Es común endilgar la palabra “exótica” a aquellas especies animales o de plantas que presentan detalles o colores muy llamativos. Sin embargo, en el área de conservación, los científicos denominan especies como exóticas a aquellas que se ha establecido fuera de su área de distribución natural.
Por ello, además de la gran riqueza de especies de animales y plantas propias de Venezuela, existen muchas otras que no son nativas de nuestro territorio, pero que fueron introducidas y ahora forman parte de nuestra vida, muchas de ellas como fuentes de alimento.
Se estiman que en el país contamos, por introducción intencional o accidental, más de 1400 tipos de plantas y animales, las cuales provienen de Asia, África, Australia, Europa e incluso de otras regiones de América.
Se cree que las especies exóticas se empezaron a introducir en Venezuela hace 500 años, con la llegada de los colonizadores españoles. En la actualidad son tantas, que están presentes en casi cualquier lugar de Venezuela. Las especies son muy variadas en formas y tamaños. Así se encuentran desde pequeñas algas, bacterias, hongos e insectos, hasta grandes árboles y animales.
Ejemplos notables de ésta introducción son el mango, originario de la India, y fue introducido en Venezuela hace – aproximadamente – 250 años, cuando lo trajeron de la isla de Trinidad; la paloma casera (esa que está siempre cerca de las iglesias y plazas), fue domestica hace miles de años en Asia, y ya tiene 400 años en el país, habitando principalmente en áreas urbanas y los cochinos que llegaron a América en el segundo viaje de Colón. Estos animales son considerados unas de las especies invasoras más destructivas en todo el mundo, ya que en libertad abren huecos en la tierra, produciendo daños al suelo.
Buenas para el desarrollo, amenazas para la conservación
Muchas especies exóticas son muy importantes para el desarrollo y la economía del país. Por ejemplo el 60% de la producción de alimentos en Venezuela se realiza con ese tipo de especies. Entre las especies exóticas criadas o cultivadas en el país están vacas, chivos, cabras, cerdos, ovejas, pollos, truchas, arroz, sorgo, plátanos, café, zanahoria, berenjena, trigo, cambur, caña de azúcar y arvejas.
Otros casos son más curiosos porque si bien no constituyen un beneficio “tangible” tampoco se ha demostrado un efecto negativo sobre especies nativas o en los procesos ecológicos. Este último es el caso de la garcita reznera o garrapatera, que no es propia del continente americano. En 1930, se la encontró por primera vez reproduciéndose en el vecino país de Guyana. Se cree que su llegada se debió a un fuerte viento que “empujó” a una bandada de estas garzas desde África. Después de su llegada, la garza reznera se dispersó por Brasil, Venezuela, las islas del Caribe, Colombia y los Estados Unidos. Ahora es una especie común en todos esos países.
Pero no todas las especies que han llegado a nuestro país han traído beneficios. Algunas han causado daños ecológicos porque son competidoras o depredadoras de especies típicas del país. Se cree que peces como las tilapias, que son depredadores, han originado la disminución o extinción de algunas especies de peces e insectos propios de Venezuela en lagunas e incluso en el Lago de Valencia.
Las especies de ratas introducidas transmiten enfermedades como la rabia, se alimentan de nidos de aves, algunas en peligro de extinción, y producen daños en cultivos. Además, cerca de 50 especies de insectos exóticos son plagas para diversos cultivos en el país.
En los últimos años son notarios dos especies de gran impacto. El caracol africano gigante (Achatina aulica) y el pez león (Pterois volitans).
El caracol africano está considerado como una de las 100 plagas más nocivas del mundo por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, y requiere ser combatida masivamente. En Venezuela está presente desde hace más de 20 años, y prácticamente ha sido reportada en todo el territorio, incluyendo la Isla de Margarita. Tiene efectos negativos sobre los cultivos y es trasmisora de enfermedades.
El pez león fue reportado por primera vez en aguas venezolanas en diciembre de 2010. Es una especie muy voraz que no tiene depredadores naturales. Se alimenta de otros peces, crustáceos y moluscos. Por ello su proliferación en el Gran Caribe en los últimos diez años es una amenaza real y creciente. Algunos investigadores venezolanos sugieren que las poblaciones de langostas puede estar siendo afectadas por el pez león, lo cual tiene un impacto económico en nuestro pescadores y en la dinámica de ecosistemas tan complejos como los arrecifes del Parque Nacional Archipiélago de los Roques.
El manejo de las especies exóticas, incluyendo su introducción y el control de las poblaciones en estado silvestre es una actividad muy importante para la conservación de nuestra diversidad biológica y el desarrollo sustentable del país.
Alejandro Luy