Publicado en Marzo 20, 2011
El despido del Premio Nobel de la Paz, Muhammad Yunnus de la presidencia del banco que fundó hace ya más de 30 años: Grameen Bank, es el último episodio de una novela altamente publicitada. Realmente pienso que el precio que está pagando el movimiento de las micro finanzas, es bastante alto. Hagamos entonces una reflexión profunda sobre lo que se ha hecho y especialmente sobre el camino que debe tomar este movimiento.
Detrás de la destitución de Yunnus hay un problema de tipo político. Sin duda la reacción que ha habido contra él, puede estar efectivamente ligada a sus observaciones sobre el gobierno de Bangladesh y al fallido intento del Premio Nobel por crear su propio partido político. Alli parece haber una retaliación política que no es de nuestro interés comentar en profundidad, pues el mismo ha sido ampliamente tratado en medios de comunicación de todo el mundo.
Las observaciones a la industria de las micro finanzas es algo que se viene planteando desde hace algunos años. El problema a mi juicio se ha centrado en el modelo utilizado, que para hacerlo más entendible, llamaremos el modelo “Bancario”. Detrás de este modelo existe la creencia de que para poder llevar créditos a los pobres, es necesario acudir a los fondos del público, es decir a los fondos captados en ahorros. Pero si alguien desea dar crédito con fondos provenientes del ahorro, debe asegurarse cobrar las tasas adecuadas, que permitan el retorno de los intereses que el público espera obtener por sus depósitos. Eso es bastante normal, el problema es que los micro créditos son riesgosos y costosos de operar. La obligación con los ahorristas es retornar el dinero y con intereses adecuados, pero como dar créditos a esa población demandante de este tipo de financiamiento resulta caro, entonces las tasas generalmente van a ser más altas que las de otra categoría de crédito.
Esta idea es suficientemente vieja y ha sido impulsada por la mayoría de los especialistas, sobre todos aquellos que operan dentro de agencias multilaterales como el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo. De esta manera ha funcionado la industria micro financiera prácticamente desde sus inicios y ha alcanzado un crecimiento bastante considerable.
Yo he escrito mucho remarcando que en nuestra opinión allí hay una concepción equivocada, pues para financiar los sectores de mayor pobreza, la bancarización no es la mejor herramienta; en esas comunidades existen mecanismos informales, muy económicos de operar y que con la necesaria transformación metodológica para darles seguridad y transparencia, no hace falta recorrer el largo y costosos camino de la mencionada bancarización. Pero este tampoco es el tema que nos ocupa ahora.
El problema ahora es otro. Ya no se trata de captar recursos a través del ahorro del público, sino que el modelo ha evolucionado (o involucionado) hacia la captación a través de acciones, en el mercado de valores. El modelo ha tenido su expresión más fuerte en la India con “SKS Micro Finance”. Esta es la micro financiera de mayor crecimiento mundial y actúan como socios una enorme lista de corporaciones, fondos de inversión y las mayores ONGs del planeta. Actualmente la empresa parece tener cerca de 6 millones de clientes, en unas 1670 agencias distribuidas en 19 estados de la India. En el año 2010 la empresa hizo su debut en el mercado de valores de Bombay, ofreciendo acciones al público.
La justificación a la aplicación de este modelo según sus diseñadores es lógicamente que “esa es la única manera de obtener suficiente capital como para satisfacer la muy alta demanda de micro créditos en India”. Según esos mismos datos, la demanda de micro créditos en la India en el año 2008, excedió la oferta en más de 40 billones de dólares.
Este cambio de modelo trajo grandes críticas, entre las cuales se encuentran las del propio Muhammad Yunnus, quien con toda claridad cuestionó el modelo por considerar que era “repugnante ofrecer ganancias a los inversionistas a partir de los dineros de los pobres”. Según Yunnus, las micro finanzas debe ir en la dirección de ayudar a los pobres a retener su dinero, más que en re-direccionarlo hacia los ricos.
Esta es una discusión compleja que sin duda se debe profundizar. Sostenibilidad versus efecto social, es una dualidad difícil de resolver. Pero las críticas que se hacen al modelo de SKS fácilmente pueden ser trasladadas al modelo de captación de ahorros del público, aunque buena parte de ese mismo público sean los propios habitantes de las aldeas donde trabaja el Grameen Bank. La movilización de fondos desde los pobres a la banca, para luego regresarlos en créditos a través del sistema bancario, es en la mayoría de los casos costosa, ineficiente e innecesaria y en algunos casos, también puede ser un poquito “repugnante”.
salomonr@fundefir.org.ve
El autor es emprendedor social, creador de los Bankomunales con K, especialista en finanzas populares y presidente de Fundefir.