A MANERA DE PRÓLOGO
François Gerlotto vino a echarle a perder la fiesta a muchos… a mí mismo entre ellos.
Mientras escribo esto, oigo el graznido de decenas de guacamayas –o papagayos, como denominan a estas vistosas aves en otras partes del mundo hispano- cerca de mi ventana, con las que solía embelesarme al verlas rasgar con sus colores primarios el cielo caraqueño. Ahora las miro con escrúpulo y recelo. Esta hiperabundancia urbana de estas aves originalmente selváticas, se parece mucho, aunque las causas sean también otras, a la de a la de los “pájaros, jabalíes, zorros, venados y un gran etcétera, circulando por ciudades desiertas” con las que Gerlotto nos introduce en este mundo de desequilibrios. Los desastres ecológicos se hacen ahora más patentes, tocando pulmones, sangre y ojalá conciencias, debido al nuevo Coronavirus que se ha hecho sentir de igual manera en las ciudades de Europa –en una de las cuales está confinado nuestro autor-, de América del Norte y Latina y, por supuesto, allá lejos en Asia, geografía de origen de esta pandemia.
El SARS-COV-2 y sus consecuencias en nuestra vida, como individuos y como sociedad, es apenas una de las decenas de manifestaciones que encontraremos en esta breve pero inapelable y lúcida reflexión pergeñada en Francia; pero que nos enrostra el carácter disfuncional del modelo que intentamos imponerle al mundo entero, y nos echa en cara la forma absurda con la que nos estamos relacionando con el ambiente, o mejor dicho, con la que pretendemos hacer caso omiso de su determinismo universal e ineludible.
Ciertamente esta actitud compromete nuestro porvenir ¿como especie?, ¿como sociedad? Y la Covid-19 es uno más de los problemas globales graves, entre decenas de miles de escala local, cuyos orígenes se pierde en los tiempos aquellos en los que comenzábamos a quitar y poner elementos del ecosistema, sin considerar su efecto sobre los servicios que este provee. Tiempos en los que empezamos a cuantificar la viabilidad y el éxito de sociedades y países, con indicadores economicistas que no se corresponden con la inexorabilidad, con las escalas temporales y con la dimensión de los procesos que ordenan el funcionamiento del planeta.
Pero así como inicialmente nos echa a perder la fiesta, Gerlotto también nos describe un camino de salida, aunque no exento de los sacrificios que supondría un cambio de modelo y más: una nueva “política de civilización” que no será, podemos imaginar, fácil de implementar.
La Ciencia lo ha demostrado con creces. El tema es ahora, cómo exhortar, cómo exigir cómo imbuir a los líderes políticos y económicos de una evidencia que hace ya rato es axiomática: el poder económico, las ideologías, como vacuna, no sirven absolutamente para nada.
Juan José Cárdenas
Caracas, octubre 2020