¿Qué puede unir a Hannover en Alemania y un negocio en Caracas, Venezuela? Al menos una cosa: el concepto de “café para llevar” y sus consecuencias ambientales.
En muchas grandes ciudades que imponen ritmos de vida acelerados, sus habitantes tienen casi como una tradición entrar a una cafetería y pedir un café para llevar: bebida en un vaso desechable de cartón, con una tapa rígida de plástico. Una noticia en DW muestra el impacto en la generación de los desechos sólidos y la contaminación que tiene este modelo de negocio del café para llevar, en términos de esfuerzo en la recolección y el costo que eso representa para la ciudad de Hannover.
La noticia también comenta la respuesta que ante el problema ha surgido de parte de un conjunto de cafeterías. Se trata de que los clientes podrán adquirir por 2 euros una taza de uso múltiple pero diseñada para el café para llevar, la cual puede devolver en cualquiera de las tiendas participantes, donde serán lavadas y ofrecidas nuevamente a los compradores. Aunque la medida puede ser revisada en detalle, la misma ha sido una respuesta a un modelo no sostenible y ha tenido – según el gobierno de la ciudad alemana – resultados positivos.
Mientras tanto en el último año ha habido una expansión de negocios de café en Caracas y casi todos ellos se fundamentan en la costumbre muy venezolana de beberlo en la barra o sentado en torno a una mesa, además de ser servido en tazas de porcelana o vidrio. En general los venezolanos no somos de comprar el café para llevar; pero eso no ha impedido que surjan también iniciativas de ese tipo en el país, que tanto dolor de cabeza ha dado a las autoridades alemanas.
Sin importar si la propuesta de café para llevar se desarrolla en Hannover, New York, Bogotá o Caracas, la realidad es que este tipo de negocio debe ser revisado en función de su impacto ambiental y de la necesidad de construir un modelo de desarrollo sustentable. Un vaso de cartón, con una capa de plástico que tardará años en degradarse, junto a una tapa de plástico que si somos afortunados incorporaremos en el reciclaje, que solo será utilizado por 10 minutos antes de desecharse, no parece adaptarse a la necesidad de reducir en volumen de basura, disminiur el consumo de plásticos – elaborados a partir de hidrocarburos -, elevar la vida útil de los rellenos sanitarios, entre otras tantas cosas requeridas para la gestión ambiental del planeta.
Pero más allá de cómo asuma el sector privado – en este caso, las cafeterías – la vinculación de su negocio con la sustentabilidad, creo que siempre está en las manos de los ciudadanos ser críticos con lo que nos ofrecen y tener una conducta cónsona con la conservación ambiental. Es el ciudadano de Hannover o de Caracas quien decide beber su café en casa, o consumirlo en un local donde la bebida sea servida en un envase no desechable, o – en otros ámbitos – inhibirse de usar pitillos para las bebidas frías, llevar consigo una bolsa ecológica cuando va de compras, promover y apoyar el reciclaje, entre muchas tantas acciones.
Uno de los Objetivos de Desarrollo Sustentable que han sido aprobados y en los que se han comprometidos casi 200 naciones está orientado a la Producción y Consumo Responsable y si bien es cierto que se requieren muchas acciones para alcanzar las metas asociadas, usted y yo, como cada ciudadano no solo es que puede sino que debe actuar para que el mundo sea mucho mejor en el 2030, lapso final que se han planteado para alcanzar los mencionados objetivos.
Mientras tanto, venga conmigo, le invito a que nos sentemos tranquilos a tomar una taza de buen café.
Alejandro Luy
Biólogo (UCV, 1988). Magister en Gerencia Ambiental (Universidad de los Andes, Bogotá, 2011)