Esperaba publicar este artículo el pasado 26 de enero, fecha que mucha gente identifica como el “Día Internacional de la Educación Ambiental”. Aunque esta efeméride parece haber nacido de una fuente desconocida de Internet y no tiene ninguna base cierta, cada año se vuelve más popular y vale la pena entonces festejar al menos la persistencia de mucha gente en la necesidad de dedicarle al menos un día a la EA. A pesar de esas intenciones, los tiempos se me complicaron, cosas de vivir en Venezuela.
Arrancada de caballo…
Desde los años setenta del pasado siglo se estableció la necesidad de incorporar la educación ambiental (EA) como una necesidad urgente para frenar el acelerado deterioro del ambiente.
Venezuela fue pionera en ese campo. La primera Ley Orgánica del Ambiente en 1976 se incluyó a la EA como elemento constituyente de la “conservación, defensa y mejoramiento del ambiente”.
A partir de allí se desarrollaron programas educativo-ambientales dirigidos a estudiantes de educación primaria, prescolar y universitaria. En paralelo, se generó un importante abanico de programas educativos extraescolares en todo el país realizados por una gran diversidad de organizaciones e instituciones.
A finales del siglo 20 el país realizó un paso más, al incorporar a la educación ambiental como un derecho constitucional.
El nuevo gobierno elegido en 1998 promovió cambios en los enfoques pedagógicos aplicados a la EA desde perspectivas que en distintos momentos fueron bautizados como: “comunitarias”, “de desarrollo endógeno” y finalmente “ecosocialistas”. Muchas de estas ideas resultaron cosméticas y no tuvieron ningún impacto a lo interno.
Del país de las oportunidades al de la crisis humanitaria (o la parada de burro)
Resumir los cambios ocurridos en Venezuela en los últimos años es muy difícil, sobre todo cuando se quiere hablar de las causas del hundimiento de un tema específico como lo es la EA en el país.
Habría que explicar cómo en las últimas dos décadas a pesar de los descomunales recursos económicos que ingresaron al país durante el ciclo de alza de los precios del petróleo, el país fue cayendo en una espiral de inestabilidad política, conflictos, violencia, desigualdad social, así como una pobreza cada vez más generalizada alimentada por una feroz hiperinflación.
Esos factores generaron una grave crisis humanitaria, la cual por su naturaleza ha sido calificada como emergencia humanitaria compleja.
Esta situación afectó entre muchos otros temas a la educación y al ambiente en el país.
Para seguir leyendo marque aquí