel del mar de varios metros. 6 a 8 veces mayor duración de olas de calor. Pérdida de un 30% mundial de humedales costeros. Frente a este panorama, bien cabe la afirmación que Enríquez hace sobre la extrema importancia que tiene asumir con responsabilidad y seriedad el tema del Calentamiento Global, porque, según sus palabras: “No nos estamos jugando la vida del planeta, nos jugamos la existencia del ser humano”.
Valencia aprende a medir la Huella de Carbono
Cada actividad del ser humano, sea un ciudadano, una empresa o una sociedad en conjunto, demanda el uso de recursos que se paga con GEI a la atmósfera. Los científicos, en un intento por medir cuantitativamente tal consumo de energía, crearon el concepto de la Huella Ecológica o Huella de Carbono. Una fórmula matemática que cuantifica cuanto GEI emite un ser humano, una empresa, un municipio o una ciudad. Con el objetivo de aprender a medir esta huella con la mayor precisión posible y así poder crear una gestión pública basada en un desarrollo sustentable que ayude a una localidad a prepararse para los impactos del cambio climático, y además crear una base de datos con la mayor cantidad posible de inventarios de GEI, la Fundación Tierra Viva, a través del Proyecto Redes Ambientales, con el apoyo de la Universidad de Carabobo, el Instituto Municipal de Ambiente y la Alcaldía de Valencia, reunió a un grupo nutrido de profesionales relacionados con el tema ambiental para formarse al respecto. Los invitados, ecuatorianos, expertos en gestión ambiental y calentamiento global, Diego Enríquez P; Juan Carlos Baca y Nixon Narváez, compartieron durante tres días conocimientos sobre las medidas de adaptación, evaluación de vulnerabilidad, ordenamiento territorial y cobertura vegetal; medidas de mitigación, inventario de emisiones de gases de efecto invernadero y huella de carbono. Una oportunidad única que sentará las bases sobre las que se seguirán desarrollando las herramientas y el conocimiento sobre el tema de cambio climático, porque, como afirmó Diego Enríquez al cierre del curso: “La planificación en la gestión pública es la mejor estrategia para la adaptación al cambio climático”.
Venezuela en el rezago
Villamizar recuerda que Venezuela tiene una deuda importante con el Protocolo de Kioto, acuerdo internacional de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), que tiene por objetivo reducir las emisiones de seis gases de efecto invernadero y del que Venezuela es firmante. “Cuando la mayoría de los países de Latinoamérica ya van por la entrega del tercer informe, México ya entregó el sexto, Venezuela ha entregado solo un informe en el año 2005 que debió haberse culminado para el año 96”. La investigadora subraya la importancia de sumar esfuerzos científicos y académicos, -que los hay- desde las instituciones públicas, privadas, organizaciones no gubernamentales, la sociedad civil organizada y los gobiernos locales para trabajar en relación a la adaptación y mitigación, “porque somos un país petrolero emisor de GEI”. Agrega que “el Estado debe invertir en ciencia y tecnología porque este tema repercute en todas las instancias sociales, económicas, políticas, educativas y de salud. Debemos estar preparados frente a los impactos del calentamiento global, ya que nuestra vulnerabilidad es importante”.
Loys Leso
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