Agua que no has de beber. Sergio Antillano

En total, 11% de la población del mundo (cerca de 783 millones de personas) no tiene agua potable, mientras miles de millones carecen de servicios de saneamiento. Se estima que más de 3.000 niños mueren todos los días a causa de enfermedades diarreicas contraídas por agua no tratada.
La ONU habla de cerca de 89% de la población mundial que ya tiene acceso al agua limpia, sin embargo, eso significa que todavía unas 800 millones de personas consumen agua sucia (40% de ellos en África subsahariana). Y no debemos olvidar que las cifras de la ONU se conforman en base a datos oficiales que emiten los gobiernos, algunos de los cuales no son honestos en sus números, confundiendo información con propaganda.

Por lo demás, la data de la ONU ignora la ineficiencia interna de cada país, donde, aun teniendo sistemas de tratamiento del agua instalados y red de distribución, ocurren distorsiones, descuidos y malas prácticas que afectan la potabilidad del agua. Por ejemplo, quienes habitan la cuenca del lago de Valencia sufren las consecuencias de la mala gestión y su “acceso al agua potable” es una ilusión aunque las estadísticas no lo reflejen. En general, en Venezuela la potabilidad del agua que llega por el tubo es cuestionable y el suministro en muchas zonas, inconstante.

El deseable acceso a servicios sanitarios, así como el tratamiento y disposición adecuada de las excretas o “aguas negras” es otro fuerte dolor de cabeza en el país. Tener acceso a servicios sanitarios está asociado no sólo a calidad de vida sino a prevención de enfermedades y de contaminación ambiental.

Para la ONU es poco probable que se alcance la meta de conseguir “un mayor acceso a servicios sanitarios seguros” en todo el planeta. Calculan que más 600 millones de personas no tienen acceso a un baño.

En el país ese aspecto del saneamiento básico puede ser evaluado al intentar usar un baño público. Pero la cosa es peor. La ausencia de redes de cloacas colectoras y plantas de tratamiento es un problema creciente y en lugares como Zulia la mayoría de las aguas negras siguen llegando al lago sin ser tratadas, acentuando la muerte prematura de ese estuario.

El acceso al agua potable es un derecho humano fundamental. Pero, a pesar de ello y del lugar común que la llama “el vital líquido”, parece que aún no se entiende lo de “vital”. El agua es imprescindible pero debe ser potabilizada para hacerla consumible por los humanos, evitando enfermedades. Y debe ser tratada de nuevo una vez que la hemos usado, para evitar contaminación y afectación de la salud.

El Guaire es claro reflejo de la gestión del agua en Venezuela. Un río que convertimos en cloaca a cielo abierto. Gran colector, su caudal está formado por aguas de lluvia y aguas residuales cloacales, que recoge mientras atraviesa Caracas. Es uno de los afluentes del río Tuy al que contamina sin piedad. El sitio de encuentro del Guaire con el Tuy es un monstruoso espectáculo de barbarie ambiental que debiera servir para didáctica del impacto destructivo de contaminar las aguas.

Ese gran colector de nuestro desorden que es el Guaire divide a Caracas en 2 partes que drenan hacia él sus aguas de escorrentía, sus quebradas y ríos, sus cloacas, sus desperdicios líquidos y buena parte de las basuras que la ciudad genera sin tregua. Su recorrido de más de 50 kilómetros, genera más de 600 kilómetros cuadrados de cuenca hidrográfica, desde su nacimiento en la confluencia de los ríos San Pedro y Macarao en Las Adjuntas.

El Guaire fue, alguna vez, hábitat de peces como el Chaetostoma guairensis y la Rhamdia guairensis, que ahora reposan en alcohol en la colección de ictio-fauna del Museo de Ciencias. Sus aguas fueron, hasta comienzos del siglo XX, la principal fuente de agua potable y para servicios sanitarios de la ciudad. Ahora, embaulado y ensuciado, sólo aloja bacterias y virus, cargas químicas y metales pesados. Un exceso de nutrientes que se mezclan, potenciando su eutroficación y haciendo nocivo su flujo que vierte en el río Tuy, cerca de Santa Teresa del Tuy.

De la preocupación por limpiar el río se han lucrado algunos engrosando presupuestos oficiales con supuestos planes de recuperación donde dilapidan miles de millones de dólares que sólo han engrosado cuentas bancarias. Del sentimiento de afecto por el río se han burlado con cinismo quienes han anunciado que se bañarían en el Guaire, como la señora que usurpa “autoridad” en la capital. Bañados de Guaire están.

El Guaire es una metáfora del desencuentro de la ciudad construida con la naturaleza del valle que la aloja.

 

*Ingeniero. Planificador ambiental