Alexander Blanco: Premio Whitley 2017. Bruno Moraes

Cuando Fábio Olmos habla de un “salto civilizatorio”, en donde todas las formas de vida son vistas como compañeras de nuestro tímido viaje a través del cosmos, con el mismo derecho a la existencia que pretendemos tener nosotros, se refiere a viejas ideas de la “filosofía ambiental”. Pero al igual que muchas otras buenas innovaciones propuestas por el “sueño hippie” de los años 60, desafortunadamente, esta expansión de nuestra conciencia ética no ha sucedido a una gran parte de la humanidad. Ese nunca fue el caso de Alexander Blanco.

Como su mentor Eduardo Álvarez Cordero (lee la historia en la primera entrega de esta serie), Alexander creció en una relación íntima con las formas de vida y los fenómenos naturales. “Me crié en el campo, y mis padres siempre estimularon el cuidado de la naturaleza”. Una vida dedicada a este cuidado es perfectamente compatible con una persona que tiene un gran amor por la biodiversidad, y la combinación de esta pasión con el duro trabajo han hecho a Alexander Blanco merecedor del Premio Whitley 2017.

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Cortesía de Mongabay LATAM