En un contexto de riesgo ante la operación de las actividades petroleras, que consecuentemente impactan en la calidad de vida de la población, deterioran la imagen de las empresas y las hace suceptibles a altas inversiones destinadas a restaurar el daño ambiental, social y económico, tiene sentido invertir en procesos de planificación que consideren no solo criterios ingenieriles y económicos en la ecuación.
Lea el resto del artículo aquí