“La razón de nuestro salto cualitativo está en el liderazgo. Una organización puede tener muchos equipos, mucha infraestructura, pero el engranaje, la visión, surgen del liderazgo bien ejercido”. Ana Huérfano. Directora de Investigación
Las setenta hectáreas rebosantes de vida natural que conforman el Jardín Botánico de Caracas constituyen un invaluable patrimonio y un motivo de justificado orgullo para la ciudad y para el país. El verde dominio de sus explanadas y laderas acoge más de dos mil quinientas especies de plantas autóctonas y exóticas –provenientes de los cinco continentes?, lo que hace de este lugar un recinto único, una suerte de singular remanso en medio de la tensa y tumultuosa cotidianidad caraqueña.
La creación de este imponente espacio se debe al doctor Tobías Lasser, destacado médico y botánico venezolano, quien fue además fundador de la Facultad de Ciencias de la Universidad Central de Venezuela. Hace justo seis décadas, en 1945, Lasser, quien ya para entonces había iniciado su infatigable labor de explorador botánico a lo largo y ancho del país, al igual que en el extranjero, materializó su deseo de que se contase con un espacio para el estudio y la exhibición de especies de flora, un reservorio de vida vegetal que sirviera, a la vez, como ámbito para la investigación científica y como lugar de esparcimiento e instrucción naturalista y ecológica para sus visitantes.
En el primer lapso de la década de 1940, mientras avanzaban los trabajos de construcción de la Ciudad Universitaria de Caracas, Tobías Lasser se consagró a promover la idea de establecer el jardín con ese doble propósito: que la ciudad capital contase con un espacio vegetal privilegiado para la recreación y el solaz y que éste, además, cumpliera con el cometido científico de servir para el estudio y la profesionalización del estudio de las plantas en el país.
Un hecho que marca la historia del Jardín Botánico de Caracas es la situación en que fue mantenido durante más de tres décadas, al ser separado, de manera virtual, del campus de la Universidad Central de Venezuela, institución dentro de la cual fue concebido y junto a la cual se ha desarrollado. El 30 de noviembre de 2000, fecha en que la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) declara a la Ciudad Universitaria de Caracas como Patrimonio Cultural de la Humanidad, le es restituida plenamente al Alma Mater la gestión del jardín y con ello se da inicio a una etapa de reorientación y proyección cuyos resultados son hoy por hoy reales y cuantificables.
Dentro de la sumatoria de valores que han hecho posible los avances logrados –la cual incluye conceptos y valores como compromiso, estímulo, buena gerencia, constancia, mística y amor? el término liderazgo ocupa el lugar más relevante, según el personal que labora en la institución. La directora de Investigación, Ana Huérfano, opina que “desde su llegada, el profesor Aníbal Castillo marcó, con su liderazgo, un punto de inflexión. Además de haber sido nuestro profesor, para muchos de nosotros ha sido fundamental el trato con una persona que entiende las necesidades, que está abierta a los planteamientos de sus colegas y eso se ha traducido, obviamente, en un progreso para la investigación y para las demás actividades. La razón de nuestro salto cualitativo está en el liderazgo. Una organización puede tener muchos equipos, mucha infraestructura, pero el engranaje, la visión, surgen del liderazgo bien ejercido”.
Nota: Premio a la Excelencia otorgado por Venezuela Competitiva. Más información en www.venezuelacompetitiva.com