Conservación de la Biodiversidad y Libros Rojos. Jorge M González y Alejandro Luy

Hace apenas un par de semanas, Fernando Hernández-Baz (Universidad Veracruzana) y Dalos Ulises Rodríguez Vargas (Procuraduría Estatal de Protección al Medio Ambiente), dos investigadores y conservacionistas Veracruzanos, presentaban ante la comunidad Mexicana y el mundo, el Libro Rojo de la Fauna de Veracruz.  En este libro, primero de su tipo en México, se presentan 72 especies que incluyen mamíferos, aves, reptiles, anfibios, peces, corales, cangrejos escarabajos, mariposas y polillas, todas originarias de dicho estado o endémicas de México, que tienen en común algún nivel de amenaza. Diecinueve de estas especies se encuentran registradas en los apéndices CITES.  Para realizar este trabajo, el más reciente de un esfuerzo mundial que comenzó  hace unos 50 años, contaron los editores con el aporte de 48 investigadores de diversos países. Incluye el libro una moderna metodología para seleccionar las especies con niveles de amenaza.

Pero, ¿cuál es la relevancia de este hecho?  Los libros rojos se han convertido en una herramienta fundamental para la orientación de medidas de conservación de especies de fauna y de flora, e incluso hasta de ecosistemas. En su forma moderna los libros rojos evalúan el grado de amenaza de extinción en que se encuentran las diferentes especies y proponen medidas diversas para su conservación.

Los libros rojos tuvieron sus inicios hacia mediados de la década de los sesenta para llamar la atención sobre las especies que se encuentran en peligro de extinción. El primer Libro Rojo, creado por la Unión Internacional para la Conservación de La Naturaleza, apareció en 1963 y pretendía ser el inventario más completo del estado de conservación de especies de animales y plantas a nivel mundial.  Desde entonces los criterios para definir si una especie se encuentra amenazada han pasado por un proceso de refinamiento progresivo hasta llegar a aquellos vigentes desde mediados de los años noventa. En su forma moderna los libros rojos evalúan el grado de amenaza de extinción en que se encuentran las diferentes especies y proponen medidas de conservación.

Venezuela ha sido reconocida mundialmente por sus esfuerzos para promover la conservación de especies. Organizaciones No Gubernamentales diversas (Fudena, Provita, CICTMAR, Fudeci)  se avocaron a promover e incentivar la conservación no solo de especies, sino de regiones enteras, y con ciertas normativas y creciente apoyo gubernamental, el país se convirtió en pionero en esfuerzos y educación pertinente a la Conservación Ambiental.  Parte de ese esfuerzo se vio compensado con la aparición del primer Libro Rojo de la Fauna de Venezuela, editado por un grupo de jóvenes biólogos que habían formado la ONG Provita y que lograron compilar información pertinente aportada por Investigadores de numerosas Instituciones Venezolanas y de otros países.  Más recientemente, logró una segunda edición del Libro Rojo de la Fauna, así como también un Libro rojo de los Ecosistemas y otro dedicado a la Flora.

Este esfuerzo Venezolano, se ha visto multiplicado en diversas regiones del mundo y además de las Listas de la UICN, países como España, Colombia, Ecuador, Bolivia, para mencionar algunos, hoy cuentan con libros rojos de Fauna o de Flora o ambas. Próximamente, México contará con un nuevo Libro Rojo, que incluirá especies de todo el país.

Hoy en día, nuestros vecinos latinoamericanos están realizando esfuerzos que están dejando frutos concretos.  Desafortunadamente, este gran esfuerzo pionero que se multiplicó en Venezuela en los años 80’s y 90’s, se ha venido a menos en este nuevo siglo en nuestro país.

La escasa o casi nula articulación entre las instituciones gubernamentales, como el Instituto Nacional de Parques y la Oficina de Diversidad Biológica del Ministerio del Ambiente, con las organizaciones no gubernamentales de Venezuela y los centros de investigación, ha significado un retroceso en las oportunidades de atención integral de especies o ambientes, formación de capital humano y la obtención de recursos de fuentes nacionales e internacionales.

La más afectada ha sido nuestra diversidad biológica, nuestra fauna, nuestra flora y ecosistemas que por ésta razón parece cada día más condenada a permanecer en los libros rojos.