Venezuela necesita espacios para acuerdos y consensos. Alejandro Luy

 

Discurso de Orden

Día Mundial del Medio Ambiente

Concejo Municipal del Municipio Bolivariano Libertador

5 de junio de 2015

Alejandro Luy, Gerente general, Fundación Tierra Viva

 

 

Miembros del Concejo Municipal del Municipio Bolivariano Libertador

Representantes de la Alcaldía del Municipio Bolivariano Libertador

Representantes del Ministerio Poder Popular para el Ecosocialismo y Aguas, y demás Ministerios del Ejecutivo Nacional

Organizaciones y personas homenajeadas con el Premio y la Orden al Mérito Waraira Repano – Cerro El Ávila 2015

Miembros de organizaciones comunitarias, organizaciones no gubernamentales, y demás organizaciones de la Sociedad Civil

Representantes de los medios de comunicación

Señoras y señores, amigos todos

 

Es para mí un honor como caraqueño, nacido en la Parroquia La Candelaria, dirigirme a ustedes en el marco de la celebración del Día Mundial del Medio Ambiente y la entrega de los Premios y Reconocimientos Waraira Repano – Cerro El Ávila 2015.

Por tanto agradezco la invitación que me hiciera el Concejo Municipal Bolivariano Libertador, a través de la Comisión Permanente de Ambiente y Turismo de contar con esta oportunidad.

Desde 1973, el 5 de junio se celebra el Día Mundial del Medio Ambiente, luego de ser establecido por la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas en su Resolución del 5 de diciembre de 1972.

Su nacimiento fue en un momento muy importante, ya que se produjo en la Conferencia de Estocolmo sobre el Ambiente, que marcó el inicio de cambios significativos a nivel mundial en aspectos institucionales y legales vinculados a la conservación del ambiente, la educación ambiental y el desarrollo sustentable.

Era la primera vez que los países, bajo la convocatoria de la Organización de Naciones Unidas, se congregaban para hablar del problema ambiental.

Para Venezuela ese cambio se materializó, en los años siguientes, en la elaboración de un conjunto de leyes para normar la materia ambiental y en la creación del Ministerio del Ambiente, el primero en América Latina.

Así, la Conferencia de Estocolmo fue un momento de inflexión en la atención ambiental a nivel mundial.

Desde ese momento, cada 5 de junio, en la mayoría de los países del planeta se ejecutan acciones para promover el conocimiento, la conservación, la defensa del ambiente y para reflexionar sobre los grandes retos que tiene la humanidad de cara al futuro,  y de esta manera  la fecha ayuda a contribuir a transformar al ciudadano y a la sociedad en su relación con el entorno.

El Premio Waraira Repano – Cerro El Ávila se inscribe desde 1997 en esas iniciativas y hoy en día es uno los premios más importantes que otorga la ciudad de Caracas a personas, instituciones, organizaciones comunitarias y otros que se hayan destacado en actividades, proyectos o propuestas de conservación y difusión que mejoren la conciencia en pro del ambiente.

Sin embargo, para ser sinceros, cuando en el contexto actual hablamos de “celebrar” el Día del Ambiente, la respuesta de muchos es que no hay nada que “celebrar” dado el conjunto de problemas ambientales locales, regionales, nacionales o mundiales que día a día se presentan ante nuestros ojos.

Al menos es una celebración condicionada.  Algo así como “ciertas condiciones aplican”.

Por ejemplo, estoy seguro de que muchos vecinos de Caricuao hoy sentirán que no hay nada que celebrar al ver como se han alterado progresivamente muchos de sus espacios naturales y como otros están amenazados.

Es, por ejemplo, el caso de la deforestación del Parque Vicente Emilio Sojo para unir Caricuao con La Rinconada; que encierra procesos y soluciones que parecen estar muy distante a una propuesta de desarrollo sustentable.

Lo anterior no es poca cosa si recordamos, que ese, el desarrollo sustentable, es el modelo de desarrollo que está establecido en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, donde además se promueve la participación comunitaria, asunto aparentemente obviado en esta ocasión.

Similar sensación tienen muchos caraqueños que a nivel individual o a través de grupos y comunidades organizadas de San Pedro, Los Chaguaramos, Santa Mónica y El Valle se han manifestado contra la ampliación de la Autopista Francisco Fajardo, desarrollada de manera inconsulta y que en ese proceso se hayan eliminado una gran cantidad de árboles de gran porte, con la oferta de replantarlos en otros lugares.

Todos los árboles en un parque, y la ciudad dominada por el cemento no parece ser la solución más adecuada.

Esos cuestionamientos hacia la celebración del Día Mundial del Ambiente, lo que muestran es el gran compromiso por el ambiente y la calidad de vida  de los ciudadanos convencidos de que un mundo mejor es posible y que todos juntos podemos lograrlo.

