Dos décadas de monitoreo de aves en el Parque Nacional Henri Pittier han dado excelentes resultados: una base de datos que incluye 46.518 animales anillados en las patas y 13.089 colibríes marcados; información sobre las poblaciones de vencejos y referencias de supervivencia, longevidad y migración de especies en la cordillera de la Costa.
Además, se ha formado a 500 voluntarios en el manejo de mallas de niebla y en técnicas de anillado. La responsabilidad es de la Sociedad Conservacionista Audubon de Venezuela, que llevó a cabo su primera campaña de monitoreo de aves en el paso Portachuelo del parque nacional en 1990, en alianza con la Colección Ornitológica Phelps. Desde entonces la realiza anualmente y este año será entre el 15 de septiembre y el 8 de octubre. Como siempre contará con el apoyo de un voluntariado integrado por estudiantes de Biología de todo el país.
Cada año se anillan entre 1.500 y 2.000 aves y con cada edición se obtiene información de valor para investigadores nacionales e internacionales, dice Miguel Lentino, miembro de la Colección Ornitológica Phelps, que recuerda el récord registrado hace 3 años: se contaron 700 especies migratorias. “Si se toma en cuenta que sólo un pequeño porcentaje cae en las mallas, el número de aves capturadas es un indicativo de que entre 30.000 y 40.000 pájaros provenientes del hemisferio Norte estaban sobrevolando el Henri Pittier”, afirma. Lentino agrega que en 2010 se capturaron aves de especies que tenían hasta 10 años sin pasar por las mallas instaladas en Portachuelo, lo que reveló que algunas tienen plazos más amplios en sus travesías por el parque. Otras, por el contrario, siempre están, la granicera hermosa entre ellas, pájaro que combina plumas de color verde con otras rojo escarlata y naranja, que le cubren el pecho. “Es endémica, venezolana de pura cepa, común en las dos vertientes de la cordillera de la Costa”. Veinte años.
El Programa de Monitoreo de Aves Migratorias y Residentes del Paso Portachuelo del Parque Nacional Henri Pittier tiene como fin cuantificar la intensidad de uso de ese accidente geográfico por las aves, explica Mauricio Zanoletti, secretario de la junta directiva de la Sociedad Conservacionista Audubon. El monitoreo periódico permite entender la dinámica de la comunidad de aves residentes en el parque y detectar cambios en las poblaciones de las especies migratorias. Mantener el programa de monitoreo y anillado a largo plazo en rutas migratorias de importancia, como el paso Portachuelo, asegura Zanoletti, es fundamental para identificar factores responsables de la disminución de poblaciones y para obtener información que puede asociarse a fenómenos como el cambio climático y la pérdida de hábitats. Varias organizaciones públicas y privadas han apoyado el trabajo de campo, entre ellas, la Estación Biológica de Rancho Grande, el Instituto Nacional de Parques, la Fundación de Parques Zoológicos y Acuarios, el Ministerio del Ambiente, la Universidad Central de Venezuela y el Museo Instituto de Zoología Agrícola. No es poco, pero tampoco suficiente para el hospedaje y la alimentación del voluntariado.
Por eso, la Sociedad Conservacionista Audubon de Venezuela ofrece a personas naturales y jurídicas la posibilidad de adoptar un voluntario, es decir, de aportar los recursos necesarios para costear los gastos de alimentación y alojamiento durante las 3 semanas que dura el trabajo de cada uno de los 27 estudiantes que participarán en la campaña de 2011. Apoyar vale la pena. Quien lo hace se suma al esfuerzo por asegurar la continuidad del desarrollo y divulgación del programa, así como de otros complementarios dirigidos a la conservación de las aves migratorias de origen boreal, austral y neotropicales en el parque nacional venezolano.
Artículo publicado en El Nacional
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