Íbamos en busca de tortugas marinas, y encontramos mucho más. Soledad Santamarina

Hace ya más de 5 años nos trazamos una meta muy ambiciosa: desarrollar un proyecto de conservación de tortugas marinas en la Costa de Aragua. Una iniciativa sin precedentes en la zona, y que nos llevaría por un largo camino de conocimiento y descubrimiento. Sin sospechar que alcanzaría tanto vuelo fuimos avanzando poco a poco, enfocados primero en levantar información científica, haciendo trabajo de campo y recorriendo esa costa que para los Maracayeros es un oasis al otro lado de las montañas, que nos huele a fin de semana, a brisa de mar, arena tibia y buena vibra.

Con ojos curiosos entramos en esos caminos de selva y mar enamorados de la belleza de nuestro Henri Pittier, y siempre sorprendidos cuando emergemos de ese verde vibrante para encontrarnos con el azul eléctrico que nos recuerda que estamos en el Caribe.

Íbamos en busca de tortugas marinas, y encontramos mucho más.

Una de nuestras alegrías más grandes ha sido ir recolectando amigos por el camino, lo que empezó como el esfuerzo de Ecodiversa encontró raíces en las comunidades de la costa y se transformó en una ola que impulsó un cambio positivo y que logró emocionar a la gente hasta el punto de sentir como propio el proyecto.

Hace tres años en Cuyagua reinaba un sentimiento de pertenencia y amor por lo propio que era hermoso de presenciar. Se demarcaron espacios, se establecieron reglas. La fuerza de la comunidad hizo posible que el bien común reinara sobre los intereses particulares. Fue tanto el apoyo que se logró una medida judicial para reubicar construcciones ilegales y proteger espacios.

Hicimos amigos en Cuyagua, gente maravillosa que nos abrió las puertas de su casa y de su pueblo, que se reían de nuestra sorpresa al descubrir que contra todo pronóstico Cuyagua es una de las playas más visitadas por tortugas marinas de ésta costa. Gente que ha convivido siempre con esos seres mágicos mitad mar y mitad tierra, que vienen a la costa a enterrar sus tesoros y luego se van con las corrientes a recorrer mundo. Personas a quienes les debemos mucho, como Ottoniel Diaz, Activas Cuyagua, Julia y su familia de la Posada Casa Grande.

Conocimos también pescadores, comerciantes, tolderos y posaderos. En muchos casos logramos superar la desconfianza inicial para conversar sobre sus problemas, los nuestros, y los de las tortugas. A veces es un choque de culturas fuerte. Sus abuelos les enseñaron a reconocer los rastros en la playa, a tantear y encontrar los huevos. Mucho ha cambiado desde aquellos tiempos. En realidad, nadie se preocupó en enseñarles otra cosa.

Algunos nos escucharon, vieron la posibilidad de crecer sustentablemente, de aprovechar las ventajas del Ecoturismo, han visto el deterioro de su playa y entienden que están ligados a ella: que comparten su destino.
Otros se resisten al cambio, y el resistir se convierte en negativa destructiva. Cuando los intereses económicos se unen al desarraigo y se amparan en la impunidad, nos conseguimos con grupos que vieron una amenaza en esa comunidad unida, empoderada y motivada.

Y nos dimos cuenta de algo que nos hizo replantear completamente nuestro programa: No es posible avanzar en un proyecto sin el apoyo de la comunidad local. Enfocamos todo nuestro esfuerzo en desarrollar una campaña educativa que nos permitiera atacar la principal fuente del problema: la desinformación.

Hoy volvimos a Cuyagua a materializar un sueño y una meta, logramos instalar una valla informativa permanente en la entrada para alertar a los visitantes que ese es un lugar especial: Que Allí Anidan Tortugas Marinas.
Y aunque nos sentimos felices de haber logrado ese hito, la verdad es que nos conseguimos con una Cuyagua distinta. Una playa descuidada, las demarcaciones abandonadas. Nos encontramos con el silencio de los pobladores. Un silencio que hablaba a gritos.

Mientras montábamos la valla las personas al pasar miraban de reojo, y pocos se pararon a conversar o a ofrecer una mano. Había temor y desconfianza. Y es que la fuerza de la comunidad quedó atrapada bajo el peso del poder de otros intereses. Se sintió abandonada por las instituciones que han debido ampararla. La medida judicial quedó en promesa, y quienes la promovieron se vieron amenazados y acorralados.
La fuerza de esa comunidad sigue allí, está dormida pero viva en personas que aun luchan, y con ellos contamos. Desde Ecodiversa seguiremos trabajando para que renazca con más fuerza que nunca, con información y educación para hacer retroceder las sombras.

Más aún, sentimos el apoyo y la fuerza de la naturaleza cuando a la mañana siguiente de haber instalado la valla, mientras hacíamos una limpieza de playa, nos dieron los buenos días dos rastros de tortugas que salieron a anidar durante la noche. ¿De repente se querían acercar a ver el cartel? Lo cierto es que, ¡Las tortugas ya están llegando a Cuyagua! Y en poco tiempo una nueva generación de tortuguillos aragüeños emprenderá el camino al mar.

Queremos agradecer a todas las personas que siguen creyendo y que nos han apoyado a lo largo de éste camino. En especial a Tiendas EPA y su equipo de cajeros por apoyarnos a través del programa Ayudar Es Sencillo. A todos los clientes de EPA que confiaron en nosotros y dieron su pequeño aporte, hoy lo pueden ver materializado en Cuyagua y pronto en Choroní. A la comunidad de Cuyagua y a Activas Cuyagua. A las escuelas que nos han recibido en sus aulas. A nuestros seguidores en las redes sociales, por ser multiplicadores y difusores de toda ésta información. Y sobre todo a esa Biodiversidad maravillosa que disfrutamos los Aragueños.

Soledad Santamarina