El reto de la sostenibilidad para las ONG. Alejandro Luy.

Desde 1990, he estado vinculado a organizaciones no gubernamentales sin fines de lucro y redes dedicadas a la atención de situaciones socio-ambientales en Venezuela, y desde 2001 encargado de la Gerencia general de Fundación Tierra Viva.  Eso me ha permitido conocer una gran variedad de instituciones con acciones en temas de salud, ambiente, organización comunitaria, educación, derechos humanos, economía popular, entre otros.  Independientemente de su trabajo, existe una situación que hermanan a este tipo de instituciones y esa no es otra que la obtención de recursos, principalmente económicos, para el cumplimiento de su misión.  La pregunta entre colegas de las organizaciones no gubernamentales (ONG) “¿cómo está la cosa?” tiene como traducción “¿tienes dinero para mantener la organización?”.
La realidad venezolana de los últimos años muestra que cada día florecen nuevas iniciativas de los ciudadanos organizados para incidir en su entorno, pero en contraparte los aportes de la cooperación internacional no han incrementado e incluso posiblemente han disminuido, y el financiamiento por parte de las empresas también resulta finito estando su disponibilidad condicionadas por áreas temáticas y geográficas.  Así, el panorama luce bastante preocupante ya que, al mismo tiempo, aumentan los competidores (una palabra que cuesta mucho verbalizar en las ONG) y disminuyen los recursos, por lo que la desaparición de algunas es un hecho probable.
Evidentemente, lo anterior impone un reto enorme a cada ONG como es alcanzar la sostenibilidad financiera, entendida esta como “aquella que logra diversificar las fuentes de ingresos y, por ende, minimiza la dependencia en relación a una fuente única (ya sea interna o externa), reduciendo así la vulnerabilidad ante cambios en la disponibilidad de recursos o preferencias de los donantes”(1),  todo ello sin desviarse del cumplimiento de su misión. 
Si bien no existen recetas mágicas, experiencias de todo el mundo señalan que un camino para la sustentabilidad de las ONG depende del uso de las capacidades propias para generar valor económico, a través de la oferta de productos y servicios principalmente para el sector privado.
En otras palabras, se trata de “empaquetar” lo que sé hacer o desarrollar un  producto diferente, para ofrecerlo a empresas que carecen del mismo para desarrollar o fortalecer su valor social.  Así, una organización que conoce, por ejemplo, cómo se manejan las relaciones con las comunidades, tiene experiencia en el diseño, seguimiento y evaluación de proyectos, ha diseñado mecanismos para fortalecer sectores socio-productivos o simplemente maneja información calificada sobre temas específicos, pueden garantizar su sostenibilidad en la medida que esas habilidades los posicione como proveedores del sector empresarial.
Para las empresas, relacionarse de esta manera con una ONG puede tener como valor agregado el “goodwill”, la reputación ganada en el cumplimiento de la misión social por la institución sin fines de lucro, que suele ser superior al ofrecido por otro tipo de proveedores. 
La tarea hacia lo sostenibilidad aun está pendiente para la mayoría de las ONG venezolanas, pero la buena noticia es que ya varias han dado los primeros pasos.  Y esto es muy importante porque el aporte de la sociedad civil organizada es fundamental para promover el desarrollo sustentable y una mejor calidad de vida para todos los venezolanos.

Alejandro Luy.  Licenciado en Biología, Universidad Central de Venezuela (1988) y Magister en Gerencia Ambiental, Universidad de los Andes, Colombia (2011).  Gerente general de Fundación Tierra Viva (alejandro@tierraviva.org)

1. Social Enterprise Knowledge Network.  (2006). Gestión efectiva de emprendimientos sociales: Lecciones extraídas de empresas y organizaciones de la sociedad civil en Iberoamérica. México: Banco Interamericano de Desarrollo, Editorial Planeta Mexicana

 

Artículo publicado en Tòpicos Petroguí@.  Edición 2012. 

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