Hoy 5 de junio, Día Mundial del Ambiente también nos toca honrar esas actitudes de lucha por el ambiente presentes en nuestra capital y en toda Venezuela.

Como la de los bomberos forestales, guardaparques y voluntarios dedicados a apagar los incendios de vegetación en nuestros parques nacionales.

Como la de los miembros de más de 180 ONG ambientales que xisten en Venezuela.

Como la de los miembros de la comunidad Pemón que protestan en contra de la minería ilegal del Parque Nacional Canaima.

Ese es espíritu de protección del ambiente para garantizar una mejor calidad de vida el que ha movido desde su nacimiento a Fundación Tierra Viva, institución a la que he estado vinculado por más de 20 años.  Hoy quisiera compartir con ustedes parte de la visión que tenemos para dirigirnos hacia el desarrollo sustentable.

Fundación Tierra Viva es una organización privada, sin fines de lucro, que desde 1992 está desarrollando y promoviendo proyectos de educación ambiental y desarrollo sustentable orientados a mejorar la calidad de vida de los venezolanos.  Siempre hemos sido una institución pequeña, pero un equipo humano comprometido con nuestra misión que ha trabajado con docentes, estudiantes, productores de cacao, comunidades indígenas warao, yekwana y wayúu, con otras organizaciones no gubernamentales, con alcaldías, gobernaciones y ministerios y que para ello ha contado con el apoyo de recursos de distinto tipo de empresas, embajadas, instituciones de cooperación internacional y organismos públicos.

Nuestra experiencia demuestra que ninguna organización – pública o privada – cuenta con todas las herramientas, recursos, conocimientos, credibilidad, convocatoria, para lograr los cambios que requiere la sociedad que persigue un desarrollo que armonice lo ambiental con lo social y lo económico.

Así, la capacidad de incidencia se reduce si cada organización – pública o privada – piensa que la solución está solo en “sus manos y su cabeza”.

Conscientes de esa situación, creemos que la respuesta que requerimos en nuestro país es el establecimiento de alianzas, entre distintos sectores, con el fin de un bienestar común, que en el caso del ambiente es el más común de todos.

Quizás a muchos, aunque seguramente no a los que están aquí presentes, se les olvida que si no poseemos oxígeno y agua, entonces ya no habrá espacio para discutir sobre cualquier otra cosa, manejar autos, ampliar autopistas o construir edificios.

Pero sabemos que las alianzas no son tan fáciles como “pelar mandarinas”.  Tener aliados es poner en conjunción mis carencias, debilidades y necesidades junto a los recursos, habilidades y destrezas de los otros.

Una alianza no es para ordenar, ni para imponer, ni para obedecer, sino para convocar al diseño de soluciones comunes, para establecer consensos. 

Por lo anterior, aliarse implica entender al otro; valorar la divergencia, y todo con el fin de impulsar un resultado que a todos nos satisfaga.  Algunos piensan que las alianzas son tan complejas como un matrimonio.  La verdad es que yo creo que son más enredadas, porque generalmente no se trata de una relación de dos.

Pero esas complejidades, en mi trabajo en Fundación Tierra Viva, me han permitido saborear los frutos que las alianzas pueden dar:

Comités voluntarios conformados por instituciones públicas y organizaciones de la sociedad civil promoviendo acciones educativas;

Productores, fundaciones de ministerios y ONG mejorando la producción y la calidad del cacao;

Infraestructuras para la recreación y la divulgación ambiental en plazas y parques de gobernaciones y alcaldías; creadas con el trabajo de una ONG

Docentes y comunidades en procesos de formación diseñados y ejecutados por entes gubernamentales de distintos tipos de gobiernos, financiados por empresas privadas, con participación de la gente.

Estoy seguro de que detrás de todas las personas, proyectos e instituciones, reconocidas con el Premio Municipal Waraira Repano – Cerro El Ávila, hay historias de unión de muchas capacidades, de la construcción de consensos, del esfuerzo mancomunado de diversos sectores.

Los venezolanos estamos necesitando de más trabajo coordinado, de más espacio para acuerdos y acciones consensuadas.

Hay en nuestro entorno, la comunidad, la ciudad, el estado, el país, tantas genuinas preocupaciones, tantas buenas intenciones y tan notables problemas, que sería ideal que las alianzas para el desarrollo sustentable fueran la norma y no la excepción.

Además de reiterar mi agradecimiento al Concejo Municipal Bolivariano Libertador por esta oportunidad, y felicitar a todos los homenajeados del día de hoy por su importante contribución con el ambiente, termino reiterando el compromiso de Fundación Tierra Viva de contribuir desde nuestro conocimiento, con nuestros recursos; con el desarrollo sustentable y la calidad de vida de todos los ciudadanos y las ciudadanas que habitan en este maravilloso territorio llamado Venezuela.

 

¡Muchas gracias!